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Estudiar la BibliaLa posibilidad de profundizar en esta colección de libros, la Biblia, tiene un impacto directo en todos los aspectos de nuestra vida.

La Santa Biblia es considerada por muchos como un conjunto de libros de la tradición judeo-cristiana, que proporciona diferentes enseñanzas y preceptos válidos para regir todos los aspectos de la vida humana. Además, es un libro extremamente popular. Datos de la Sociedad Bíblica de Brasil indican que, en 2023, la Biblia completa estará disponible en 733 lenguas habladas por 5.9 mil millones de personas en todo el planeta.[1]

La enseñanza de la Biblia en el Antiguo Testamento

Para los Adventistas del Séptimo Día, las Sagradas Escrituras figuran como la primera creencia fundamental de la organización. El texto acerca de esa creencia, impregnado de una fuerte devoción al papel superior de la Biblia, expresa que “ningún libro jamás fue tan amado y reverenciado como la Biblia. Ella ha inspirado las mayores y más nobles acciones de la historia humana. La singularidad de la Biblia no proviene de sus incomparables influencias políticas, culturales y sociales, ejercidas sobre el mundo; sino provienen de su fuente original y de los asuntos que trata”.[2]

La historia bíblica siempre estuvo permeada por la necesidad de una transmisión de enseñanzas, especialmente en el ámbito familiar. O sea, más que conocer la Palabra de Dios, era necesario enseñar. En un primer momento, la enseñanza era de manera oral, de acuerdo con textos como el de Deuteronomio 4:10, donde dice lo siguiente: «El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: “Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos”».[3]

Hay otro texto significativo, Deuteronomio 6:6 y 7. Allí el autor bíblico señala que «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes».[4]

El Comentario Bíblico Adventista enfatiza que se trata de una construcción dirigida a la enseñanza. El verbo «inculcar» en la traducción del Diccionario de la Real Academia Española (REA), significa «repetir con empeño, infundir con ahínco». Y, de acuerdo con el Comentario, «Aquí se pide una repetición clara e incisiva. Los padres tienen una pesada responsabilidad de instruir día tras día a sus hijos, en asuntos del deber y del destino».[5]

Enseñanza en el Nuevo Testamento

Cuando se trata del Nuevo Testamento, hay muchos textos relacionados con la importancia de la enseñanza bíblica. Jesucristo, después de su resurrección, según el evangelio de Lucas 24:13-35, trató de ofrecer una especie de clase a dos de sus perturbados discípulos cuando estos se dirigían por el camino a la aldea de Emaús. Dice que él les presentó lo que de él decían la Torá y los libros de los profetas y salmos.

El apóstol Pablo, ya en el primer siglo de la era cristiana, en una de sus cartas al joven pastor Timoteo, sintetizó lo que él consideraba el objetivo primordial de las Sagradas Escrituras. El texto de 2 Timoteo 3:14-17 registra: «Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».[6]

Al comentar la porción de la epístola paulina, John Norman Davidson Kelly resalta que uno de los aspectos a ser considerados es que el Antiguo Testamento, al que evidentemente se refería el apóstol, es «pastoralmente útil para la enseñanza, esto es, como fuente de doctrina cristiana».[7]

La Biblia y su carácter educativo

Se hace evidente, entonces, la necesidad de que la Biblia no solamente sea comprendida por sus lectores, de una forma individual. Dentro de los escritos de los pioneros adventistas también es bastante clara la relevancia de la enseñanza bíblica. Aunque, para ser coherente con el registro histórico, es importante subrayar que esa haya sido, muy probablemente, una característica heredada del protestantismo europeo. Los pre reformadores de los siglos X, XI y XII y los reformadores posteriores se caracterizaron por enfatizar que era necesario que el contenido bíblico fuera alcanzado y estuviera disponible a todos.

El movimiento millerita, ya en el siglo XIX en Estados Unidos, cuya inspiración precedió y ofreció las bases para la formación posterior de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, está intensamente marcado por el interés genuino en el estudio profundo de la Santa Biblia.

En la figura del predicador bautista Guillermo Miller es posible identificar el hábito del estudio diario de los textos bíblicos. Ex deísta, anteriormente crítico de la Biblia, tuvo una experiencia con Dios a partir de la práctica del estudio individual del libro que anteriormente despreciaba.

Los historiadores explican que «para responder a esos desafíos y construir una película fundamento de su fe, Miller inició un programa de estudio bíblico sistemático. Desde que descubrió que los comentaristas con frecuencia diferían acentuadamente entre sí, decidió usar solo la Biblia y una concordancia de Cruden, y permitir que la Biblia sirviera como su propio intérprete».[8]

Resumen aplicado

¿Por qué, entonces, es importante estudiar la Biblia?

Porque la enseñanza es la razón primordial por la cual el texto fue dejado a las generaciones antiguas y actuales. Por providencia divina, el relato de más de 40 autores en 66 libros llegó hasta nosotros hoy, para que haya instrucción sobre cómo Dios se revela a los seres humanos y qué tipo de relación debe haber con él. La enseñanza es la esencia de la Biblia.

Porque crecemos intelectual, emocional y espiritualmente al asimilar los principios contenidos en el texto bíblico. Ese crecimiento no se da por la lectura superficial, sin embargo, es posible por medio de un estudio sistemático y con el objetivo de desarrollarse mediante el aprendizaje.

Finalmente, porque, aunque se quiera dudar de la confiabilidad, historicidad, actualidad o relevancia del texto bíblico, es necesario, como mínimo, conocer más detalladamente lo que expresa la Biblia. En tiempos de inmensa superficialidad en los diálogos y conversaciones en ambientes digitales, el camino del saber se hace imprescindible. Aunque sirva para construir críticas.

Por eso la Biblia merece ser objeto de lectura más profunda, aun de quien se propone a desafiarla. Yo tengo la profunda convicción de que los 66 libros van más allá de lo que se supone.

Para mí, la revelación de la Biblia traspasa la idea de una secuencia de narraciones encadenadas con preceptos que pueden calmar la mente en momentos difíciles. O, además, es más que el conjunto de lindas frases de efecto a ser repetidas en cursos, posteos en redes sociales o charlas de autoayuda.

La Santa Biblia refleja la mente, la voz y las intenciones de Dios, como autor, en relación con los seres creados; seres que él insiste en llamar hijos. El acento de la Biblia puede ser diverso. A veces, es producto de las expresiones típicas de profetas refinados y de linaje noble como Daniel, Jeremías o Ezequiel; otras veces, viene del maduro líder Moisés, del erudito Pablo o de los sencillos Amós, Pedro y Juan.

Por eso, poder estudiarla es una maravillosa oportunidad.

Autor: Felipe Lemos, periodista, especialista en marketing, comunicación corporativa y maestro en la línea de Comunicación en las Organizaciones. Au12tor de crónicas y artículos diversos. Gerencia la Asesoría de Comunicación de la sede sudamericana adventista, ubicada en Brasilia.
Foto: Shutterstock

Referencias:

[1] Traducciones de la Biblia concluidas para 723 millones de personas en 2022. https://comunhao.com.br/traducoes-da-biblia-concluidas-para-723-milhoes-de-pessoas-em-2022/
[2] Questões sobre doutrina. Tatuí: Casa Publicadora Brasileira, 2010, p. 11.
[3] Santa Biblia, traducción Reina-Valera, 1960.
[4] Ibid.
[5] NICHOL, Francis. Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día. Florida Bs. As., Asociación Casa Editora Sudamericana, 1992, t 1, p. 988.
[6] Santa Biblia traducción Reina-Valera, 1960.
[7] KELLY, John N. D. I e II Timóteo e Tito – Introdução e comentário. São Paulo: Editora Mundo Cristão, 1983, p. 187.
[8] Schwarz, Richard & Greenleaf, Floyd. Portadores de luz – História da Igreja Adventista do Sétimo Dia. Engenheiro Coelho: Unaspress, 2016.

Publicación original: ¿Por qué es importante estudiar la Santa Biblia?

Revista Adventista de España