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250 mártires adventistas murieron porque habían conservado su fe cristiana.

Hace cien años, el régimen turco comenzó a matar sistemáticamente a la población armenia en el Imperio Otomano, un acto monstruoso. Las víctimas no sólo se podían encontrar entre los armenios, sino también entre los cristianos de origen arameo, caldeos, asirios y griegos, junto con los católicos y protestantes. El objetivo era la creación de una nueva nación turco-islámica.

Bajo el sultán Abdul Hamid II, el aumento de las masacres de armenios y otros cristianos en el Imperio Otomano, en 1894, llegaron a su punto máximo durante la Primera Guerra Mundial con su expulsión al desierto sirio.

En abril de 1915, por orden del gobierno turco, los intelectuales armenios que vivían en la antigua capital otomana, Estambul / Constantinopla, fueron arrestados y asesinados. Entre 1895 y 1922, más de 1,5 millones de cristianos fueron asesinados en Asia.

En 2015, el Dr. Daniel Heinz, director del Archivo Histórico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Europa, con sede en el Seminario Teológico Friedensau, Alemania, escribió un artículo titulado “En el valle de la sombra de la muerte”, publicado en la edición de octubre de Adventisten Heute (Adventistas Hoy). En ella, el Dr. D. Heinz habla del destino de la Iglesia Cristiana Adventista durante el genocidio armenio en el Imperio Otomano.

Desde 1889, la Iglesia Adventista ha tenido sólo una misión en el país. Cerca de 250 de los casi 450 adventistas fueron asesinados, de acuerdo con Heinz. Algunos huyeron a Siria, Líbano, Egipto, la Unión Soviética o Grecia. Muy pocos lograron emigrar a los Estados Unidos o Francia. Después del genocidio, sólo había un centenar de adventistas que se quedaron en Turquía, la mayoría concentrados en Estambul y sus alrededores, pero muchos de ellos emigraron en las décadas siguientes. 250 adventistas fueron asesinados como mártires porque conservaron su fe cristiana.

Desde su creación, la misión adventista había sido prohibida en el Imperio Otomano y la persecución y la opresión de los cristianos adventistas estaban siempre a la orden del día. Dzadur G. Baharian, co-fundador y “padre” de la misión adventista en el Imperio Otomano, fue arrestado treinta veces en sus 23 años de trabajo misionero, antes de su martirio, que se produjo en julio de 1915.

Fue asesinado por milicianos kurdos, que le dispararon mientras oraba con las manos juntas, después de que él se negara a convertirse al Islam.

Además de Dzadur Baharian, también murió otra ilustre víctima y profesor adventista. Diran Tcherakian, profesor universitario, poeta y maestro de Armenia, murió mientras llevaba en su mano un pedazo de papel en el que había escrito: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23: 4).

Revista Adventista de España