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Dentro de las comunidades reli­giosas y científicas ha surgido un creciente interés en la vida del profeta Daniel. Este interés está siendo impulsado, en parte, por el au­mento en las tasas de enfermedades dentro de las naciones occidentales. El estilo de vida de Daniel se basa en leyes morales y divinas, y se perfila como un modelo de integridad en medio de un mundo corrupto. Él y sus compañeros incluso arriesgaron sus vidas para mantener la fidelidad a las leyes de Dios.

Veamos brevemente las conclusiones a las que algunos estudios están llegando ahora respecto de las prácticas bíblicas de salud de Daniel.

Cuando se le ofreció la comida del rey, Daniel decidió comer solo alimentos de ori­gen vegetal (Dan. 1:16); que fue el régimen alimentario prescrito originalmente para la humanidad en la Creación (Gén. 1:29).

Durante 21 días, los investigadores hi­cieron el seguimiento de un grupo de personas cuya alimentación se basaba en vegetales, y descubrieron que este tipo de alimentación produjo una “mejora en la salud cardiovascular y metabólica” (1). Además, los vegetarianos tenían un mejor control del azúcar en sangre (2); algo que para los investigadores está directamente relacionado con el dominio propio y la fuerza de voluntad (3). En pocas palabras, si su nivel de azúcar está constantemente en un rango óptimo, su capacidad de controlar sus acciones y alcanzar sus metas es mejor.

La alimentación que Daniel y sus amigos pidieron los habría protegido de ingerir productos de origen animal que son ricos en ácido araquidónico, un químico que aumenta las emociones y los estados de ánimo negativos (4). La dieta de Daniel mejoró su capacidad mental, y lo sitiuó en una posición en la que pudo servir de ejemplo para los principios y los propósitos divinos.

Daniel eligió beber agua en lugar de vino, lo que también pudo haberle dado ventaja mental. El agua potable mejora la memoria (5). Un estudio reciente de la Universidad del Este de Londres sugiere que el consumo de solo tres vasos de agua antes de tomar un examen mejora el tiempo de reacción hasta en un 14%.6 ¡No es de extrañar que Daniel y sus amigos terminaran teniendo una ventaja cognitiva diez veces mayor!

Oración y meditación

Daniel llevaba una vida de oración y de meditación en la Palabra de Dios. Los inves­tigadores se han sorprendido al encontrar que solo el pensar en temas religiosos puede mejorar el dominio propio (7).  Otro estudio ha indicado que la oración es “una especie de entrenamiento anaeróbico para el au­tocontrol” (8), en el que solamente tres horas llevan a una “mejora en la atención”, y once horas a “mayores conexiones neuronales entre regiones del cerebro importantes para mantener la concentración, ignorar distracciones y controlar los impulsos” (9). El estudio también demostró que los parti­cipantes tuvieron “más materia gris en la corteza prefrontal” (10), así como un mayor “flujo de sangre a la corteza prefrontal” (11), el centro cerebral de las funciones ejecutoras que diferencian a los seres humanos del reino animal.

Por lo tanto, quienes siguen la práctica de Daniel, sustentada en la Biblia, de orar en privado (Dan. 10), aparte de la oración colectiva (caps. 1; 2), pueden esperar re­sultados similares.

La salud mental y el éxito de Daniel se basaron en su confianza en Dios. Como resultado de ello, obedeció todas las leyes de Dios (9:4, 13). La fidelidad de Daniel no solo lo benefició a él, sino también a quienes él servía, como lo demuestran las acciones de Darío, rey de los medos, que lo puso a cargo de sus asuntos “para que el rey no fuera perjudicado” (6:2). La estima de Daniel hacia la Ley de Dios lo llevó a ser honesto no solo en sus propias prácticas de vida, sino también con el rey y las finanzas del reino.

Honestidad

Investigaciones modernas sobre la honestidad han puesto de manifiesto que quienes que están expuestos, incluso re­cientemente, a la Ley de Dios son propensos a tener niveles más altos de honestidad.

Los participantes en un estudio fueron divididos en dos grupos. Se pidió a un grupo que recordara los Diez Mandamientos, y a los miembros del otro, que recordaran diez libros que hubiesen leído en la escuela secundaria. Entre el grupo que recordó los diez libros se observó engaño generalizado; en el que recordó los Diez Mandamientos, no se observó ningún tipo de engaño.

El experimento fue repetido, y a los par­ticipantes en esta ocasión se pidió que re­cordaran los códigos de honor de su escuela o los Diez Mandamientos. Una vez más, los que se concentraron en los Diez Man­damientos fueron, sensiblemente, más honestos. Incluso cuando el experimento fue realizado entre un grupo de ateos, se produjeron los mismos resultados (12).

Aunque Daniel se enfrentó a muchas situaciones de presión, siempre mantu­vo un espíritu de gratitud. ¡Incluso tuvo tiempo de dar gracias cuando se enteró del decreto que lo arrojaría en el foso de los leones! (ver Dan. 6:10).

Se ha demostrado que la capacidad de mantener una actitud agradecida condu­ce a una menor cantidad de problemas de salud, una mejor perspectiva acerca de la vida y una capacidad de progresar hacia metas personales importantes (13). La ciencia recomienda que seamos agradecidos a fin de mantener en óptimas condiciones el cerebro y el cuerpo.

Mantener el patrimonio

Mientras muchos factores influyeron en los primeros años de Daniel, la reforma de Josías también pudo haber desempeñado un papel positivo, de alguna manera. Da­niel era muy joven cuando Josías lanzó un llamamiento a la fidelidad a Dios y a su Ley.
El compromiso de Daniel de hacer la voluntad de Dios nos recuerda la deter­minación del joven rey Josías para que el pueblo respetara la Ley (ver 2 Rey. 22; 23). Como resultado de su redescubrimiento de la Ley de Dios, Josías experimentó un reavivamiento y una reforma personales, lo cual repercutió en toda la nación. Josías recibió uno de los más grandes elogios de las Escrituras: “No hubo otro rey antes de él que se convirtiera a Jehová con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés, ni después de él nació otro igual” (2 Rey. 23:25).

El estilo de vida de Josías puede compa­rarse con el de Daniel y sus amigos quienes, años más tarde, exiliados en una tierra extranjera, se propusieron vivir una vida íntegra en la corte de Babilonia.

Elena de White escribó: “El carácter de Daniel se presenta ante el mundo como un ejemplo notable de lo que la gracia de Dios puede hacer en los hombres caídos por naturaleza y corrompidos por el pe­cado. El registro de su noble y abnegada vida es un estímulo para nuestra común humanidad. De este recibimos fuerzas para resistir noblemente la tentación y, con firmeza y en la gracia de la mansedumbre, mantenernos del lado correcto ante el juicio más severo” (14). Que Dios nos ayude a ser fieles, al igual que Daniel, en nuestra esfera de influencia.

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Preguntas para reflexionar y participar

1. ¿Qué cambios de estilo de vida debemos hacer para seguir los principios ordenados por Dios?

2. ¿Qué función desempeña nuestra fuerza de voluntad para los cambios en nuestro estilo de vida?

3. ¿De dónde podemos obtener ayuda para poder realizar un cambio radical?

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Referencias

1) Richard J. Bloomer, Mohammad M. Kabir, John F. Trepanowski, Robert E. Canale, y Tyler M. Farney, “A 21­Day Daniel Fast Improves Selected Biomarkers of Antioxidant Status and Oxidative Stress in Men and Women”, Nutrition and Metabolism 8 (2011), p. 17. Disponible en línea [en inglés] en: www.nutritionandmetabolism com/content/8/1/17

2) Ibíd.

3) M. T. Gailliot, R. F. Baumeister, C. N. DeWall, J. K. Maner, E. A. Plant, D. M. Tice, L. E. Brewer, B. J. Schmei­ chel, “Self­control Relies on Glucose as a Limited Energy Source: Willpower Is More Than a Metaphor”, Journal of Personality and Social Psychology 92, n° 2 (febrero de 2007): pp. 325­336. Disponible en línea [en inglés] en: www.ncbi. nlm.nih.gov/pubmed/17279852

4) Bonnie L. Beezhold, Carol S. Johnston, y Deanna R. Daigle, “Vegetarian Diets Are Associated With Healthy Mood States: a Cross­sectional Study in Seventhday Adventist Adults”, Nutrition Journal 9 (2010): p. 26. Disponible en línea [en inglés] en: www.nutritionj.com/content/9/1/26

5) D. Benton y N. Burgess, “The Effect of the Consumption of Water on the Memory and Attention of Children”, Appetite 53, n° 1 (agosto de 2009): pp. 143­ 146. Disponible en línea [en inglés] en: www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19445987

6) “How Drinking a Glass of Water Can Make Your Brain 14 Percent Faster”, disponible en línea [en inglés] en: www.dailymail.co.uk/health/article­2366353/How­drinking­ glass­water­make­brain­14­faster.html

7) “Religion Helps Us Gain Self­control, Study Sug­ gests”, Science DailyNews, 24 de enero de 2012. Dispo­ nible en línea [en inglés] en: www.sciencedaily.com/releases/2012/01/120124113045.htm

8) Roy F. Baumeister y John Tierney, Willpower: Rediscovering the Greatest Human Strength (Nueva York: Penguin Press, 2011), p. 180.

9) Kelly McGonigal, The Willpower Instinct: How Self-control Works, Why It Matters, and What You Can Do to Get More of It (Nueva York: Avery, 2012), p. 25.

10) Ibíd., p. 24.

11) Ibíd., p. 25.

12) Dan Ariely, The (Honest) Truth About Dishonesty: How We Lie to Everyone– Especially Ourselves (Nueva York: Harper, 2012), pp. 39­-44.

13) Robert A. Emmons y Michael E. McCullough, “Counting Blessings Versus Burdens: an Experimental Investigation of Gratitude and Subjective Well­being in Daily Life”, Journal of Personality and Social Psychology 84, n° 2 (febrero de 2003): pp. 377-­389. Disponible en línea [en inglés] en: https://psycnet.apa.org/index.cfm?fa=buy.optionToBu­y&id=2003­01140­012

14) Elena de White, Fundamentals of Christian Education (Nashville: Southern Pub. Assn., 1923), p. 79.

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