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La familia había ahorrado durante mucho tiempo para estas vacaciones soñadas. Después de entrar en el avión y sentarse, dieron un suspiro colectivo de alivio, y dijeron: “Vacaciones, aquí vamos”. Y se durmieron. Seis horas después, despertaron cuando la aeronave estacionó en el lugar indicado. Imagínese la sorpresa y la conmoción cuando vieron a las personas ponerse camperas para enfrentar el viento frío. Habían comprado pasajes a un lugar tropical, pero habían aterrizado en Alaska.

¿Puedes imaginar la desilusión? De alguna manera, habían subido al avión equivocado y nadie lo había notado. En vez de las suaves brisas y las palmeras que se mecían suavemente, ahora se enfrentaban a un viento frío y al pronóstico de nieve anticipada.

Si bien puede ser que nunca nos subamos al avión equivocado, hacia un destino totalmente equivocado, también podemos perdernos el evento más esperado de la historia. Cansados de la larga espera, distraídos por la sobredosis de medios de comunicación y de entretenimientos, confundidos por los enfoques contemporáneos referentes a Dios, los adventistas del séptimo día se encuentran en medio de una guerra de adoración, que amenaza destrozar las comunidades y las iglesias. Esta guerra no es sobre música o instrumentos, sino que va mucho más profundo, al corazón del asunto.

¿A QUIÉN ADORAS TÚ?

La adoración fiel caracteriza al pueblo de Dios que vive en los últimos días. De hecho, el primer ángel de Apocalipsis 14, que vuela y proclama el evangelio eterno, nos desafía: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7).

La adoración es un tema importante en Apocalipsis. El pueblo de Dios adora al Cordero de Dios que está en el Trono (Apoc. 4:10; 5:14; 7:11; 11:16). Sin embargo, es Satanás, el dragón, quien demanda adoración de quienes viven en la Tierra (Apoc. 13:4, 8, 12, 14). Él sabe que estamos comprometidos con aquello, o con quien, adoramos.

Y la batalla continúa todos los días, alrededor de todo el mundo. Algunas personas adoran cosas (en el pasado, a esto se lo denominaba idolatría, pero hoy lo llamamos materialismo). Otros, adoran personas. En 2010, profesores de la Universidad Baylor –Paul Froese y Christopher Bader– publicaron America’s Four Gods: What We Say About Godand What That Says About Us [Los cuatro dioses de Estados Unidos: lo que decimos de Dios y lo que eso dice de nosotros]. En esa publicación sugerían, basados en una encuesta acerca de opiniones religiosas, que los estadounidenses tienen cuatro visiones distintas de Dios: el Dios autoritario, un Dios benevolente, un Dios crítico y un Dios distante. No es necesario decir que nuestra percepción de Dios claramente moldea nuestra adoración a él. Si Dios es distante y juzgador (o crítico), las personas tienden a adorar con cuidado y correctamente en la liturgia. Si Dios es benevolente (que claramente es así), al contrario de autoritario, podemos llegar a considerar a Dios como nuestro “gran amigo”.

Por momentos parece que hemos retratado a Dios a imagen de nosotros, en vez de reconocer que nosotros fuimos creados a su imagen y semejanza (Gén. 1:27).

ADORACIÓN Y REAVIVAMIENTO

Un repaso rápido de la historia de Israel confirma la conexión entre la adoración y el reavivamiento. La reforma y la restauración del templo de Ezequías son seguidas por la celebración de la Pascua (2 Crón. 29; 30). Casi un siglo después, el joven rey Josías comienza un gran reavivamiento en Israel, despojando a Judea y a Jerusalén de sus lugares altos, imágenes de Asera y otras formas de culto a los ídolos (2 Crón. 34). Después, Josías restablece la celebración apropiada de la Pascua (cf. 2 Crón. 35, esp. vers. 18).

Cuando centramos nuestros ojos en Dios, somos reavivados, nuestras prioridades se reorganizan, recordamos realmente quiénes somos (seres creados), reconocemos nuestros intentos desafortunados de moldear nuestro propio destino centrados en nosotros mismos.

ADORAR Y ESPERAR

La adoración no es solamente un tema teológico en la agenda del tiempo del fin de Dios. La verdadera adoración, en contraste con la falsa adoración, señala a nuestro Hacedor y Redentor, a través de nosotros.

Otros lo podrán ver de manera práctica. Santiago describe este elemento concreto de la adoración: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Sant. 1:27).

Las personas que esperan el glorioso regreso de su Maestro y Señor no se sientan en monasterios, iglesias o campus, ociosamente, para debatir las complejidades y las líneas de tiempo de su regreso. Están comprometidos con sus comunidades. Asisten a los desamparados, comparten materiales y bendiciones espirituales con los oprimidos y los desanimados; cuidan de los enfermos y abrazan a los moribundos.

El servicio desinteresado nos desafía. A menudo significa dejar nuestra zona de comodidad, ese lugar donde nos sentimos “como en casa”. Imita la actitud de Jesús, quien “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Fil. 2:7). Podemos verlo en la actitud de Jesús al lavar los pies de sus discípulos; incluso los de aquel que lo traicionaría. Y entonces, lo escuchamos, y recordarnos que debemos seguir su ejemplo (Juan 13:15).

LA ADORACIÓN Y EL SÁBADO

Si preguntas a cualquier adventista sobre la adoración, el sábado sin dudas entrará en la conversación. Los adventistas aman el sábado, pues nos recuerda nuestros orígenes: la intención de un Creador que nos hizo a su imagen y semejanza (Éxo. 20:8-11). También nos habla sobre el Paraíso perdido, y el plan de Dios para llevarnos a casa: somos pecadores que necesitan un Salvador y que necesitan ser liberados de “Egipto” (ver Deut. 5:12-15). La Creación y la Redención son temas importantes para nuestra adoración, y cada sábado es una oportunidad “para recordar”.

El sábado, sin embargo, también juega un papel importante en nuestra anticipación del regreso del Maestro. La habilidad de Satanás para reemplazar el sábado por el domingo finaliza en el escenario del tiempo del fin de Apocalipsis, que se centra en el verdadero día de adoración (Apoc. 13:11-17; 14:9; cf. la habilidad del cuerno pequeño de Daniel 7:25 para “cambiar los tiempos y la ley”). (1) Elena de White predijo: “Los que honran el sábado de la Biblia serán denunciados como enemigos de la ley y del orden,
como quebrantadores de las restricciones morales de la sociedad y, por lo tanto, causantes de anarquía y corrupción, que atraen sobre la Tierra los altos juicios de Dios”. (2)

Los comentarios de Elena de White nos recuerdan que el día de adoración no es una cuestión de preferencia, sino un tema de vida o muerte. Nuestro compromiso de adorar en el camino de Dios debe estar basado sólidamente en la palabra profética, y en un conocimiento personal del Salvador, quien es verdaderamente digno de adoración.

NADA QUE TEMER

El libro de Apocalipsis puede ser una lectura muy perturbadora. Cuando nos concentramos en las crisis, la persecución y la oposición a Dios, podemos llegar a sentirnos abrumados y atemorizados. Sin embargo, “la revelación de Jesucristo” (Apoc. 1:1) no se centra solamente en la crisis final. Una y otra vez, resalta el gozo final de la adoración al Cordero que se sienta en el Trono.

Los hijos de Dios no pueden mantenerse callados y quietos. “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (vers. 10), exclaman; y luego adoran a quien pagó el máximo precio por su salvación. El gozo que sienten nos recuerda la paz celestial y la felicidad eterna. Su adoración nos alienta a mantenernos firmes y siempre listos para servir. Su cántico nos cuenta sobre un futuro que ni siquiera podemos imaginar. Nada de un calor abrasador, nada de punzadas de hambre, nada de lágrimas o miedos, nada de soledad. Porque “Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (vers. 17).

¡Unámonos a su adoración hoy!

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Referencias:

(1) Los textos bíblicos corresponden a la versión Reina Valera 1960. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

(2) Elena de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), p. 649.

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PREGUNTAS PARA PENSAR

1. ¿De qué modo la adoración puede convertirse en el impulso de nuestro andar cristiano?

2. ¿Cuál es la relación entre la adoración y el sábado?

3. ¿Cuál es el vínculo entre la verdadera adoración y la Segunda Venida? ¿Por qué se nos advierte sobre no “adorar a la bestia”?

Revista Adventista de España