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Entre las señales del tiempo del fin Jesús mencionó el engaño religioso. Su advertencia fue clara al prevenirnos ante la aparición de falsos profetas (Mat. 24:4, 5, 11, 24).

La profecía, la capacidad de anticiparse al futuro, ha cautivado a los seres humanos desde tiempos antiguos, tal y como nos muestran los registros históricos. Diversas religiones y culturas, incluyendo el judaísmo, la cristiandad, el islam, la antigua Grecia, los vikingos y otros han tenido profetas. Pero, ¿todos los que pretenden ser profetas los son realmente?

En la Biblia, la palabra profeta viene de la palabra hebrea “nabi”, que significa “portavoz”. Otra palabra hebrea, “ro’eh”, significa literalmente “uno que ve”, y podría ser traducida como “vidente”. En griego, la palabra es “profetes”, que significa “uno que habla por adelantado”.

Desde el punto de vista de la revelación bíblica el hecho de que alguien pretenda ser un portavoz de Dios no garantiza que lo sea, porque existe el problema del engaño.

Esta falsedad de la revelación divina tiene su origen en el Edén y forma parte del conflicto cósmico entre el bien y el mal. Lo vemos claramente en los primeros capítulos del Génesis donde Dios anuncia cual sería el resultado de no seguir sus instrucciones (Gen. 2:16, 17). Dios dijo claramente: “moriréis”. Sin embargo, un poco más adelante vemos que Satanás, usando a una serpiente. da un anuncio diferente: “no moriréis” (Gen. 3:4).  Nos encontramos aquí ante una revelación verdadera y una falsa, ante lo auténtico y lo falsificado. A partir de este momento, tantas veces como Dios se comunica con el hombre y revela su voluntad, el Engañador ha procurado falsificar el mensaje de Dios. De allí que a lo largo de los tiempos también el mal ha tenido sus mensajeros: los falsos profetas.

El profetismo verdadero y falso en el pueblo de Dios

En el Antiguo Testamento “ro’eh” (vidente), aparece en 1 Sam, 9:9, indicando que el profeta era una persona que tenía una relación inmediata con Dios. También se usa “nabi”, palabra que designa a quien le es comunicado el mensaje de Dios para su proclamación o uno a quien se le comunique cualquier cosa secretamente. Así, por lo general, el profeta era alguien sobre quien reposaba el Espíritu de Dios (Num. 11:17-29), uno a quien y por medio de quien habla Dios (Num. 12:2; Am 3:7, 8). En el caso de los profetas del AT sus mensajes eran mayormente la proclamación de los propósitos divinos de salvación y gloria dispuestos para el futuro.[1]

En la Biblia se habla de profetas que reciben el mensaje de Dios (Am. 3:7). El profeta es el portavoz de Dios. El que habla en lugar de Dios a otros. Quizás esto se ilustra con la historia de Moisés y Aarón. Cuando Moisés se resiste a hablar en nombre de Dios, poniendo como excusa que él es tartamudo, Dios le dice que traiga a Aarón.

“Y tú le hablarás, y pondrás las palabras en su boca; y yo estaré con tu boca y con su boca y os enseñaré lo que habéis de hacer. Además, él hablará por ti al pueblo; y él te servirá como boca y tú serás para él como Dios… Entonces el Señor dijo a Moisés: Mira, yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú hablarás todo lo que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje salir de su tierra a los hijos de Israel” (Ex. 4:1, 16; 7:1, 2).

En el Nuevo Testamente, προφήτης aparece 144 veces, principalmente en Mateo, Lucas, Hechos y Juan. Designa generalmente al que transmite un mensaje inspirado por Dios (2 Pe. 2:16) y que puede predecir el futuro (Hech. 11:28), conocer el pasado (Jn. 4:19), y puede mirar el corazón (Lc. 7:39), pero es esencialmente un proclamador de la palabra, no un mago ni un encantador. [2]

Pero ante la verdadera actividad divina de comunicación aparece la falsa y tanto el Antiguo cómo el Nuevo Testamento hablan de los falsos portavoces de Dios.

Ya el Antiguo Testamento menciona manifestaciones proféticas que son “shéqer”, falsedad. Los profetas de Ba’al son “falsos”. Y como en Israel no hay más verdad que la palabra de Jehová, que Él comunica y los otros dioses son “vanos”, “incapaces de salvar”, son “nada”. Sus profetas también son vanos, su palabra falsa y no puede tener eficacia alguna.

“Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos. ¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: ¿Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?  Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto vosotros habéis hablado vanidad, y habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros, dice Jehová el Señor. Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor” (Ez. 13:6-9).

El término “falso profeta” (pseudoprofétes) aparece en los siguientes versículos del Nuevo Testamento: Mt. 7:15, 24, 11; Lc. 6:26; Hech. 13: 6; 2 Pe. 2: 1; 1 Jn. 4:1; Apc. 16: 13; 19: 20; 20: 10.

“El falso profetismo existe de alguna manera en la Iglesia. La segunda carta de San Pedro, en particular, pone en relación a los “falsos profetas” de Israel con los “falsos maestros” cristianos: “Hubo también falsos profetas en el pueblo, como también entre vosotros habrá falsos maestros (pseudodidáskaloi’)”. Esta relación explícitamente establecida entre falsos profetas y falsos maestros invita a examinar otros textos donde los autores sagrados se enfrentan con el fenómeno de las falsas doctrinas, sin nombrar literalmente a los falsos profetas. Parecen destacar entre esto textos los siguientes: 2 Cor.11: 18-15; 1 Tim. 1:3-11; 4:1-5; 2 Tim. 2:14-21; Tit. 1:10-16; 3:8-11; 1 Jn. 2:18-27; Judas 8-16”.[3]

¿Por qué hay profetas falsos?

Satanás, el diablo, un ángel caído, es el padre de las mentiras y ha engañado al mundo entero (Juan 8:44; Apocalipsis 12:9). Su meta ha sido torcer y falsificar la verdad de Dios y desalentar a la humanidad de seguir el camino a la felicidad verdadera y vida eterna. Él influye en las personas para que se conviertan en profetas falsos y lo ayuden en su objetivo.

Otra razón dada en la Biblia es que algunas personas hablan de su propia imaginación. Dios dice: “¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!” (Ez. 13:3). A lo largo de los siglos, numerosos profetas falsos han surgido a causa de sus propios deseos y la influencia de Satanás.

Uno puede preguntarse por qué los falsos profetas y falsos maestros pueden conseguir adeptos. En primer lugar, porque el falso mensajero mezcla la verdad y la mentira, creando la peor de las mentiras, aquella que, por sus tintes de veracidad, es difícil de identificar como engaño.

Por otra parte, hay una clase de personas que habiendo hecho profesión de cristianismo no se han entregado al Señorío de Cristo y de su Palabra. Estas personas, que suelen tener un locus de control externo, suelen seguir a cuanto mesías aparezca con un mensaje que se ajuste a sus expectativas y como suelen ser personas fácilmente sugestionables, son presa fácil de estos embusteros.

Cómo distinguir al verdadero del falso profeta

Jesús y los apóstoles advirtieron muchas veces acerca de los profetas engañadores. En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:15-17). Estos profetas pueden ser identificados por sus “frutos”, o sea que los verdaderos profetas vivirán de acuerdo a la ley de Dios y en sus vidas y ministerio se verán esta relación con Dios. Aquí es oportuno recordar que dentro de lo que es una evidencia de la naturaleza carnal están las “contiendas, disensiones y herejías” (Gal. 5:20). Estos elementos suelen aparecer en la labor de estos falsos enviados de Dios que crean contiendas, divisiones y siembran herejías entre el pueblo de Dios.

  1. Sus profecías deben cumplirse

Ya Moisés enseñó al antiguo Israel:

Si el profeta hablare en nombre del Eterno, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que el Eterno no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él” (Deut. 18:22).

La Biblia da unas pocas excepciones. Muestra que Dios tiene la prerrogativa de cambiar su decisión, como fue el caso con las profecías de Jonás acerca de Nínive (Jon. 3:10). Esto no significa que los verdaderos siervos de Dios no puedan equivocarse acerca del tiempo, como Pablo se equivocó al asumir que él estaría con vida al regreso de Cristo (1 Tesal. 4:15). Excepto en circunstancias como estas, si las predicciones de un profeta no se cumplen, entonces él o ella no es un verdadero profeta.

  1. Debe sujetarse a la autoridad de la revelación

Dios explicó a los que tontamente buscan conocimiento de los médiums y hechiceros:

“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Is. 8:19-20).

Pedro declaró que los apóstoles podían basar la autoridad de su mensaje en su experiencia al haber visto y oído lo referente a Jesús. Pero no colocan su autoridad sobre la base de su experiencia subjetiva; pero por encima de la experiencia subjetiva estaba la autoridad objetiva de la “palabra profética más segura”. Es a esa Palabra y no a la experiencia sensible de la percepción a la que hay que estar atento, porque la revelación objetiva de Dios, su Palabra revelada, está siempre por encima de la experiencia subjetiva. Y esto es así porque la palabra del verdadero profeta viene de Dios y no de su propia voluntad.

“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pe. 1:16- 21).

En realidad, el falso profeta instrumentaliza la Escritura para sus fines, y se yergue como autoridad sobre ella. Se coloca por encima de la misma y sujeta a sus seguidores a sus interpretaciones personales de la misma. No lleva a las personas a aceptar a la autoridad de la Biblia, sino a aceptar su autoridad. Él se presenta como mesías, guía, profeta y autoridad final en materia de fe y práctica.

Algunos falsos profetas a la luz de la historia pasada y reciente

Sin intención de ofender a nadie, mencionaremos algunas personas que, debido a su mensaje y los resultados del mismo en contraste con la revelación bíblica, pueden ser considerados falsos profetas:

  • Mahoma (570-632), el fundador del islam, puede ser catalogado como un profeta falso. Si bien su monoteísmo lo asemeja a los profetas del Antiguo Testamento, su ministerio se produce durante la era cristiana y es claro su rechazo a la Trinidad, la divinidad de Cristo y el sacrificio expiatorio pleno de Jesús. Presenta a Jesús solo como un profeta, incluso inferior a él mismo, enseña un sistema de salvación por obras y tiene una negativa a subordinarse a la autoridad de Cristo y su Palabra.
  • Joseph Smith (1805-1844), fue el fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Aunque aparentemente cristiano, sus enseñanzas y vida están en oposición a las verdades centrales del evangelio. Además de restaurar un sacerdocio que según la Biblia solo ostenta Cristo desde su muerte, resurrección y ascensión, sus escritos han promovido una denominación cuyos miembros no basan su fe en la Biblia como única regla de fe y práctica, no creen en que hay un solo Dios, niegan la deidad de Cristo, no creen en la relación directa de Dios con los hombres, no creen en la obra perfecta de Cristo por la humanidad, niegan la salvación solo por gracia y han favorecido la poligamia.
  • Podríamos hablar de otros cómo Jim Jones (1931-1978), fundador del Templo del Pueblo, y Marshall Applewhite (1931-1997), fundador de la secta Puerta del Cielo. Ambos tienen algunas similitudes. Fueron líderes de gran carisma, con una oratoria apasionada. Pudieron crear grupos de seguidores que hicieron de ellos sus guía y autoridad final. Ambos se colocaron como intérpretes de la revelación y mensajeros de Dios. Fomentaron el subjetivismo religioso y llegado el momento guiaron a sus seguidores a un suicidio colectivo. Al igual que otros, no hicieron de la Biblia al autoridad final y piedra de toque de doctrinas y experiencia religiosa, sino que ellos fueron la norma de la fe y práctica de sus seguidores, llevando a estos a anular su libre albedrío, bajo el control de su autoridad.
  • Otro caso muy interesante es el de David Koresh (1959-1993). Nacido Vernon Wayne Howell, fue el líder de la secta “Davidiana”, una escisión del movimiento religioso ‘La Vara del pastor’, con sede en Waco, Texas. En 1983 comenzó a decir que era el último profeta y “el Hijo de Dios el Cordero”.  Se colocó cómo Mesías y portavoz de Dios. Llegando a controlar de tal manera a sus seguidores que impuso un celibato estricto para todos, menos para él mismo (una “revelación divina” le dijo que él y solo él podía tener relaciones sexuales con todas las mujeres de la comunidad, soleteras o casadas). Finalmente reunió a sus seguidores y un gran arsenal en una granja en 1993. Tras un fuego cruzado con agentes del FBI, estos irrumpieron en el sitio en una operación que terminó con un incendio en la sede del grupo. Además de Koresh, murieron 54 adultos y 21 niños.
  • José Luis de Jesús Miranda (1946-2013), fundador puertorriqueño y líder de la Iglesia Creciendo en Gracia es otro exponente del falso profetismo mesiánico. Además de sostener que era una reencarnación de Cristo, sostuvo su inmortalidad y una autoridad férrea sobre sus seguidores, especialmente de sus finanzas, lo cual lo hizo millonario. Finalmente enfermó de cáncer y murió, tras lo cual su esposa se hizo cargo de la secta y asumió el rol profético.

El Problema Adventista

Desde sus orígenes el adventismo enfrentó la disidencia y la aparición de falsos maestros, que a semejanza de los falsos profetas generaron división en las filas del remanente. Tras el Gran Chasco de 1844, y aun antes de que el pequeño grupo de adventistas del séptimo día se denominará así y se organizarán como iglesia, se vio atacado por disidentes y sus seguidores. Varias cosas parecían fomentar la división: la insatisfacción con el liderazgo; supuesto descubrimiento de “nueva luz”; y problemas personales de egocentrismo y búsqueda de cargos, a veces despertando dudas en cuanto al equilibrio mental de quienes incurrían en esa conducta.[4]

Esta triste realidad está en concordancia con lo que la Escritura dice para los últimos días sobre los falsos profetas que según Pedro aparecen como falsos maestros:

Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina” (2 Ped. 2:1).

Algunos grupos disidentes y sus enseñanzas

Los adventistas de la reforma

Surgidos durante la primera guerra mundial en Alemania, debido a la posición de la iglesia en ese país sobre la guerra y el portar armas, han sido y son uno de los principales discrepantes de la Iglesia Adventista.

La acusan de ser Babilonia, y se hacen pasar como celosos defensores de la ortodoxia del mensaje; enseñan que el adventismo apostató también al no hacer una prueba de discipulado la práctica de la reforma pro-salud. Insisten que para predicar la verdad presente es necesario abandonar la Iglesia Adventista, aunque aparentemente las doctrinas son las mismas, ellos sostienen que hace mucho Dios abandonó a la iglesia, y por lo tanto se ha convertido en Babilonia.

El problema de este grupo disidente es que desconoce tanto la Biblia como los Escritos de Elena White, ya que la Biblia claramente presenta quién es Babilonia (Apocalipsis 14:8; 17:1-3; 18:1-4): Roma y sus hijas con sus falsas doctrinas. Por otro lado, estos individuos desconocen lo que dice Elena White con los que aseveran tal cosa, porque ella misma expresó el peligro de decir que la iglesia es Babilonia.

“El pretender que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es Babilonia es tener la misma pretensión que Satanás, que es un acusador de los hermanos, que los acusa delante de Dios día y noche”.[5]

“En el mundo existe solamente una iglesia que esté actualmente en la brecha, reparando el muro, reedificando las ruinas; y cualquier hombre que llame la atención del mundo y de otras iglesias a esta iglesia, denunciándola como Babilonia, hace una obra que concuerda con la del acusador de los hermanos”.[6]

La Vara del Pastor

El fundador de este movimiento es Víctor Tasho Houteff nació en Raikovo, Bulgaria, el 2 de marzo de 1885, y murió en Waco, Texas el 5 de febrero de 1955.

Entre las creencias erróneas de este movimiento están: creer que el tercer Elías que menciona (Mal. 4:5) es Víctor Tasho Houteff, quien “relevó” a Elena White en la función profética. Sostienen que la matanza que menciona Ezequiel 9 es literal y se llevará a cabo dentro de la Iglesia Adventista, comenzando por los pastores, siendo los miembros de la Vara del Pastor el brazo ejecutor de los juicios de Dios.

Creen que ellos tienen el aceite de extra que les falta a las vírgenes fatuas, según ellos éstas son la iglesia adventista por no aceptar el mensaje de la vara, y se basan en (Mateo 25:6-12). Opinan también que ellos fueron levantados para despertar a la iglesia del sueño laodicense, su cita preferida es (Apocalipsis 3:14-22). Piensan que las oraciones deben hacerse solo de rodillas, así que ellos se arrodillan donde quiera que estén, ya sea en polvo, tierra, piedras, debajo del sol o la lluvia; creen también, que la mujer debe usar un velo en la cabeza; también creen igual que los Testigos de Jehová que los 144,000 son literales, ni una más, ni uno menos.

La táctica de operar de este grupo es llegar a los templos adventistas donde se infiltran cómo si fueran verdaderos adventistas y se dedican a doctrinar a los mismos hermanos para que acepten este mensaje de la Vara.

El movimiento de los 2520

Su mayor promotor actualmente es Jeff Pipenger que basa sus creencias en lo que creía Miller en cuanto a la profecía de los 2520. Miller sostenía de acuerdo a sus estudios y cálculos que en Levítico 26 había una profecía de tiempo que equivalía a 2520 años. Según Miller, este periodo al aplicar el principio día por año empezaban en el año 677 a.C., cuando Babilonia llevó prisionero al rey Manasés y terminaban justamente en 1844, lo que se le conoce como la profecía de los 2520.

La base de Miller está en la expresión “siete veces” como aparece en español; él creía que eran siete tiempos por la versión KJV en inglés, está versión traduce estos versos como “siete tiempos” mencionados en Levíticos 26:18,21,23,24,28 equivalían a 2520 años.

El problema de la interpretación de Miller es que se basó en una lectura literal de la versión de la Biblia en inglés que él usaba. Pero al analizar el capítulo siguiendo el método histórico-gramatical se ve claramente que en ese capítulo no existe ninguna profecía de tiempo. Ni en el hebreo ni usando el contexto se pudo encontrar. Lo que los textos en su contexto determinan es que el siete que se usa en los versos 18,21,23,24,28 se deben entender como dureza e intensidad, y no como una profecía de tiempo. Levítico 26 no es una profecía apocalíptica. Levítico 26 no es una profecía de tiempo. La palabra “siete” indica una séptupla intensidad, no un periodo de tiempo. No existe una profecía de tiempo en Levítico 26.

En 1863, el año en que fue organizada oficialmente la IASD, fue elaborado un nuevo diagrama, el cual no incluyó la profecía de los 2520 años. La nueva iglesia organizada con su primera Conferencia General, comisionó a James White para que hiciera el nuevo diagrama, lo cual él comenzó a hacer en aquel otoño de 1863. James White consideró que el nuevo diagrama estaba “mucho mejor”, y “aquellos que enseñan la verdad presente se verán grandemente ayudados con él”.

“El diagrama profético va a ser mucho mejor que el que está actualmente en uso. El santuario y los ángeles serán mayores y más audaces, de tal manera que todas las cifras del diagrama puedan ser vistas igualmente claras. De lo que ya hemos visto de la obra, juzgamos que va a ser algo bello”. [7]

La declaración de James White que el nuevo diagrama profético sería mucho mejor que el que estaba siendo usado, es especialmente significativa.

Este movimiento cree que la iglesia está en apostasía por no aceptar los diagramas de Miller y el 2520; aseguran que la profecía más larga de la Biblia son los 2520, y no los 2300 días como lo enseña Daniel 8:14.

Otra de las creencias de este movimiento es que creen que la lluvia tardía cayó cuando las Torres gemelas fueron destruidas en el atentado del 11 de septiembre de 2001; su base son algunas citas de Elena White en su libro Notas Biográficas de Elena White p. 451. Tampoco creen en la organización de la iglesia, está en contra de los diezmos, o sea no hay que darlos a la organización, si no a su movimiento independiente.

Este grupo, igual que la Vara del Pastor, es experto en torcer la Biblia y sacar citas de Elena White fuera de contexto, añadiendo palabras y significado preconcebidos a las citas. Esta estrategia los ha llevado a condenar la teología, la hermenéutica y todo lo que la iglesia usa para profundizar en la Biblia, ellos aseguran que la teología y la hermenéutica son paganas.

Los promotores de la teoría del 2031

Este grupo enseña que Cristo vendrá en el 2031. Su base para sostener esta teoría son los 6000 años que menciona Elena White. Según sus cálculos matemáticos, Cristo vendrá en ese año porque, según ellos, allí se terminan los 6000 años de pecado.

El problema con esta teoría es que Elena White nunca escribió sobre los 6000 años con la intención de usarlos para poner fechas para el retorno de Cristo; ella usó la expresión para  recalcar una verdad y un evento que gira alrededor de la cita, y no para pronosticar fechas.

Hay varias declaraciones donde Elena White usa el término 6000 años, pero eso varía en cómo ella se refiere a este tiempo: algunas hablan de “6000 años”, otras dicen “como 6000 años,” o “cerca de 6000 años,” y “casi 6000 años”; al menos una incluso dice que “más que 6000 años.”

En 1872, ella escribió:

Dios dotó al hombre con gran fuerza vital que él ha resistido la acumulación de enfermedad traída sobre la raza en consecuencia de los hábitos pervertidos, y ha continuado por seis mil años.”[8]

Si tomamos al pie de la letra esta declaración significaría que los 6000 años ya estaban cumplidos en 1872. Pero ella jamás pretendió usar esta expresión cómo algo cerrado. Más bien para referirse a un periodo indefinido asociado al reinado del mal entre los seres humanos

De lo contrario eso contradice otras citas de la misma autora, donde ella misma condena el peligro de poner fechas, ya sea horas, días o años para el retorno de Cristo. El deber de la iglesia es predicar un mensaje (Apocalipsis 14:6-12), y no fechas (Mateo 24-25; Marcos 13:32; Hechos 1:7).

“Si usted lleva el yugo de Cristo, si soporta su carga, verá que hay mucho que hacer en armonía con los siervos de Dios en la obra de predicar a Cristo y a Cristo crucificado. Pero cualquiera que empiece a proclamar un mensaje para anunciar la hora, el día o el año de la aparición de Cristo, ha tomado sobre sí un yugo y está proclamando un mensaje que el Señor nunca le ha dado”. [9]

Este grupo, igual que el del 2520, tampoco cree en la organización de la iglesia, está en contra de los diezmos, o sea no hay que darlos a la organización, pero sí a su movimiento.

“Nuestra posición ha sido de esperar y velar, sin que se proclame un tiempo [o fecha] que tenga lugar entre el fin de los períodos proféticos en 1844 y el momento de la venida de nuestro Señor. [10]

“Dios ha puesto en su propia potestad los tiempos y las sazones. ¿ Y por qué  no nos ha dado Dios ese conocimiento? Porque si lo hiciera, no lo usaríamos debidamente. Ese conocimiento provocaría entre los hermanos un resultado que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar a un pueblo que pueda resistir en el gran día venidero. No hemos de vivir dependiendo de la excitación originada por fechas especiales. Tampoco enfrascarnos en especulaciones en cuanto a los tiempos y las sazones que no ha revelado Dios”. [11]

“No toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.” (Hechos 1:7)

“Yo quiero que vean que no está  en la providencia de Dios que ningún hombre finito pueda por ningún engaño o calculo que él pueda hacer de figuras, o de símbolos, o de tipos, saber con alguna de finitud con respecto a el mismo periodo de la venida del Señor.[12]

“Nosotros estamos cerca al final, pero si usted o algún otro hombre fuera seducido por el enemigo, y llevado a establecer , fijar tiempo para la venida de Cristo, el estaría haciendo la mismo trabajo del maligno que ha forjado la ruina de las almas de aquellos quienes han hecho esto en el pasado. [13]

Antitrinitarios

Este grupo sostiene que los pioneros no creían en la Trinidad. Tampoco creen en el Espíritu Santo como tercera persona.

Usan escritos de Elena White fuera de contexto o citas ambiguas donde ella solo habla del Padre y el Hijo, haciendo creer que no existe una tercera persona.

El problema de este grupo es que desconocen el desarrollo de la comprensión progresiva de la verdad dentro del adventismo, no mencionan que muchos de los pioneros eran trinitarios, incluso Elena White que siempre fue trinitaria y en numerosas declaraciones habla de la Deidad en términos de Trinidad.

“Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes—el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe”.[14]

“El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino”. [15]

Por otro lado, la Trinidad que los pioneros condenaban era la Trinidad católica que minimiza al Hijo del Padre, y al Espíritu Santo del Hijo; mientras que la Biblia los presenta como iguales y con los mismos atributos divinos. Muchos de nuestros pioneros provenían de comunidades religiosas semi-arrianas, donde no creían en la divinidad de Cristo como Dios eterno. Pero Elena White escribió categoricamente:

“Era igual a Dios, infinito y omnipotente… Es el Hijo eterno y existente por sí mismo”.[16]

Los Judaizantes

Estos grupos sostienen que debemos guardar las fiestas santas que celebraba el pueblo de Israel y que estas fiestas constituyen la verdad presente para este tiempo.

La Biblia deja muy en claro que estas fiestas dadas a Israel; eran solo para señalar el sacrificio y la obra redentora del Mesías. Con la muerte de Cristo estos ritos y ceremonias perdieron su significado. Todo el asunto fue decidido en el Concilio de Jerusalén. La materia en cuestión fue colocada claramente:

“Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés”. (Hech. 15:5).

La decisión del Concilio, inicialmente pronunciada por Jacobo (Hech. 15:19-20), siendo que los apóstoles concordaron luego con él, decía lo siguiente:

“Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así́ que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo.

Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien”. Hechos 15:24-29.

Las palabras de Pablo también son categóricas en relación a no aceptar las enseñanzas de estos falsos maestros:

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo”.(Col. 2:8-17)

Conclusión

Podríamos mencionar también otros grupos que por supuesto tienen líderes carismáticos que aseveran haber sido llamados y comisionados por Dios para sacar al remanente de la apostasía, tales como los adventistas históricos, los perfeccionistas que sostienen que habrá una última generación impecable, gambetistas, etcétera.

Todos estos grupos existen y sobreviven gracias al adventismo, ya que entienden la misión, no en términos de ir por el mundo y predicar el evangelio, sino más bien como denunciar la apostasía adventista e invitar a salir a los miembros de la misma para formar parte de su movimiento, que ellos presentan como el verdadero remanente. Éstos se nutren de la vida del adventismo, de sus miembros y los recursos de los mismo. No tienen vida original ni propia y no podrían existir si no fuera porque hay adventistas dispuestos a engrosar sus filas.

No obstante, no debiéramos olvidar que se nos ha advertido sobre el riego que implica seguir a estos falsos profetas, creadores de falsos movimientos que engañan a los escogidos de Dios.

“Dios no ha pasado por alto a su pueblo ni ha elegido a un hombre solitario aquí y otro allí como los únicos dignos de que les sea confiada su verdad. No da a un hombre una nueva luz contraria a la fe establecida del cuerpo. En todas las reformas se han levantado hombres que aseveraban esto. Pablo amonestó a la iglesia de su tiempo: “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí” (Hechos 20:30). El mayor daño que pueda recibir el pueblo de Dios proviene de aquellos que salen de él hablando cosas perversas. Por su medio queda vilipendiado el camino de la verdad”. [17]

“Ahora no podemos alejarnos del fundamento que Dios ha colocado. No podemos entrar en ninguna nueva organización, porque esto significaría apostatar de la verdad”. [18]

Autor: Daniel Posse, teólogo, doctorado en Ministerio y pastor adventista.

NOTAS:

 [1] Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo Testamento. Página 1494
[2] Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Página 749
[3] Falsos Profetas en el Nuevo Testamento. Página 1.
[4] Babilonia Está Afuera. Páginas 8 y 9.
[5] Elena de White. Testimonios para los Ministros. Página 42
[6] Elena de White. La iglesia Remanente. Página72
[7] Elena de White. Revier and Herald. 6 de Octubre de 1863.
[8] Elena de White.Testimonios para la iglesia. Tomo 3. Página 138.
[9] Elena de White. Testimonios para los Ministros. Página 61.
[10] Elena de White. Manuscrito 10:270 (1888), en Eventos de los Últimos Días (34.3).
[11] Elena de White. Mensajes Selectos. Tomo 1. Página 221.
[12] Elena de White. Manuscript Released. Tomo 10. Página 272.
[13] Elena de White. Testimonios para los Ministros. Página 60.
[14] Elena de White. Special Testimonies, Serie B, 7:62, 63 (1905).
[15] Elena de White.  El Deseado de Todas las Gentes. Página 625.
[16] Elena de White. Manuscrito 101, 1897.
[17] Elena de White. Joyas de los Testimonios. Tomo 2. Página 103.
[18] Elena de White. Mensajes Selectos. Tomo 2. Página 449.

Revista Adventista de España