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“Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges,
Y en tu ley lo instruyes,
Para hacerle descansar en los días de aflicción,
En tanto que para el impío se cava el hoyo.
Porque no abandonará Jehová a su pueblo,
Ni desamparará su heredad,
Sino que el juicio será vuelto a la justicia,
Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón”
Salmo 94:12-15

La promesa de estar en paz y tranquilidad en los días de aflicción, de problemas y de tormenta la obtienen aquellos que han sido corregidos por Dios, que han aceptado la instrucción divina. A veces confundimos la instrucción y corrección de Dios con los verdaderos ataques del enemigo. Dios permite que cosechemos las consecuencias de nuestras propias acciones no santificadas, y esto, en las manos del Señor, se convierte en corrección y educación del carácter. Cuando hemos pasado por ese proceso, estaremos listos para resistir los problemas que el diablo nos arroja en el camino y que no son fruto de nuestra propia conducta.

De este modo, podremos tener la garantía de lo que continúa diciendo el texto, Dios no abandona a su pueblo, ni lo desampara. Dios se ha preocupado de antemano en prepararlo para los momentos más difíciles. Más aún, Dios será quien convierta la situación en una ocasión para mostrar justicia, su amor. La reivindicación del pueblo instruido no solo es por el propio derecho del creyente, sino que se aprovecha la ocasión para ser un testimonio a todos aquellos que siendo rectos de corazón aún no han conocido a Dios de cerca, “y en pos de ella [la justicia] irán todos los rectos”.

Revista Adventista de España