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“¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!” (Isaías 52:7)

Sin duda que este texto te resulta conocido. Pertenece a la categoría de los textos positivos que encontramos en la Escritura. Es un texto que alienta el corazón y lo llena de ánimo y de esperanza. Pero no se queda aquí, el texto va más lejos, invitándonos a ser de una determinada manera.

Lo más interesante de este texto es el momento en el que se da. El que lo escribe es el profeta Isaías. Éste vive la legislatura de cuatro reyes: Uzías, Jotam, Acab y Ezequías. Isaías tiene que vivir uno de los peores momentos de la historia de Israel: los problemas se multiplican, nada parece salir bien, todo parece desmoronarse…

Tres cosas a resaltar:

  1. El rey Acab cae en la más grande de las idolatrías que nos podamos imaginar. No se trata de un enfriamiento espiritual, ¡no! El rey va tan lejos que abandona al Dios de Israel para servir a los baales. Esto va a suponer grandes cambios en la administración de la liturgia. Por ejemplo, la nueva elección supone un cambio en el sacerdocio levítico por otro sacerdocio con otros rituales. Con Acab se inicia una nueva forma de sacrificios donde se incluirán además de animales, el sacrificio de niños pequeños.
  2. A Acab le sucede su hijo Ezequías. Este fue un rey distinto. Se le conoce como el rey reformador. Volvió a las sendas antiguas: restauró el sacerdocio levítico, así como las ceremonias tradicionales y el sacrificios de animales, quitando, como es de suponer, los sacrificios de niños. ¿Dónde está el problema? En que a pesar de la reforma hecha, todo parece seguir yendo mal. Nada parece cambiar.
  3. Los Asirios sitian Jerusalén. Los Asirios se caracterizaban por ser insensibles, cruentos y dados a aplicar muertes sanguinarias. Jerusalén respira todo esto como una amenaza que puede hacerse realidad. ¿Te das cuenta de la situación?

DIOS INTERVIENE
¿Cómo afectan todas estas cosas al pueblo de Dios? Mucho y además de una forma muy negativa. El pueblo expresa su desacuerdo a través de la protesta y de la crítica. El ánimo está por los suelos. Una gran mayoría viendo la imposibilidad de que las cosas cambien terminan pasando de todo. Y es en este preciso momento en el que Dios interviene. ¿De qué manera? Llama al profeta Isaías y le da un mensaje para su pueblo. ¿Qué mensaje es ese? El que has leído al principio. Ese es el mensaje que el pueblo debe oír y ese es el mensaje que debe dar.

Yo no he podido por menos que hacer una aplicación a nuestros días. Hoy vivimos momentos muy especiales. Pablo los calificó de tiempos peligrosos. Hoy los problemas se multiplican, las cosas no parecen salir como esperamos, a veces parece que todo se desmorona. Suceden cosas inesperadas, las noticias que nos llegan no siempre son buenas y a veces nos sobrecogen situaciones muy difíciles de enfrentar y más de sobrellevar. Y frente a nuestra realidad ¿qué hacer? ¿Optaremos por la queja, por la crítica, por el desánimo, por la decepción?

Si Dios nos tuviese que dar un mensaje hoy ¿qué mensaje nos daría? Personalmente pienso que el Señor nos daría el mismo mensaje que le dio al pueblo de Israel en tiempos de Isaías. Dios nos diría: Hijos, sed portadores de alegría. Hijos, allí donde veas tensión poned paz. Hijos, hablad de las cosas buenas y no de las malas. Hijos, hablad de salvación y no de condena porque yo, vuestro Dios, ¡reino!

Sin lugar a dudas los mensajes de Dios no siempre son fáciles de asimilar, ni de comprender y menos de llevar a la práctica. Pero los mensajes de Dios siempre son oportunos y siempre funcionan. ¿De qué manera? Fíjate en el siguiente mensaje:

“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán Caminarán y no se fatigarán.” (Isa. 40: 29-31)

El Señor también dio este mensaje al profeta Isaías para llevarlo a su pueblo. Si te fijas bien este mensaje es el complemento del anterior. Cuando uno sigue el consejo divino el resultado será justamente el que acabas de leer: es levantarse, es recuperar fuerzas, es revitalizar energías, es llenarse de ilusiones para continuar el camino.

Me gustaría que ésta fuese tu experiencia mientras vives momentos difíciles. Que Dios te bendiga. Amén.

Revista Adventista de España