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Antes de pensar cuáles son las recetas para el éxito de grandes ejecutivos, emprendedores o líderes, levántese y edifique un proyecto, un trabajo, una misión.

«El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos» (Nehemías 2: 20).

Es común que, al conocer nuevas personas en charlas y clases, muchas personas pregunten «¿Cuál es el secreto?». La primera vez que escuché esa pregunta, respondí con otra: «¿El secreto de qué?».

Al ser humano le gustan las recetas, porque sirven para ayudar a garantizar el alcance de un resultado esperado. Pero cuando hablamos de gestión, es común que los líderes olviden que cada organización posee sus particularidades, pues está compuesta por personas que traen a ella su formación a lo largo de toda su trayectoria de vida.

Uno de los grandes errores que podemos cometer al liderar algún proyecto, departamento u organización es pensar que nuestras experiencias (éxitos) anteriores garantizarán el éxito.

Sin recetas listas

Nuestras experiencias son importantes, ya que son parte de nuestro camino y son las que nos trajeron hasta donde estamos. Y eso debe ser respetado. Ellas nos influencian en todo momento sin que lo percibamos, por eso el consejo es: no hay receta.

De forma general, piense ahora en las personas que marcaron la historia del planeta en cualquier rama de actuación: deportes, ciencia, salud o negocios. Generalmente, estos personajes que usted recuerda tienen una historia marcada por éxitos, hechos o acciones.

Por eso que mi respuesta a la pregunta inicial sobre el secreto es: trabaje. Es eso, trabaje. En estas primeras reflexiones que haré sobre administración y liderazgo, pautaré los textos en mis experiencias, estudios y en la Biblia. El texto de hoy nos muestra que, antes del éxito de Nehemías, él se decidió a actuar. Exactamente eso, se levantó y edificó un proyecto.

Por eso, antes de pensar cuáles son las recetas para el éxito de grandes ejecutivos, emprendedores o líderes, levántese y edifique un proyecto, un trabajo, una misión. Moverse es el primer paso para alcanzar objetivos que, muchas veces, ni siquiera estaban en el plan.

Hoy veo personas experimentadas y jóvenes que están más interesados en atajos para alcanzar proyectos o posiciones y se olvidan que lo más importante es hacer, hacer y por último, hacer. No menosprecie su propio esfuerzo; deje de buscar recetas para el éxito. Es increíble como libros con títulos como 10 pasos para…, 7 pasos para alcanzar…, son populares. Pero la vida en el campo de la administración no es tan simple. Seguir ciertos pasos y tener éxito garantizado no funciona de esa forma.

Trabaje duro, dedíquese, tenga un objetivo, corrija sus errores. Pero, como Nehemías, edifique, haga algo que tenga su marca, de lo cual pueda estar orgulloso de decir «yo lo hice». Pero reconozca y dé el debido crédito a quienes lo ayudaron e inspiraron.

Como dice el texto, es Dios quien nos hace prosperar. Entonces, cada vez que usted finalice un proyecto con éxito, reconozca que él estuvo a su lado y que también lo inspiró. Es raro crear algo de cero, pues en la administración utilizamos varios instrumentos que nos ayudan a tomar decisiones y liderar; entonces, reconozca a quién, de alguna forma, lo preparó e influenció.

Usted prosperará, pero, antes, levántese y edifique.

Autor: Eduardo Lópes, administrador, maestro en liderazgo y negocios internacionales y estudiante de doctorado en gestión de la competitividad (FGV). Cuenta con más de 20 años de experiencia profesional con desempeño en puestos ejecutivos en el área de recursos humanos, marketing y gestión general. Actualmente, es profesor universitario en el Centro Universitario Adventista (Unasp) desde 2010.
Foto de Magnet.me en Unsplash

NOTICIA ORIGINAL: ¡Levántese y edifique!

Revista Adventista de España