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“Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban y se decían unos a otros. ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?” (Lucas 8:22-25)

La lectura de este texto puede dar lugar a diferentes aplicaciones, todas ellas válidas y útiles para nosotros. Es bueno recordar que cada pasaje que encontramos en la Escritura muestra el interés de Jesús en ayudarnos a: Vivir el día a día, ver la realidad tal cual es, avanzar en nuestro desarrollo y crecimiento, y llegar al hogar.

Para conseguir todas estas cosas el pasaje de hoy va a presentarnos cuatro situaciones que sería bueno tener en cuenta.

1. ENTRÓ EN UNA BARCA.

El hombre fue hecho para vivir en la tierra. La tierra da firmeza y estabilidad a nuestros pasos y nos permite andar con seguridad y avanzar para alcanzar nuestros objetivos. El agua, por el contrario, supone para nosotros un medio hostil para andar y mucho más para avanzar. Los mareos, los tropiezos y las caídas son normales cuando uno está en una barca que marcha sobre las aguas.

Cuando Dios creó a la raza humana, la puso en el Edén, un lugar ideal y perfecto. En ese lugar podía estar tranquilo. Aunque había un enemigo al acecho, éste tenía restringida su actuación y mientras el hombre fuese obediente al mandato de no comer del árbol, todo estaría bien para él. Cuando el hombre desobedeció el mandato divino, el pecado entró en nuestro mundo y las cosas cambiaron. La paz y la seguridad se truncaron y apareció el peligro y la inseguridad y, a partir de entonces todo se puso difícil.

El plan de Dios era que estuviésemos en tierra firme pero con la entrada del pecado las cosas cambiaron. El pasaje de hoy nos lo dice con ese: “Entró en una barca”, es decir, ahora estamos en el agua, un medio que no controlamos y donde nos encontramos indefensos y necesitados, sujetos a caídas, contratiempos y situaciones inesperadas.

2. JESÚS SE DURMIÓ

Siempre se ha dicho que Dios no duerme, no lo necesita porque no se cansa y no está sujeto a las necesidades que nosotros sí que tenemos. No obstante aquí se presenta a un Jesús dormido, ¿por qué? Es una bonita forma de decir que la relación del hombre con Dios no es la ideal. El pecado produjo una ruptura en esta relación. Al comienzo todo era bueno en gran manera. El hombre podía hablar cara a cara con su creador, pero el pecado rompió esa relación y eso hace que nosotros percibamos a un Dios que no habla, que no responde, que no se preocupa por nosotros. No es real esa apreciación, pero así la percibimos. ¿Por qué tenemos la sensación de que Dios está dormido? Son varias las causas que pueden explicar este hecho:

Al hombre le gusta más hablar que escuchar

El hombre prefiere hacer su voluntad más que obedecer

Al hombre le encanta llevar acabo sus planes aunque tenga que dejar de lado el plan de Dios.

Esto hace que nosotros nos pongamos como protagonistas de nuestra vida y Dios tome un papel pasivo, que el texto recoge con un “Jesús se durmió”.

3. APARECE UNA TEMPESTAD DE VIENTO

El viento es el símbolo de los problemas. Reconozcamos que es bonito darse un paseo en barco por el mar cuando éste está tranquilo y luce el sol. Pero ¿qué ocurre cuando llega la noche y el viento sopla y sopla fuerte? No es fácil vivir esta experiencia. Enfrentar el peligro y no poder verlo, es una de las experiencias más dolorosas y difíciles que tenemos que vivir. Aplicándolo a la vida podríamos decir: ¡Qué agradable sería la vida si ésta se desarrollase con tranquilidad y con luz! Pero a veces el sol se va y aparece la oscuridad de la noche. Si además en esta situación empiezan a soplar los vientos, (los problemas), ¿qué ocurre? Pues ocurre que la vida se complica y se pone difícil. Sin embargo esta es nuestra realidad. Pensar que la vida se puede vivir sin lucha y sin problemas es un mal planteamiento. Con este a priori estamos en las manos del enemigo, el cuál hará con nosotros lo que quiera. Dios nos pide ver la realidad y nos aconseja la preparación adecuada para hacer frente a los problemas que sin duda irán llegando.

4. SE ANEGABAN Y PELIGRABAN

El problema del ser humano no es que haya viento contra el que luchar; el gran problema se presenta cuando el viento nos controla, nos tira y nos amenaza con la destrucción. Cuando, no sólo no podemos vencer, sino que se hace imposible seguir adelante, ¿qué ocurre? Aparecen las cosas más duras por las que tenemos que pasar. Me refiero a la inseguridad, la angustia, el abatimiento, la desesperación, el desánimo…

Podemos recordar diferentes ámbitos importantes para nosotros que se derrumban porque los vientos soplan: la vida, la salud, la familia, las relaciones, la profesión, etc. No es fácil vivir la vida bajo la amenaza de perder lo valioso.

Como podéis ver la realidad que nos toca vivir no es nada halagüeña y además de que es difícil de encajar, es difícil de superar y más difícil todavía de vencer. Por ello el texto muestra qué hacer para salir airosos de nuestra situación y nos va a recomendar hacer tres cosas:

1. IR A JESÚS Y DESPERTARLE

No hay cosa que Jesús más desee que contemos con él. Además le encantaría que contásemos con él para todas aquellas cosas que afecten a nuestra vida. Preguntarle ¿qué debo hacer? debería ser algo que hiciésemos con frecuencia porque él, sin duda, se interesa en nuestro presente y en nuestro futuro, y desea darnos las indicaciones oportunas. Me gusta mucho una declaración que hace el Espíritu de Profecía en este sentido, ella escribirá: “Nunca dio un alma expresión al clamor sin que fuese oído por Jesús.” (DTG p. 302)

Nuestro mayor peligro es pensar que las cosas no funcionan así, y creer que cada uno tiene que enfrentarse solo con los vientos, olvidando que hay uno que puede ayudarnos. Confiamos en nuestras propias fuerzas y olvidamos que éstas se agotan y aún siendo fuertes en un principio, terminan por ser débiles al final, resultando imposible la victoria. ¡Qué bueno es recordar que Jesús está ahí y si clamamos a él, él nos oirá y nos responderá!

2. DESCUBRIR NUESTRA FE

Todos somos capaces de definir la fe, pero me da la impresión de que ninguno es capaz de decir, a ciencia cierta, ni cómo es su fe, ni cuánta fe tiene. Es bueno recordar que no es suficiente con tener fe. Sin duda que todos la tenemos, el problema es si la fe que poseemos está dormida, velada, distraída… Una fe en estas condiciones no está operativa, es decir, no sirve para mucho. La fe solo sirve si se pone en funcionamiento. ¿De qué te sirve tener fe si no te ayuda a ver las cosas como son, si no te ayuda a enfrentar los desafíos de cada día, si no te mantiene en la fidelidad, si no mantiene tu ilusión y confianza en el Salvador?

Jesús preguntó a sus discípulos ¿dónde está vuestra fe? Cuando la fe duerme te sumerges en la angustia y la desesperación y no eres capaz de recordar que Dios está contigo y a tu lado.

3. DESCUBRIR QUIÉN ES JESÚS

No es lo mismo creer que Jesús existe y te ama, que sentir que Jesús está a tu lado ayudándote en todas las luchas de la vida.

No es lo mismo creer que Jesús es Todopoderoso que ver cómo usa su poder para abrirte el camino por donde tú transitas.

No es lo mismo creer que Jesús es capaz de salvar al ser humano que ver cómo cada día te salva de la tentación, del peligro, de la caída.

Aquellos discípulos creían en su Maestro. Ellos sabían que era capaz de hacer muchas cosas, le habían visto hacer muchos milagros, pero no les resultó fácil aceptar que ese poder desplegado para otros, podía dirigirse en su ayuda. Por eso cuando Jesús levantó sus manos y habló al viento y a las olas diciendo: “Calla, enmudece… los discípulos se maravillaban y se decían ¿quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?”

Por lo tanto nuestra mayor necesidad hoy es descubrir quién es Jesús y cómo está actuando en mi vida y conmigo.

CONCLUSIÓN

Vivimos en un mundo en el que el enemigo ha sabido cambiar la realidad poniendo un rostro que no es. Aparentemente vivimos en un mundo maravilloso que hará de nosotros personas felices para siempre. El pasaje de hoy rompe estas expectativas y nos hace poner los pies en el suelo para mostrarnos nuestra realidad y nuestra necesidad:

Nuestra realidad:

Estamos en un mundo hostil que nos promete mucho y bueno, pero la realidad es que más que dar, quita.

La vida parece invitarnos a confiar más en nosotros y menos en Dios. Intenta convencernos de que nosotros somos autosuficientes para conseguirlo todo, cuando en realidad esto no es más que una ilusión frustrante.

Los vientos, es decir los problemas, no sólo soplan sino que soplan fuerte y nosotros no somos capaces de soportarlos y mucho menos de vencerlos. Necesitamos que alguien, fuera de nosotros, nos ayude y ese alguien es Jesús.

El propósito de esta vida no es hacernos felices sino de ahogarnos y destruirnos. No importa la tranquilidad que tengas hoy, verás como mañana llegará la noche y la tempestad te amenazará con quitarte todo lo bueno que posees.

Nuestra necesidad:

Necesitamos hablar más con Jesús y dejarle que él sea el que dirija nuestra vida. Sin duda que sus planes son mucho mejores que los nuestros.

La herramienta que más valor tiene y que más necesitamos es la fe, por eso, es bueno considerar dos cosas: ¿cómo está nuestra fe? y ¿qué cantidad de fe tenemos? Recuerda que una fe dormida no sirve para mucho. En acción te convertirá en invencible. Una fe pequeña, hace mucho, pero recuerda que la fe se puede desarrollar y a mayor fe podrás subir montañas más altas y conquistar mayores cumbres.

Saber hablar de Jesús te servirá para hablar con los demás del Maestro, pero no te servirá para enfrentar los vientos y las tempestades de la vida. Conocer a Jesús te convertirá en una piedra preciosa dentro del tesoro divino.

Que Dios te bendiga y te ayude en tu caminar de cada día.

2 comentarios

  • lugonso dice:

    Gracias por esta reflexión, pastor Calvo que me ha permitido ir un poco más allá de tus planteamientos. Porque, además de oír nuestro clamor, el Señor también espera que rectifiquemos cuando el oleaje/tormenta lo hemos provocado nosotros. Es insensato que un fumador se queje de su salud mientras siga fumando…

    Solemos percibir los problemas como algo ajeno a nosotros (“Estamos en un mundo hostil”) sin darnos cuenta que nosotros formamos parte de esa hostilidad a causa de la incorporación de nuestros propios pecados. Por eso la fe no es la solución como no lo es la queja del fumador por su mala salud… sin dejar los malos humos ;). La solución pasa por dejar de fumar, y en el caso al que nos llama el articulista, por el REAVIVAMIENTO Y LA REFORMA, empezando por mi propia aportación al mundo hostil.

    En nuestra iglesia de vez en cuando aparecen estos dos conceptos como si fuera un lema milagrero ante situaciones complicadas. Pero yo me pregunto si quienes lo proclaman están haciendo SU PROPIO Reavivamiento y SU PROPIA Reforma.

    Preguntémonos: ¿Ha cambiado algo entre los propios impulsores desde que se auspicia tan importante asunto? ¿Oran más los dirigentes? ¿Leen más la Biblia sin un interés profesional (dar cultos a los demás) sino personal (darse el culto a sí mismo a solas con Dios)? ¿Se han modificado las estructuras de la Iglesia o instituciones para hacerlas más transparentes o sigo plegado a mi propia aportación de hostilidad al mundo? ¿Se ha intensificado la oración a la hora de confeccionar la Agenda de los consejos de iglesia, instituciones o Unión, División y AG? ¿Y a la hora de tomar las decisiones?… Es decir, ¿le damos más cancha a Dios para participe más activamente en nuestras vidas y decisiones? Las bendiciones de Dios tienen un efecto multiplicador cuando parten de los dirigentes hacia el pueblo, y “restador” cuando son los reyes de Israel los que se corrompen. La historia bíblica es una gran maestra en ese aspecto…

    Sí, “necesitamos hablar más con Jesús y dejarle que él sea el que dirija nuestra vida”. De acuerdo, pero si quieres ganar en salud, ¡deja de comprar la cajetilla de Marlboro, hombre! Esta es la fe que obra para el bien, porque la fe de la espera, y la espera, y la espera… es… ¡muerta! (Sant. 2: 20).

  • Anpevicu dice:

    Quién se durmió???…
    Jesús???…
    Jesús de Nazaret???…
    O Jesús Calvo Manso, el todavía presidente de la UAE???

Revista Adventista de España