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La historia demuestra que hemos pasado del “con su mismo” al “consumismo”. Los mayores recuerdan pasar un año tras otro “con su mismo” vehículo, “con su mismo” jersey. Las cosas estaban hechas para durar. Ahora cualquier objeto está diseñado para durar un tiempo determinado, se estropea, queda obsoleto y se compra otro más moderno. Esto es lo que se llama obsolescencia programada, para promover el “consumismo”.

Recientemente, un español ha fabricado una bombilla que dura toda la vida, garantizada por 25 años, y que ahorra un 92% de energía. Según la web de Energías Libres, ha tenido que denunciar ante la policía amenazas de muerte contra él y sus hijos si continuaba con la fabricación de esta bombilla.

Hoy no interesa, aburre lo duradero, incluso asusta la idea “para toda la vida”. Es difícil encontrar una referencia perdurable, que supere la prueba del tiempo y del uso continuado.

Compruebo triste la obsolescencia presente también en la vida de muchos. Cuántas “bombillas” se funden cada día en el espíritu de los que sufren de mil maneras. El Ingeniero divino ha intervenido para traer Luz duradera, eterna, “para toda la vida” a nuestro mundo (Juan 1:7) y a nuestra vida.

La competencia del Ingeniero divino, en cuanto supo de los planes, amenazó de muerte al Hijo del Ingeniero divino, queriendo perpetuar la obsolescencia del ser humano en un ciclo macabro de consumo vital de interminables “bombillas fundidas”.

El Ingeniero, yendo un paso más allá, ejecutó su plan convirtiendo a su Hijo en la Luz misma (Juan 1:9). Las amenazas se cumplieron, y la competencia del Ingeniero dio muerte al Hijo, pensando que acabaría con la “Bombilla”. Descubrió horrorizado que el Hijo es Luz en sí mismo y no “bombilla”.

Cualquiera que adquiera la Luz permanente sin precio (Isaías 55:1) es movido e iluminado por la Luz, dejando de ser también obsolescente y vivir tanto tiempo como la Luz, garantizada por la Eternidad (Juan 6:47).

En este número de la Revista Adventista te invito a encontrar Luz pura a raudales, ilimitada y eterna, que ilumine toda sombra y pena en tu vida y pases a ser tú mismo una “bombilla” portadora de la Luz para otros.

 

Revista Adventista de España