Skip to main content

“Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación. Te levantarás y tendrás misericordia de Sión, porque es tiempo de tener misericordia porque el plazo ha llegado” Salmo 102: 12-13.

El Salmo 102 es la oración de un afligido, en este caso, representando a Jerusalén (Sión) como pueblo de Dios personificado en alguien que eleva un ruego. Es tremenda la imagen del castigo que se tiene, del aparente abandono que uno experimenta. En un momento determinado, (versículo 10) la imagen es muy gráfica: “me alzaste y me has arrojado”, como si la persona, o pueblo, fuese un muñeco en las manos de Dios que se levanta hacia arriba para arrojarlo con fuerza contra el suelo o a la distancia.

Esto nos indica que subjetivamente, desde nuestro punto de vista, podemos llegar a sentir que Dios nos ha abandonado, o incluso que se ha enojado con nosotros al punto de arrojarnos, lanzarnos contra el suelo o lejos de su presencia. Pero el salmista, que recoge muy bien este sentir humano, nos acaba recordando que Dios no es así. La afirmación con la que empieza el versículo 12 “mas tú, Jehová, permanecerás para siempre”, implica que el escritor reconoce que las cosas no son como nos pueden parecer. Dios no es el que está enojado contra nosotros, sino otro ser maligno que está maltratando al pueblo de Dios.

El salmista está reconociendo que a pesar de las circunstancias, la soberanía última es de Dios, y su reinado no será quitado para siempre. Más bien al contrario, Dios es el que en última instancia siempre prevalece, “permaneces para siempre”. Al punto es así, que las bondades de Dios se recordarán y se recuerdan de generación en generación, más allá que los sufrimientos. Es más, los sufrimientos son ocasiones en las que Dios puede intervenir para convertirlos en bondades de Dios, y así convertir un momento amargo en un momento de liberación y gozo para ser recordado.

El salmista aún nos da más ánimos diciendo que, aunque parezca que Dios está lejos, o inactivo, nada más de la realidad. “Te levantarás y tendrás misericordia de Sión”. Dios está observando constantemente, y sus motivos tendrá para retardar su intervención, pero en cualquier caso, hay un “tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado”.

Dios nunca te dejará sufrir indefinidamente un problema o situación. Puede tardar más o menos, según desde nuestro punto de vista, pero “ha un tiempo” señalado que Dios conoce muy bien, para intervenir en la vida de cada uno.

No desesperes, sea cual sea tu situación. Dios tiene un tiempo señalado para ti, en el que manifestará su misericordia y su ayuda para el “oportuno socorro” (Hebreos 4:16)

Revista Adventista de España