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Todos hemos leído la epístola de Santiago y, en esa lectura, hemos sentido que el autor no se presenta ni como teólogo ni como alguien que quiere profundizar en conceptos teológicos. Su interés se centra, más bien, en comunicar su experiencia resaltando aquello que considera de vital importancia.

Un lectura rápida a su epístola nos permitirá ver lo práctico y funcional que es Santiago, con algo tan bonito, como es la experiencia cristiana. Resaltará tres temas por encima de los demás: 1) “Ser perfectos y cabales”. 2) “Alcanzar la corona de la vida”. 3) “Mantenernos en el camino” ¿Qué te parece? Importantes, ¿verdad? Comentémoslo.

1. LA PERFECCIÓN DEL CREYENTE

No hace falta decir que la perfección humana no tiene nada que ver con la perfección divina. Si Dios lo tiene todo y no le falta nada, con el hombre todo es diferente. En principio Dios dio al ser humano diferentes dones; según quiso y de acuerdo a sus capacidades. Cuando el Señor da estos dones, no los da desarrollados sino en estado embrionario. Por esta causa, cada creyente debe hacer dos cosas: 1) Descubrir cuáles son sus dones y 2) debe trabajarlos para que alcancen su máximo desarrollo. Esta es una labor ardua pero necesaria.

2. LA CORONA DE LA VIDA

Alcanzar la corona de la vida es el sueño de todo creyente, pero ese sueño se puede perder. ¿Qué ocurre entonces? Que todo se relaja, todo se diluye y, dejando la lucha, uno se abandona a la corriente de la vida. ¿Cómo mantener vivo el sueño a pesar del paso del tiempo? Santiago responderá a esta cuestión.

3. MANTENERNOS EN EL CAMINO

Mantenerse en el camino que Dios marca no es fácil, sobre todo, en un mundo global donde todo se mezcla. ¡Cuántas veces las circunstancias diluyen nuestra realidad, no sabiendo dónde nos encontramos! Por eso necesitamos un referente, una guía que nos muestre dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos y qué destino marcan nuestros pasos. Santiago hablará de esto.

LO ORIGINAL DE SANTIAGO

Señalar los tres temas mencionados tiene mucha importancia. No obstante la originalidad de Santiago no está aquí sino en lo que viene a continuación.

1. ¿Cómo se consigue la perfección humana? Para conseguir este objetivo tan alto y loable nos es necesario un ingrediente: la paciencia. Todos tenemos algún grado de paciencia, pero Santiago recalca que un poco no es suficiente. Necesitamos desarrollar una paciencia grande que abarque todos los aspectos de la vida y que tenga durabilidad. Este es un gran desafío porque la impaciencia es la marca de cada ser humano. Al tener una paciencia débil tendemos a hacernos dependientes de las circunstancias. Por este motivo Santiago dirá que es necesario desarrollar la paciencia. ¿Cómo se consigue esto? Santiago dirá: con “las pruebas”. Esto es muy llamativo, porque todos entendemos que las pruebas son desafíos que hay que vencer. Por eso, cuando tienes un problema, oras de la siguiente manera: “Señor ayúdame para que este problema se solucione cuanto antes”. Dicho de otro modo, todos creemos que las pruebas son desafíos que hay que superar. Pero Santiago nos dice algo diferente. Cuando te vengan pruebas, por favor, no pidas a Dios que te las quite, sino pídele que te dé fuerzas para sobrellevarlas, porque sobrellevándolas conseguirás desarrollar tu paciencia. Cuando esa paciencia sea grande, habrás conseguido un objetivo admirable: ser ese cristiano perfecto y cabal.

2. ¿Cómo se alcanza la corona de la vida? Santiago saca un tema muy familiar para nosotros: la tentación. En realidad, la tentación tiene un propósito muy claro para el enemigo: vencernos, derrotarnos y desanimarnos. No podemos alcanzar la corona de la vida mientras la tentación nos domine. Es un sedante que duerme nuestras inquietudes espirituales y hace que nos dé igual el premio al que Dios nos llama. Por eso Santiago presenta algo interesante: no se trata de enfrentar la tentación sino de soportarla o de resistirla. Enfrentar la tentación es hacer lo que hizo Eva en el Edén: considerar las sugerencias del enemigo, razonarlas, dialogarlas y enfrentarlas. Examina tu experiencia y verás que cuando haces esto siempre ocurre lo mismo, terminas en el mismo lugar: ¡la caída! ¿Cómo se soporta, cómo se resiste la tentación? Es necesaria toda una estrategia: consiste en saber huir, esquivar y evitar las sugerencias del enemigo. ¿Por qué? Santiago dirá que debemos actuar así por la concupiscencia, la debilidad que todos poseemos y a través de la cual el enemigo nos vence. Jesús ratificó esto en el Getsemaní: “Velad y orad para que no entréis en la tentación, porque el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mat. 26:41).

3. ¿Cómo mantenerse en el camino? El camino que Dios nos marca puede resultar difícil de transitar, pero tiene algo especial: ¡está protegido! Nadie sufrirá innecesariamente. Todo lo que ocurra en él tendrá un propósito claro: forjarnos, desarrollarnos y moldearnos de acuerdo al plan divino. Aunque sea un camino real por donde transita nuestra vida, no es perceptible por la vista. Santiago dirá que para reconocer el camino el referente es la Ley divina, y matiza que se trata de ley de libertad. Mientras andemos por ese camino seremos libres, pero cuando nos salimos, empezamos a perder la capacidad de decidir y comenzamos a sufrir de forma innecesaria. Santiago advierte: “No os engañéis, conocer la ley no es suficiente para andar en ella. Necesitamos ser hacedores de ella”. Añade algo más: los enfados y el descontrol de la lengua producen mucho mal. Por eso su recomendación será que debemos ser prontos para oír, tardos para hablar y tardos para airarnos.

CONCLUSIÓN
Querido amigo, no es fácil vivir la vida aquí abajo. Cuanta más edad se tiene más difícil se hace todavía. Por eso es bueno fijar nuestra atención en las recomendaciones que nos hace Santiago.

1. Cuando tengas una prueba, en lugar de pedir a Dios que la quite, pídele fuerza y valor para soportarla. Esto producirá en ti algo muy necesario: desarrollar tu paciencia.

2. Necesitas replantear tus estrategias frente a la tentación: Huye y esquiva. Recuerda que eres débil para enfrentarla y vencer.

3. Intenta ser obediente a la ley de Dios. Será tu protección y tu forma de crecer en la experiencia cristiana.
Hacer realidad todo esto no es tarea fácil, por eso Santiago dirá que todos necesitamos sabiduría de lo alto. Cuando ores a Dios debes decirle: “Señor, necesito la sabiduría de lo alto que me capacite para ser lo que tú quieres que yo sea: un cristiano cabal, alguien que sabe cómo soportar la tentación y alguien que goza de la libertad, porque ha aprendido a caminar por tus caminos”. Que Dios te bendiga. AMÉN.

Revista Adventista de España