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Descarga tu revista de la Semana de Oración integrada, que celebraremos del 7-14 de noviembre.  El tema de la misma es: “Fidelidad en el estilo de vida cristiano” y se puede descargar, en PDF, aquí: Semana Oración Integrada 2020

El estilo de vida cristiano y el fruto del Espíritu.

Puede existir una «Asociación Adventista de Ladrones de Bancos»? Esa pregunta, podría decir usted, es ridícula, porque hay ciertos estilos de vida que no pueden asociarse con el adventismo. ¿Cómo deberíamos entonces vivir nuestra fe? Es una pregunta que requiere una respuesta bíblica. Consideremos dos de ellas.

Equivocados: Dos falsedades fundamentales 

Para algunos, un estilo de vida distintivo realmente no es importante, porque se rehúsan a ver el vínculo entre creencia y estilo de vida, doctrina y conducta. Entonces están los que se enfocan solo en las reglas y reglamentos, desplazando a Cristo del centro de la experiencia religiosa.

El apóstol Pablo enfrentó una situación similar en Galacia. Algunos cristianos creían que la libertad en Cristo los liberaba de una vida ética (Gál. 5:13–6:10). Había otros que también creían que podían ganarse el favor de Dios siguiendo reglamentos obsoletos del Antiguo Testamento, incluida la circuncisión (Gál. 1:1-5:12).

Pablo desafió ambas posiciones. Para los que creían que las obras no eran importantes, el apóstol enfatizó que el pueblo de Dios será juzgado según sus acciones (Gál. 6:7, 8). Para los que creían que las obras les ganaban mérito divino, Pablo aclaró que «el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo» (Gál. 2:16). El apóstol enfatizó que a menos que el estilo de vida cristiano esté arraigado en el evangelio, se torna, en el mejor de los casos, gracia barata, y en el peor, perfeccionismo.

La clave para la vida cristiana, según Pablo, reside en un compromiso radical con Cristo por medio de la presencia y el poder del Espíritu Santo. En Gálatas 5:22 y 23, el apóstol usa la expresión «fruto del Espíritu» para referirse a virtudes o rasgos de carácter producidos por el Espíritu Santo. Pablo enumera nueve virtudes que conforman el «fruto del Espíritu».

Estas incluyen:«amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza». Todas estas virtudes representan el carácter de Cristo que somos llamados a manifestar como sus seguidores. Como lo indica el término, el fruto del Espíritu no es de fabricación humana sino dado por Dios. Así como los manzanos no pueden dar plátanos y los cerdos no pueden volar, es imposible que los seres humanos pecaminosos produzcan virtudes piadosas por sí mismos. Solo Dios puede producir y expresar su carácter en nosotros.

De allí la pregunta: ¿Compartimos la visión bíblica de un estilo de vida cristiano? La verdad es que no podemos exaltar a Cristo en nuestras familias, iglesias y comunidades a menos que esas virtudes de «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» lleguen a ser una parte integral de nuestro carácter y estilo de vida cristianos.

En lo cierto: Tres verdades fundamentales

Surge ahora la pregunta: ¿Cómo puede el fruto del Espíritu arraigarse en nuestro corazón y manifestarse en nuestra vida diaria? En Gálatas 5:24 y 25, Pablo nos señala tres maneras relacionadas en las que manifestamos el verdadero estilo de vida cristiano como discípulos fieles.

En primer lugar, manifestamos el verdadero estilo de vida cristiano como discípulos fructíferos cuando nos recordamos constantemente que somos de Cristo (vers. 24). Para llevar fruto tenemos que estar conectados diariamente con Cristo (véase Juan 15:5). En efecto, ser cristiano significa más que creer ciertas doctrinas y adhesión a ciertas reglas; implica una transformación radical del corazón que lleva a obedecer a Dios por la fe.

Notemos que Pablo coloca el amor al tope de la lista de virtudes, porque ve a esa virtud suprema como la evidencia decisiva de un estilo de vida cristiano auténtico. En otras partes, amonesta a los gálatas diciéndoles: «servíos por amor» (Gál. 5:13). El punto es que nuestra vida diaria puede proclamar el evangelio con poder.

Elena White lo expresó de esta manera: «Hay en la vida tranquila y consecuente de un cristiano puro y verdadero una elocuencia mucho más poderosa que la de las palabras. Lo que un hombre es, tiene más influencia que lo que dice […]. El argumento más poderoso en favor del Evangelio es un cristiano amante y amable».* Un verdadero estilo de vida cristiano es cristocéntrico.

En segundo lugar, manifestamos un verdadero estilo de vida cristiano como discípulos fructíferos cuando crucificamos «la carne con sus pasiones y deseos» (vers. 24). Como cristianos, no podemos transigir en las obras de la carne (vers. 19-21) y afirmar que estamos yendo en dirección al cielo.

Necesitamos morir «Cuando Cristo llama a un hombre, le pide que lo siga y muera». Como creyentes, asumimos la responsabilidad de desterrar todas las malezas que amenazan ahogar nuestra vida espiritual, para que el fruto del Espíritu florezca. En términos prácticos, esto significa que es necesario dar muerte a todo hábito, práctica o vicio que alimente la vida antigua donde cabía la búsqueda egoísta y la autocomplacencia. Un verdadero estilo de vida cristiano se niega a sí mismo.

En tercer lugar, manifestamos un verdadero estilo de vida cristiano como discípulos cuando “caminamos en el espíritu” (Gálatas 5:25). Caminar en el Espíritu significa ser controlado por el Espíritu Santo en cada área de la vida, desde nuestros pensamientos y emociones más profundos hasta nuestras relaciones e interacciones diarias. Esto implica dejarse moldear y energizar por la Palabra, la oración, la adoración, la comunión y el servicio.

Es importante recordar que todo estilo de vida cristiano que no  es dirigido por el Espíritu fracasará miserablemente. Al seguir en sintonía con el Espíritu, tenemos que tomar la decisión consciente de matar de hambre al hombre viejo y cultivar el fruto del Espíritu.

Gracias al poder divino que posibilita nuestros esfuerzos, haremos lo correcto. Nuestros valores de estilo de vida no se parecerán o conformarán a las prácticas populares. Cuando el Espíritu nos convence de nuestras elecciones erróneas (en lo que decimos, cantamos, usamos de entretenimiento, etc.), buscaremos humildemente el perdón. Por el contrario, cuando nos parezca que estamos progresando, nos abstendremos de una actitud crítica hacia otros peregrinos que están luchando en su caminar con Dios. Un verdadero estilo de vida cristiano es guiado por el Espíritu.

Un principio adicional

El fruto del Espíritu, puesto en práctica todos los días, exalta a Cristo en nuestro pensamiento, sentimiento y conducta. Solo una relación viviente con Cristo puede hacer que dé fruto una nueva manera de ser y vivir que glorifique a Dios y atraiga a otros a él. En resumen, eso es lo que constituye un verdadero estilo de vida cristiano: ser discípulos fructíferos que reflejen la semejanza de Cristo en el carácter y la conducta. ¡Que esa sea nuestra experiencia!

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Por qué es importante demostrar el fruto del Espíritu?
  2. ¿Puede pensar en cambios específicos en su estilo de vida que el Espíritu lo está instando a introducir?
  3. ¿En qué aspectos cambiaría su vida si permitiera que el Espíritu de Dios lo controlara por completo?

Autor: Alain Coralie, secretario ejecutivo de la División de África Centro-Oriental de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. 

Revista Adventista de España