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“Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1ª Corintios 2:5).

El texto escogido nos habla de algo a tener en cuenta, sobre todo, por la importancia que tiene. Me refiero a la fe.

La psicología da a la fe una dimensión genérica. Para ella tener fe es igual a tener confianza: confianza en la vida, en la gente, en el futuro, etc. No es de extrañar que todas las escuelas psicológicas coincidan en decir que, sin confianza, no es posible vivir con dignidad ya que la desconfianza mata la ilusión y la esperanza. Para Pablo, la fe, además de ser un concepto teológico, es un concepto personal; es decir, cuando Pablo habla de la fe se refiere a la confianza en Dios. Esta concepción es importantísima ya que de ella depende el éxito en la vida cristiana.

Nos centraremos en la visión teológica y personal que Pablo le da a la fe. Para él tener fe es bueno, tener fe es necesario, pero no es suficiente. El texto de hoy dirige nuestra atención sobre algo que puede pasar desapercibido. ¿De qué se trata? Antes de responder comentemos una parábola de Jesús.

UNA PARÁBOLA CURIOSA

Entre las parábolas que Jesús contó hay una que encaja muy bien con nuestro texto. Me refiero a la parábola de los dos cimientos. En ella dos hombres se ponen a construir su casa. La construcción de ambos fue impecable. Pero hubo algo que uno de ellos no tuvo en cuenta: el lugar donde apoyarla. Mientras todo fue bien, nadie notó la diferencia entre una casa y otra, pero cuando llegaron los ríos y soplaron los vientos entonces sucedió algo que sorprendió a los oyentes: una de las casas se derrumbó. En realidad ¿cuál es el mensaje de esta parábola?

Cuando Jesús contaba parábolas lo que estaba haciendo era hablar de lo que nos pasa a las personas mientras vivimos. A través de las historias Jesús intentaba explicar el por qué, a veces, nos suceden cosas que no entendemos. En la parábola de los dos cimientos Jesús quería resaltar lo bueno que es prestar atención a los detalles. Mientras la vida te sonríe los detalles parecen no contar, pero hay momentos donde estos no sólo cuentan sino que son cruciales. ¿Cuáles son esos momentos? Los momentos de dificultad, de prueba y de zarandeo son los momentos en los que uno sólo puede hacer una cosa: “resistir”. ¿Qué pasa entonces?, que puedes encontrarte con una triste realidad, todo lo que tú has hecho, se viene abajo.

LA CASA Y EL FUNDAMENTO

Con frecuencia la Biblia es progresiva; es decir, que en un momento dado nos da un mensaje y más tarde ese mensaje es ampliado de forma que todo queda más especificado. Esto es precisamente lo que hace Pablo.

Jesús, en su parábola, habló de la construcción de una casa y de dos fundamentos. ¿Qué representa la casa, la arena y la roca? El texto de hoy responde a todo esto. Ahora toma los datos que da Pablo y ponlos en la parábola de Jesús. Al hacer esto tendrás el siguiente resultado: la casa representa “la fe”, la arena la “sabiduría humana” y la roca el “poder de Dios”. Vistas así las cosas, se nos abre una ventana que nos permite ver con más claridad el mensaje.

LO HUMANO Y LO DIVINO

¿Se puede construir la fe con la sabiduría humana? Sin lugar a dudas que sí. Entre las capacidades que Dios nos dio está la capacidad de crear. Podemos crear muchas cosas, una de ellas es la “fe”. Dicho de otra forma, a través de la lectura, el estudio y la investigación teológica podemos generar fe. Esta fe se denomina humana ya que ha sido generada por el hombre. Esta fe puede ser tan parecida a la fe auténtica (divina) que, en tiempos de bonanza, nadie es capaz de distinguir, ni siquiera uno mismo. ¿Cuándo se hace evidente la diferencia entre ambas? Cuando aparecen los ríos, soplan los vientos y ambos golpean la casa (la fe). ¿Qué ocurre entonces? Que lo humano se derrumba porque no es capaz de resistir. Lo que Jesús intentó decirnos, a todos los que creemos, es que sólo lo que viene de Dios permanece. Por eso si tuviésemos que definir la fe verdadera, diríamos que es aquella que procede de Dios: Dios la genera y Dios la sustenta. El resultado es claro: cuando llegan los momentos malos tú resistes, tú aguantas y tú permaneces.

EL PODER DE DIOS

La recomendación que el Señor nos hace a través de Pablo es clara: “Que tu fe se apoye en el poder de Dios”. Lo que es necesario aclarar ahora es ¿qué es el poder de Dios? Al oír la palabra “poder” uno tiende a asociarla con “fuerza”. Dicho de otra manera, cuando oímos que Dios es poderoso tendemos a pensar en pasajes como: “la creación”, “el diluvio”, “las plagas de Egipto”, “la resurrección de Lázaro” o las curaciones que hizo Jesús a los endemoniados, leprosos o paralíticos. ¿Es este el poder al que se refiere Pablo y en el cual debe apoyarse nuestra fe? La respuesta es ¡no!

Consideremos los siguientes pasajes:

Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan es “poder de Dios”. (1ª Corintios 1: 18).

Nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero y para los gentiles locura; mas para los llamados, Cristo es “poder de Dios” y sabiduría de Dios”. (1ª Corintios 1: 23, 24).

En ambos textos se muestra que el poder de Dios no se asocia a su fuerza sino a la cruz. Y ¿qué representa la cruz? La humillación, es decir, la capacidad que tiene Dios para humillarse y hacerse pequeño.

Por eso cuando Pablo escribe a los Filipenses y analiza la humillación a la que Jesús se sometió dirá:

Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. (Filipenses 2: 9-11).

El poder de Dios no consiste en su fuerza para hacer o deshacer sino en su capacidad de hacerse pequeño.

CONCLUSIÓN

Consideremos de nuevo el texto de Pablo: “Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1ª Corintios 2:5). ¿Cuál es el corazón del mensaje? ¿Que nuestra fe debe apoyarse en Cristo? Si, esta es una gran verdad, pero hay algo más: la fe debe apoyarse siempre en la humildad.

Quiero terminar con unas preguntas para tu reflexión:
1. ¿Cómo va la construcción de tu fe?
2. ¿La fe que tú tienes es humana o divina?
3. ¿Quién construye tu fe: ¿Dios o tú?
4. ¿Qué pasa cuando los ríos y los vientos de la vida te golpean?
5. En tus experiencias difíciles, ¿tú tienes que sostener la fe o la fe te sostiene a ti?

Piensa en estas preguntas, quizás descubras aspectos interesantes para tu vida.

Que Dios te bendiga.

Revista Adventista de España