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Líderes: la tarea es hacer discípulos. Jueves 26 de mayo de 2022.

SEMANA DE ORACIÓN: Id y Haced Discípulos. La Carta Magna de Jesús: el discipulado.

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Algunas personas se sorprenden al descubrir que la palabra cristiano es utilizada –solamente– tres veces en el Nuevo Testamento (Hech. 11:26; 26:28; 1 Ped. 4:15, 16). El término más usado para referirse a los seguidores de Jesús es “discípulo”.

Esta es una palabra o concepto muy importante en el contexto bíblico, pues guarda en sí el más profundo sentido de lo que significa seguir a Cristo. Ser discípulo, en el contexto espiritual, es aprender del Maestro y llevar a otros para que adquieran el mismo conocimiento. El apóstol Pablo entendía bien esto, cuando decía: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Cor. 11:1). Por lo tanto, antes de hacer discípulos es necesario ser un discípulo.

Ambas palabras (cristiano y discípulo) implican relación con Jesús. Sin embargo, “discípulo” tal vez sea más fuerte, porque inevitablemente implica relación alumno y profesor. De esa manera, el discipulado no es nada más que una gran cadena de alumnos que se transforman en profesores de otros, quienes a su vez también se transformarán en profesores. ¿Te imaginas el alcance que se podría lograr?

El apóstol Pablo vivió ese proceso con Timoteo. Eso se hace evidente al leer las cartas que escribió al joven pastor. “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. Como te rogué́ que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina” (1 Tim. 1:1-3).

Otro episodio narrado en el Nuevo Testamento que caracteriza ese proceso divino está explícito en la ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista conocieron  a Jesús: “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro). El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (Juan 1:40-45).

Esta cadena de hacer discípulos está presente en muchas partes de las Sagradas Escrituras, y es el método  de Dios para hacer avanzar el evangelio en esta Tierra. Esto fue confirmado por el Maestro al decir: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí́ yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mat. 28:19, 20).

Un proceso de discipulado eficaz, por lo tanto, debe partir del equipo de líderes de la iglesia hacia los miembros. El pastor, siendo discípulo del Maestro, trabaja con sus ancianos, quienes a su vez trabajarán con los demás líderes de la iglesia; y ese proceso llegará hasta el más sencillo y pequeño de los miembros.

Siguiendo este razonamiento divino, evitaríamos muchos de los problemas que hoy existen en la iglesia. Uno de ellos, tal vez uno de los más graves, es la sobrecarga de trabajo que los pastores y los ancianos muchas veces necesitan administrar. Muchas funciones, fechas, informes y eventos, si fuesen depositados sobre un pequeño grupo de personas, causarían un cansancio que desanimará. Sin embargo, si se siguiera el método de Dios, la obra progresará y nadie se sobrecargará.

Pedí a uno de mis ancianos que escribiera su testimonio relacionado con el método bíblico de trabajo misionero. A continuación, las palabras del profesor José Antonio Aguiar.

Discipulado en la práctica

En mi experiencia, percibí que cuando los pastores y los ancianos se dedican al entrenamiento y al acompañamiento espiritual de su equipo, los frutos se multiplican y ocurren muchos milagros en la iglesia.

Tuve la oportunidad de ser primer anciano de una iglesia en el litoral de Santa Catarina. En la casa en que vivía con mi familia, funcionó un Grupo Pequeño / una Iglesia Hogar  que se reunía todos los martes para orar.

Junto con los demás ancianos de aquella comunidad, advertimos que solamente conseguiríamos alcanzar los objetivos misioneros si todos estuviésemos unidos en un solo ideal. Decidimos, entonces, realizar reuniones periódicas, cada mes, los sábados por la tarde. La presencia de todos los ancianos fue fundamental. Allí, organizábamos la agenda de predicaciones y planificábamos las actividades misioneras. Éramos siete ancianos, y contábamos con la presencia del pastor, del director y el capellán de la escuela adventista de la ciudad.

Decidimos que íbamos a hacer todo lo posible para no sobrecargar al pastor de distrito. De esa manera, establecimos un plan para realizar dos series de conferencias sobre las profecías del libro de Apocalipsis por año. De esa manera, podríamos fortalecer los Grupos pequeños / Iglesias Hogar, especialmente los que necesitaban de más apoyo.

Preparamos los folletos de publicidad y los llevamos a la iglesia, para distribuirlos y para invitar a las personas a los encuentros, que decidimos llamar “Miércoles de poder”.

Con mucha oración y entrenamiento, conseguimos mantener doce Grupos pequeños o Iglesias Hogar en funcionamiento, y comenzamos a visitar periódicamente a los miembros de la iglesia. Las reuniones sociales en la casa del pastor, y también en las de los ancianos, fueron fundamentales para fortalecer los lazos de apoyo mutuo y de amistad.

CUANDO LA IGLESIA VE A SUS LÍDERES EMPEÑADOS EN EL TRABAJO EN FAVOR DE LAS PERSONAS, LOS MIEMBROS SIGUEN EL EJEMPLO Y LO QUE VEMOS ES LA ACTUACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.

Como resultado, después del evangelismo de cosecha, tuvimos el privilegio de ver a 51 personas bautizadas. Fue emocionante ver el fruto del trabajo, que fue arduo, pero placentero.

La principal lección que sacamos de aquella experiencia fue que cuando los pastores y los ancianos se unen en torno a un propósito mayor, que es el avance del Reino de Dios, la diversidad de opiniones es benéfica para la causa. De aquellos que fueron bautizados, hoy tenemos hombres y mujeres que sirven como ancianos y maestros de Escuela Sabática en las iglesias de la región.

Cuando la iglesia ve a sus líderes empeñados en el trabajo en favor de las personas, los miembros siguen el ejemplo, y lo que vemos es la actuación milagrosa del poder del Espíritu Santo que es derramado, otorgando a cada uno de sus hijos fuerzas que vienen de lo alto. Siervos salvos y con poder. Ese es el gran efecto de las acciones misioneras de los pastores y los ancianos que saben delegar responsabilidades y salen al campo al frente de su pueblo, dando ejemplo de abnegación y amor al prójimo.

Eficacia comprobada

La experiencia vivida por el profesor Aguiar puede repetirse en cualquier otro lugar en que los pastores y los ancianos estén dispuestos a seguir el método de trabajo establecido por Cristo. El objetivo siempre es que la mayoría de la iglesia esté involucrada. Solamente de esa manera la plenitud del poder del Espíritu Santo estará disponible. Como dice Elena de White: “Cuando tengamos una consagración completa y sincera al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho derramando su Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la parte más grande de la iglesia no trabaja juntamente con Dios” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 56).

Por lo tanto, únete a tu pastor y motiva a los demás ancianos y líderes de tu iglesia para que, como verdaderos discípulos, hagan que el evangelio avance en el campo misionero en el que les toca servir.

Autores: Felippe Amorim y José Antonio Aguiar

Revista Adventista de España