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¡Mi hogar definitivo!

Gema bíblica:

«Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor» (Apoc. 21:4, DHH).

Relato:

¡Todos estaban entusiasmados! Kelly había estado contando los días. Era la gran reunión y fiesta familiar en la inmensa casa del abuelo. Todos los parientes del abuelo se reunían una vez al año en su casa. ¡Los niños no veían la hora que llegara ese momento! Allí podían jugar con sus amigos, comer de todo y explorar cada una de las misteriosas habitaciones.

Cuando el automóvil se aproximaba a lo del abuelo, Kelly sintió que no podía esperar ni un minuto más.

—¿Cuánto falta, papá? –preguntó con impaciencia–. Hoy estás yendo muy lento.

—Es mejor llegar sano y salvo –le recordó papá a la impaciente niña.

—No veo la hora de saber qué cosa nueva ha preparado este año el abuelo –exclamó Kelly con entusiasmo–. ¡Quiero ganarme el premio!

—Lo ganarás si haces todo lo que está en la lista del abuelo –la animó el papá.

Sí, fue un encuentro maravilloso. Hubo muchas risas mientras los presentes comían, jugaban y realizaban juntos las tareas. ¿Se imaginan lo que fue cuando todos ayudaron a tostar el maíz? ¡Nunca habían preparado semejante cantidad!

Esa noche, mientras el papá conducía de regreso a la casa, Kelly, ya somnolienta, descansaba pensativa en el asiento trasero. De pronto, su rostro se iluminó, y tocó al papá en el hombro.

—Papá, ¿el cielo será divertido como lo fue hoy? –preguntó–. Si es así, ¡quiero estar allí para siempre!

—El cielo será un lugar aún mejor, porque Jesús estará con nosotros para siempre –exclamó el papá con alegría.

Busca en la Biblia:

Estudia Apocalipsis 21, y entonces identifica las razones por las que queremos vivir en el cielo.

Revista Adventista de España