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El texto de hoy se encuentra en Salmo 101:2, en la primera parte. “Entenderé el camino de la perfección, cuando vengas a mí“.

Esta preciosa promesa pasa casi desapercibida dentro del Salmo 101. Este salmo es un salmo de promesa, en concreto, de promesa o compromiso de parte del rey hacia Dios, donde se compromete a seguir a Dios fielmente, y no solo él, sino también se compromete a hacer que todo el que esté en la casa del rey cumpla con la ley de Dios.

Lo interesante es que este salmo de compromiso es una manifestación pública para ser íntegro delante de Dios y comprometerse a que todo el que viva en la casa del rey también sea íntegro. El salmo viene preambulado por una afirmación tremenda, llena de profundidad: “Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí“.

El salmista está dando por hecho que hay muchas cosas que no se entienden, que no entendemos y que posiblemente jamás las entenderemos, hasta que Jesús regrese a buscarnos en su segunda venida. Aún así, con esa premisa por delante, el salmista se compromete a seguir a Dios aunque haya cosas que no entienda, y de las que no encuentre el por qué.

Me gusta la idea que abarca la expresión “el camino de la perfección“. ¿Cuál o qué es el camino de la perfección? El camino de la perfección para muchos es el estilo de vida que debe seguir el creyente, una vida “perfecta” delante de Dios. Aún así, el hecho de que el camino de la perfección no lo haya entendido, quiere decir que los seres humanos nos cuesta entender cuál es la voluntad de Dios, y lo intentamos hacer lo mejor que podemos, con la ayuda de Dios.

No obstante el autor está dando por hecho que difícilmente se podrá alcanzar la “perfección” completa hasta que Jesús regrese y nos encontremos con nuestro Dios. Lejos de sentirse mal o deprimirse por darse cuenta de la imposibilidad humana (sin la ayuda divina) de alcanzar esa “perfección”, expresa: “[hasta] que vengas a mí“. En otras versiones de la Biblia, como la Dios Habla Hoy o La Palabra, esta frase la traducen como “ven a por mí”, como un ruego y un deseo que pondrá fin a la incertidumbre humana. Es la forma correcta de entender el asunto.

No se trata de que alcancemos por nuestros propios medios “la perfección” para poder encontrarnos con Dios, lo que es imposible sin Dios, sino que nuestro deseo de encontrarnos con Dios hará que busquemos ese camino de la perfección aunque nos cueste entenderlo, hasta que Dios mismo nos lo explique en persona, finalmente.

Otra forma de entender “el camino de la perfección” es el paso de la vida y las pruebas que van depurando nuestro carácter. En otras palabras, también pueden entenderse como un ruego y a la vez un voto de confianza hacia Dios, reconociendo que en esta vida pasamos por un camino de “perfeccionamiento” a través de muchas pruebas que pocas veces entendemos. Nos preguntamos muchas veces, ¿por qué? Y el salmista, ante ese interrogante concluye el preámbulo del compromiso con una afirmación: “Cuando vengas a mí“.

En otras palabras, el autor está diciendo: “Sé que pasaré por muchas pruebas, dificultades y situaciones dolorosas que no entenderé, pero las entiendo como parte de un proceso necesario que ayuda a cambiar y pulir mi carácter aunque ahora no lo entienda. Pero una cosa tengo clara, el día que por fin nos veamos cara a cara, sé que tendré todas las respuestas a todas esas preguntas que ahora no tengo. Y por eso, en este momento me comprometo a…” y se inicia el compromiso que engloba el resto del salmo.

Mi pregunta para ti hoy es, ¿te rendirás ante la primera prueba o problema que no tenga explicación, ante la primera situación injusta que venga en la vida? Te aseguro que Dios está deseando darte las explicaciones oportunas, pero hay veces que necesitamos esperar, hasta que Él venga y nos lo pueda aclarar cara a cara. Es una cita contigo que Dios no quiere perderse. No le dejes sin el gusto de poder explicarte muchas cosas cara a cara.

Revista Adventista de España