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¿Has visto alguna vez a un bebé descubrir sus manos? Es asombroso. Y lo más asombroso es que ya nace con esas manos. Nadie va  al hospital, en el momento del alumbramiento y le pide al médico: ‘Por favor, doctor, póngale unas manos al bebé’. Sin embargo es tan pequeño, que ni siquiera llega a saber que las tiene. Y de pronto, llega un momento cuando el niño, sencillamente, las descubre. algo semejante ocurre con los dones espirituales. Cada don espiritual viene con la persona, en el momento de su nacimiento. Es un regalo de Dios en el nacimiento espiritual. Pero hay que descubrirlos y aprender a usarlos.

Es importante que se reconozca que los dones son dados por el Espíritu, según su voluntad. También es necesario de la oración y de la ayuda de otros hermanos en su administración. Aún así, todo debe dejarse en manos de Dios. Él nos ha dado la suficiente capacidad intelectual para que nosotros pongamos en acción los dones que nos regaló. Son estos regalos que el Espíritu tiene para cada uno de nosotros para que no solamente disfrutemos, sino que disfruten los demás al compartirlos con ellos gratuitamente.

Debemos procurar comprender que los dones espirituales no son premios o logros, son dones o muestras de gracia, inmerecidas e impartidas por la voluntad divina para el bien de toda la iglesia. Los dones espirituales no son trofeos de espiritualidad, sino regalos en forma de capacidades que Dios ha puesto en la iglesia para obrar sus propósitos.

Pensemos respecto a la distribución de los dones.

Son distribuidos por el Espíritu Santo. Tú no los decides. Es el Espíritu quién decide soberanamente. Él escoge el don para ti. No hay necesidad de que pidas a Dios un don espiritual en particular. Si eres consciente de que Dios te ha elegido para ser un miembro del reino de Dios, Él ya te ha dado por lo menos un don. Su don fue un regalo en el momento de tu nuevo nacimiento.

El color de mis ojos venía conmigo cuando nací, y esa es una característica natural. Un don espiritual es una característica sobrenatural y vino cuando nacimos de nuevo. Es tu gozo y tu responsabilidad descubrir el don que Dios te ha dado para desarrollarlo.

Cuando el Espíritu Santo entró en ti no entró con las manos vacías, entró con un regalo “cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1Pe. 4:10).

¿Cuál es el plan de Dios respecto a estos dones?

¿Qué propósito tiene Dios para tu don espiritual? “A fin de equipar completamente a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efe. 4:12).

Tu don es para beneficio a todo el cuerpo. Tu don no es para fines egoístas. No es un fin en sí mismo, es la herramienta para lograr un objetivo.

Tu don no es para tu propio goce. Tu don espiritual tiene un buen propósito: sirve para bendecir al cuerpo de la iglesia.

Dios te da un don espiritual para que puedas hacer un trabajo y hacerlo en la iglesia del Señor. Mi don te bendice a ti y tu don me bendice a mi. Y así nos bendecimos mutuamente.

A cada siervo de Dios le es dado un don por medio del Espíritu Santo y debe usarlo para el bien común. Los dones espirituales están diseñados para estímulo mutuo. Dios quiere que seas una bendición para tu iglesia y, por consiguiente, quiere hacer de ella una bendición para tu congregación, para tu comunidad, para tus vecinos, para tus amigos, para todos los que quieran conocer al Señor. Es una bendición para el mundo entero.

Cómo desarrollarlos

Para desarrollar los dones espirituales es necesario primero leer profundamente las Escrituras y tratar de entender en qué consiste cada don.

Podemos encontrar los dones espirituales relatados en las 4 principales fuentes de las Escrituras: Romanos 12:1-8, 1ª Corintios 12, Efesios 4:1-16, 1ª Pedro 4:10

Una vez que ya están identificados en la Escritura, pasamos al segundo paso, descubrir en nosotros mismos lo que el Espíritu puso en cada uno de nosotros.

Un requisito indispensable para el descubrimiento y desarrollo de los dones es la oración. Debemos emplear tiempo en oración, comunicándonos con el Señor y estando a su lado.

Busquemos, escudriñemos la Biblia para encontrar personajes que fueron capacitados por el Espíritu Santo y ejercitaron los dones que les ofreció el Espíritu. Cuando vemos que hay personajes bíblicos que fueron usados, llevados y traídos por el Espíritu, podemos tener la seguridad de que nosotros también seremos usados por el Espíritu así como ellos.

Hagamos de los dones el tema de mayor conversación entre nosotros, entre cristianos, y veremos cómo el Espíritu Santo nos usa, veremos cómo provocará un mayor deseo y anhelo de estar a su servicio.

Experimenta, ensaya, mira las necesidades que te rodean e intenta ayudar y servir. Estate siempre disponible para realizar las tareas que la Iglesia te ofrece, entonces podrás descubrir lo que verdaderamente tiene tu corazón y podrás descubrir los dones que te hagan feliz a ti y a los que te rodean.

Si estás siendo usado por el Espíritu a través de uno o varios dones, verás los resultados por ti mismo. Si estás ejerciendo los dones que tienes es porque has sido llamado para tal fin, de esta manera desarrollarás el don para la edificación del cuerpo de Cristo.

No te fíes de ti mismo. Habla con los hermanos, intercambia con ellos estas experiencias. Ellos también valorarán y experimentarán en ti las habilidades espirituales que el Espíritu te ha otorgado. No te dejes llevar por los sentimientos, escucha a los hermanos y ellos podrán brindarte apoyo y sugerencias válidas para que tu don sea un éxito dentro del cuerpo de Cristo.

Es toda una experiencia que debes practicar, pues no has sido llamado al pueblo de Dios para estar sentado en los bancos de tu iglesia y ver pasar los días, meses y años y que nunca pase nada. Has sido llamado por Dios para dar a conocer un mensaje que tiene repercusiones eternas. En ti ha confiado el Señor para ser su instrumento. “¿Qué haces tú dormido? Levántate y clama a tu Dios.” (Jonás 1:6).

Imagen: (cc) Flickr / Justin Lowery. Esquina inferior: Javier Moliner.

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Revista Adventista de España