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La historia contiene muchos ejemplos de personas que hacen una distinción entre el Dios del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento, y cuestionan la Trinidad en el Antiguo Testamento. Los siguientes son algunos ejemplos. En su antítesis, el gnóstico Marción (m. ca. 160), el “hereje más formidable” en oponerse a la verdad revelada de la Escritura desde la redacción del Nuevo Testamento1, afirmó que “el finito, imperfecto, airado Jehová de los judíos”, y el “bueno o clemente Dios” revelado por Cristo eran dos dioses diferentes.2 De hecho, según Marción, el Dios del Antiguo Testamento es el mal (o, al menos, el autor del mal), mientras que el Dios del Nuevo Testamento es bueno.3 Tertuliano (ca. 155-220) escribió cinco libros contra las ideas heréticas de Marción4 y es el más importante pensador de la iglesia temprana en demostrar la importancia de rechazar cualquier clase de dualismo en la Trinidad.

Durante todo el siglo III d.C., el monarquianismo modalista (o sabelianismo, patripasianismo) declaró que el mismo Dios tomó diferentes modalidades. Él fue el Padre en el Antiguo Testamento, el Hijo en los Evangelios y el Espíritu desde Pentecostés. El mismo Dios apareciendo en tres modos diferentes de revelación.5 El énfasis aquí estaba en la unidad de Dios contra el politeísmo pagano6, el cual negaba una Trinidad tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Mucho más tarde, Miguel Servet (1511-1553) creía que la Trinidad tenía poco apoyo bíblico, y si la teología pudiera librarse de la idea trinitaria, esto contribuiría a la conversión de judíos y musulmanes.7

Los socinianos (siglos XVI-XIX) negaron enfáticamente la divinidad de Cristo, y así rechazaron la Trinidad.8 Su Catecismo Racoviano (1605) fue una de las más antiguas declaraciones antitrinitarias desde el Arrianismo (siglo IV) y se convirtió en el precursor del Deísmo y del Unitarismo (ambos promoviendo a Dios como uno solo).9 El siglo XVII fue testigo de una defensa vigorosa de la Trinidad frente a las visiones socinianas y arminianas y las modernas formas de sabelianismo y arrianismo.10

Distinción entre el Dios de la ley y el de la gracia

Es bien sabido que muchos eruditos bíblicos, pasados y presentes, rechazan una continuidad entre la ley y la gracia y por lo tanto distinguen al Dios de la ley (Antiguo Testamento) del Dios de la gracia (Nuevo Testamento). Aún más radicalmente, los dispensacionalistas asumen que Dios trata de manera diferente a aquellos que viven en un período histórico que a otros que viven en otro lapso distinto de la historia. Por ejemplo, Lewis Chafer afirma que estas diferentes dispensaciones son “el fundamento mismo de una ciencia como la Teología Sistemática”. Luego continúa:

“Aunque a menudo confuso, el gobierno divino es diferente en cada una de estas eras, adaptándose perfectamente a la relación que las personas sostienen con Dios en sus respectivas dispensaciones. Cada uno de estos sistemas de gobierno humano es completamente completo en sí mismo. La ley mosaica contenía los mandamientos, los estatutos y las ordenanzas, y eran una expresión de la voluntad de Dios para Israel, a quien únicamente fueron dirigidas, Dios ha revelado plenamente el modo de vida al cual se convierten aquellos que ya son perfectos en Cristo”.11

Los dispensacionalistas distinguen entre Israel y la iglesia, designando al antiguo pacto como ley y el nuevo pacto como gracia. Charles Hodge creía que la Escritura contrasta los antiguos y los nuevos pactos de varias maneras. Uno es que el nuevo pacto revela el mismo pacto, pero “se habla de un estado de tutela y esclavitud, muy diferente de la libertad y el espíritu filial de la  dispensación bajo la cual ahora vivimos… En el Nuevo Testamento el evangelio predomina por encima la ley, mientras que en el Antiguo Testamento la ley predomina sobre el Evangelio”.12 Los predestinarios promueven una diferencia en los seres humanos debido a la elección soberana en lugar de la humana.13 Lo que estas ideas humanas tienen en común es cuestionar al Dios de la Escritura.

La trinidad y el amor

Sin embargo, hay un problema. Si Dios es una Persona solitaria en el Antiguo Testamento (“Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios es el único Señor”, Deuteronomio 6:4)14, y una Trinidad en el Nuevo Testamento (en el bautismo de Cristo, Mateo 3:16, 17; en la gran comisión de Cristo, Mateo 28:19), ¿cómo pudo Él ser un Dios de amor (1 Juan 4:8b) a lo largo de la historia humana? En otras palabras, ¿cómo puede un Dios solitario (Antiguo Testamento) amar como la Trinidad lo hace (Nuevo Testamento)?

Tales diferencias asumidas no son meramente entre ley y gracia, la esclavitud y la libertad, la soberanía y la libre elección, sino que tienen que ver con Dios mismo. Si Dios se relaciona con los seres humanos de manera diferente en cualquier momento y de cualquier forma, ¿qué significa esto para sus palabras “Yo, el Señor, no cambio” (Malaquías 3:6)? Nuestra presentación se limita a si Dios está en soledad en el Antiguo Testamento, en comparación con la Trinidad en el Nuevo Testamento.

El Shema del Antiguo Testamento

“Oye, Israel, Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4), “nuestro Dios es el único Señor” (NVI, DHH), “nuestro Dios es solamente uno” (NBE). Los comentaristas reconocen que el hebreo puede ser traducido de diferentes maneras.15 El siguiente capítulo de Deuteronomio, acerca del Decálogo, empieza de la misma manera: “Oye, Israel… Jehová, nuestro Dios” (Deuteronomio 5:1, 2a).

La palabra “uno” puede considerarse como un título o nombre para Dios.16 Dos capítulos antes del Shema, en el milagro del Mar Rojo (la redención del éxodo) hay un llamado progresivo hacia la exclamación, “Jehová es Dios… y no hay otro” (Deuteronomio 4:39), que se hace eco de “¿quién como tú, Jehová, entre los dioses?” (Éxodo 15:11a), que anticipa el primer mandamiento y su prólogo: “Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Estos textos se centran en la singularidad de Dios.

El Shema: “expresa no sólo la unicidad, sino también la unidad de Dios. Como un solo Dios (o el “Único”), cuando Él hablaba no había otro que lo contradijera. Cuando prometió, no había otro para revocar esa promesa; cuando advirtió, no había otra que proveyera refugio para la amonestación. Él no sólo fue el primero entre los dioses, como Baal en el panteón cananeo, Amón-Ra en Egipto, o Marduk en Babilonia, él es el único Dios”.17

Dos palabras para “único”

¿Cuál es esta unidad que se atribuye a Dios? ¿Es más que un nombre, su unicidad, y su carácter de único? Hay dos palabras para “uno” en hebreo 1) yāhîd que significa único, tal como un hijo único (Génesis 22:2; Proverbios 4:3; Zacarías 12:10), mientras que 2) ‘ejād quiere decir unido, tal como “dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). La palabra ‘ejād (unida) es la usada en el Shema. Millard Erickson observa que la unidad de la esposa con el marido “no es unicidad, sino unidad en la diversidad. Habla de la unión, más que de la soledad”.18

Por eso Duane L. Christensen dice: “La palabra dta en el texto del Shema no sólo habla de la singularidad, sino también de la unidad de Dios. La doctrina del monoteísmo está implícita en esta breve declaración de credo”.19 La palabra hebrea para “uno” (yāhîd), que significa soledad, o la ausencia de otros, no se usa en el Shema. Así, parece que el Shema no sólo habla de la singularidad de Dios como el único Dios, sino que “se refiere a la unidad que resulta de una unidad de numerosas personas”.20

Elohim, un término plural para Dios

Elohim es un término plural para Dios (El es Dios, y la mayoría de los nombres de Dios son añadidos a la palabra El). Esto no molesta a los monoteístas, lo que indica que la pluralidad del nombre no se confunde con politeísmo. Más bien, como concluye Herman Bavinck, la forma  plural de este nombre para Dios “hace referencia a la deidad en la plenitud y abundancia de su vida. El Dios de la revelación no es una «mónada» abstracta, sino un Dios verdadero y vivo, que en la plenitud infinita de su vida contiene la más alta diversidad”.21

Evidencias adicionales de pluralidad en el Antiguo Testamento.22 La pluralidad de Dios  también está presente en los siguientes casos: 1) Después de que el pecado entró en el mundo “Dijo Jehová Dios [singular]: He aquí el hombre es como uno de nosotros [plural], sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:22a); 2) “Entonces oí la voz del Señor que decía [singular]: ¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? [plural]” (Isaías 6:8).

Dios usa el plural cohortativo

En hebreo, la idea de más de una Persona en el único Dios es transmitida por el uso que Dios hace del plural cohortativo “Hagamos”: 1) “Entonces dijo Dios [singular]: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen’ ” (Génesis 1:26a); 2) como respuesta a los constructores de la torre de Babel, Dios dijo [singular], “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero” (Génesis 11:7). Cuando Dios dijo “hagamos”, “uno de nosotros” o “por nosotros”, Él indicaba a más de una Persona integrando la Deidad, aunque Él le había dicho a Israel que su Dios era uno. Mientras se centraban en un solo Dios para guardarlos de muchos dioses, Él les permitió vislumbrar a un Dios como más que una Persona.

No se trata de un plural de trato regio 

Debe tenerse en cuenta que los plurales anteriores no son plurales de trato regio, como cuando una persona real (singular) dice: “Le concedemos este privilegio”, porque no hay otras personas reales en la Escritura que hablen de ese modo.23 No debemos leer en las Escrituras las ideas sobreentendidas en nuestra cultura. George A. F. Knight tiene razón al decir que creer que la Escritura contiene formas plurales de trato regio “es leer en el discurso hebreo una forma moderna de pensar. Los reyes de Israel y de Judá son tratados en singular en nuestros registros bíblicos”. 24

Aquí hay otros ejemplos de pluralidad en Dios: 1) “Ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu” (Isaías 48:16b); 2) “En cambio, tendré compasión de la tribu de Judá, y la salvaré; pero  no por medio de arco, ni de espada ni de batallas, ni tampoco por medio de caballos y jinetes, sino por medio del Señor su Dios” (Oseas 1:7; NVI); y 3) “El Señor Todopoderoso responde: ‘Yo estoy por enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su templo el Señor a quien ustedes buscan; vendrá el mensajero del pacto, en quien ustedes se complacen’ ” (Malaquías 3:1).

El “Ángel del Señor”25

Como un indicador interno para la pluralidad en Dios, está la expresión “el ángel del Señor”. Los siguientes ejemplos documentan que el “ángel del Señor”, a veces, es Dios, porque el “ángel del Señor” (Yahweh) en el Antiguo Testamento el “ángel del Señor” es Cristo pre-encarnado. La relación de este ángel con personas en el Antiguo Testamento se compara con el Cristo que conocemos en el Nuevo Testamento, mostrando así que el Cristo del Antiguo Testamento es el mismo que el Cristo del Nuevo Testamento y la distinción establecida entre el Dios del Antiguo Testamento y del Nuevo no está garantizada.

  • Cuando Agar huyó de Sara, “El ángel de Jehová” la encontró cerca de un manantial en el desierto. El ángel del Señor le puso nombre al bebé y le dijo a Agar que regresara con Sara y se sometiera a ella. “Dijo también ángel de Jehová: ‘Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud… Porque Jehová ha oído tu aflicción”. Sólo Dios puede hacer eso, así que Agar dijo: “Tú eres Dios que ve”. Este Dios había dicho que Jehová había escuchado su aflicción, entonces Dios hace referencia al Señor, y al hacerlo dio indicios de que había más de una Persona en la Deidad (Génesis 16:7-13).
  • Cuando Abraham estaba a punto de sacrificar a Isaac, “Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: ‘Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo como la arena que está a las orillas del mar” (Génesis 22:11-17). El ángel del Señor es llamado el Señor (Yahweh en hebreo), y Él habla dos veces en este pasaje (versículos 11, 12; 15-18), y Dios (‘Elohím, en hebreo) es mencionado en cuatro oportunidades, (versículos 1, 3, 8, 9). Yahweh es quien salvó a Abraham de sacrificar a su hijo, lo bendijo, y Abraham llamó al lugar “Yahweh proveerá” (versículo 14), una visión del futuro día en el que, en ese mismo monte, Cristo proveería el sacrificio para todos los seres humanos.
  • Cuando Israel bendijo a José, dijo: “El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes” (Génesis 48:15, 16a, ver Génesis 24:7, 40, Éxodo 32:34).
  • En una ocasión “el ángel de Jehová” le habló a Jacob en un sueño explicándole cómo aumentar sus rebaños, compadeciéndose por lo que le estaba haciendo Labán, su suegro. Dijo a Jacob: “Yo soy el Dios de Bet-el” (Génesis 31:10-13). En Bet-el el Cristo pre-encarnado le dio a Jacob un sueño de una escalera entre la tierra y el cielo, con ángeles ascendiendo y descendiendo, para hacerle saber que no estaba solo. El prometió: “He aquí yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho  lo que te he dicho” (Génesis 28:12b-15). Le dijo a Jacob que abandonara la tierra, y así dejara a Labán y regresara a su casa (Génesis 31:13b). Labán persiguió a Jacob, pero el Cristo pre- encarnado se le apareció a Labán en un sueño de noche, diciendo: “Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente” (Génesis 31:24).
  • El informe de que Esaú, con cuatrocientos hombres, venía a su encuentro, causó a Jacob “gran temor, y se angustió” (Génesis 32:7a). Oró a Dios para que lo salvara, reclamando las promesas del pacto que se le habían dado. Luego vino la noche de la lucha. ¿Con quién peleó Jacob? Génesis dice que fue con un hombre (Génesis 32:22-30), pero Oseas es más específico: Jacob luchó con el “ángel” que “es Dios” (Oseas 12:3, 4).26 El Dios pre-encarnado permaneció con Jacob esa noche y lo bendijo, cambiando su nombre a Israel antes de partir (Génesis 32:26-29). En la cultura hebrea los nombres representaban el carácter. El nombre “Jacob” significa engañador, y el nombre “Israel” significa que “has luchado con Dios y con los hombres y has vencido” (versículo 28b). El nombre “Esaú” le recordaba el engaño a Esaú en el pasado, mientras que el nombre “Israel” le recordaría la victoria sobre Esaú en el futuro. Esto fue un estímulo para él. E Israel se convirtió en el nombre del pueblo escogido de Dios, y ser llamado así fue un honor. Esa noche el Cristo pre-encarnado lo perdonó por el pasado y una promesa para el futuro.27 No es de extrañar que Israel exclamara: “Vi  a Dios cara a cara y fue librada mi alma” (versículo 30).
  • Cuando Moisés se paró delante de la zarza ardiente, “se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza… Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ‘¡Moisés, Moisés!’… Y dijo: ‘Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios”. (Éxodo 3:2-6). Pero el Cristo pre-encarnado prometió darle a Moisés el éxito en su misión de guiar al pueblo de Dios (Éxodo 3:16-4: 17).
  • Israel estaba aterrorizado cuando el ejército de Faraón se cerró detrás de ellos cuando estaba frente al Mar Rojo. Entonces “Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas”, y durante el cruce del Mar Rojo, “Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente” (Éxodo 14:1-25a). Al alabar al ángel del Señor (Éxodo 14:19), Israel cantó el cántico de Moisés después de la liberación del Mar Rojo: “¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?” (Éxodo 15:11). La corroboración del Nuevo Testamento dice que el ángel del Señor, por medio de Moisés “los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en desierto por cuarenta años” (Hechos 7:35, 36). Durante cuarenta años en el desierto fueron alimentados con maná (Éxodo 16:15, 31, 33, Salmo 78:24), bebieron agua (Nehemías 9:20), y sus ropas no se gastaron (Deuteronomio 8: 4).
  • Más tarde, durante el tiempo de los Jueces, “El ángel de Jehová”, dijo: “Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: ‘No invalidaré jamás mi pacto con vosotros… mas vosotros no habéis atendido a mi voz’ ” (Jueces 2:1, 2). Cuando “el ángel de Jehová” habló con Gedeón, se dirigió a él como “Señor”, y con respecto a las inquietudes de Gedeón, la Escritura dice: “Jehová le dijo…” (Jueces 6:12-16). “El ángel de Jehová” se le apareció a la mujer de Manoa, la madre de Sansón, prometiéndole que daría a luz un hijo que libraría a Israel de los filisteos (Jueces 13:2-7). Manoa oró a Dios para que regresara el ángel del Señor, y Él lo hizo y habló con Manoa, después de lo cual el ángel subió en las llamas desde el altar de la ofrenda quemada, y Manoa exclamó: “A Dios hemos visto” (Jueces 13:19-22).
  • Es evidente que el ángel de Jehová es el Dios que hace el pacto, el mismo Dios que habló a Abraham (Génesis 12:1-3). Es el Señor que dio los Diez Mandamientos a su pueblo (Éxodo 20; Hechos 7:38), la ley identificada con el pacto (Deuteronomio 4:13). Por eso Cristo dijo: “Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él” (Juan 5:46). Dios le dijo a Israel: “He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él” (Éxodo 23:20, 21). Aquí Dios habló acerca del Cristo pre-encarnado y dijo que tenía su Nombre. Es decir que Él también era llamado Dios. Aquí hay una clara declaración de que hay más de una Persona en la Divinidad, y una declaración clara de que ellos comparten el mismo nombre: “Dios”, y en este aspecto, hay un solo Dios, el Dios que está representado por los dos en el pasaje.
  • Pablo identifica al ángel de Jehová: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Corintios 10:1-4).

El Dios del Antiguo Testamento es único, comparado con los ídolos: Él es Creador de todo, predice el futuro, actúa como ningún otro puede y es el Salvador del mundo.28 Los textos acerca del “ángel de Jehová” indican que este único Dios es un Dios relacional. Él es el mismo Dios que conocemos del Nuevo Testamento. Porque el Antiguo Testamento dice: “Yo, Jehová, no cambio” (Malaquías 3:6), y el Nuevo Testamento dice: “Cristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

Evidencia Sola Scriptura para una Trinidad en el Antiguo Testamento

La regla hermenéutica sola scriptura es la Escritura interpretando las Escrituras y, en nuestro caso, permitiendo que el Nuevo Testamento interprete los textos del Antiguo Testamento sobre Dios. Esta hermenéutica es vital para la comprensión bíblica y es crucial en la evaluación de las afirmaciones dispensacionales acerca de la continua relevancia de las profecías del Antiguo Testamento para el Israel contemporáneo.29

Creación. En la creación del hombre y de la mujer a imagen de Dios (Génesis 1:26, 27), las Personas de la Divinidad son representadas por la unidad del hombre y la mujer en el matrimonio. La hermenéutica sola scriptura especifica la realidad de esa imagen como el Espíritu (Génesis 1:2, Salmo 104:30, véase Job 33:4, 26:13) y el Padre creando todo a través del Hijo (Colosenses 1:15, 16, Hebreos 1:2b), y por lo tanto la realidad de la imagen es una unidad en tres, o la Trinidad.

Misión y presentación de Cristo. En Lucas 4:18, 19, Cristo leyó Isaías 61:1, 2, reconociendo los versículos como una declaración de su misión, y al hacerlo indicó que Isaías 61:1, 2 habla de la Trinidad. “El Espíritu [Espíritu Santo] de Jehová el Señor [el Padre] está sobre mí [Cristo]” (Isaías 61:1a). Este es el comentario de Cristo sobre este pasaje del Antiguo Testamento. La presentación de Cristo en el cielo es otro ejemplo de más de una Persona en el único Dios. “Tu trono, oh Dios, [hebreo ‘Elohîm], es eterno y para siempre… Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por lo tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros” (Salmo 45:6, 7). Aquí Dios está dirigiéndose a Dios; dos personas comparten el nombre de Dios (hebreo ‘Elohîm).

¿Quiénes son? Este pasaje se cita en Hebreos 1:8, 9. “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo… Has amado la justicia, y aborrecido la maldad. Por lo tanto ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros” Aquí Dios le habla a Cristo después de su victoriosa vida en la tierra cuando “se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3b).

Compara el Salmo 110:1: “Jehová [hebreo Yahveh] dijo a mi Señor [hebreo Adonai]: ‘Siéntate a mi diestra. Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. Este futuro debió haber servido de aliento para Cristo. De hecho, en una ocasión, Cristo les preguntó a los fariseos: “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: ‘De David’. Él les dijo: ‘¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies’? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?’ ” (Mateo 22:41-45).

La Trinidad en Isaías

Es bien sabido que la Trinidad es explícita en el Nuevo Testamento y sólo implícita en el Antiguo Testamento. Sin embargo, la evidencia interna proporcionada a continuación indica que la Trinidad puede elevarse al nivel de ser explícita en el Antiguo Testamento. Hay varios ejemplos en el Libro de Isaías.

  • La Trinidad es explícita en Isaías 42:1: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones”. Dios, el Padre, estaba hablando acerca de su Hijo, a quien Él daría el Espíritu Santo. El Nuevo Testamento comenta que este pasaje de Isaías se cumplió en el ministerio de sanidad de Jesús (Mateo 12:15-21), quien fue enviado por el Padre (Juan 3:16, 17) y aprobado por el Espíritu Santo (Mateo 3:16, 17, Lucas 4:18). La relación vital del Padre con el Hijo puede verse en este pasaje, porque el Padre dice que Cristo es “mi Amado, en quien se agrada mi alma” (Mateo 12:18a). Aquí hay un indicio específico de la relación amante entre los tres integrantes de la Deidad. Ellos se aman, y como tales son, por naturaleza, “amor” (1 Juan 4:8). He aquí una vislumbre de Trinidad
  • La Trinidad es explícita en Isaías 48:16: “Acercaos a mí, oíd esto… (cf. “Óyeme, Jacob, y tú, Israel… Yo el primero, yo también el postrero”, versículo 12) Ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu [el Espíritu Santo]”
  • La Trinidad es explícita en Isaías 63:7-14. Nos concentraremos en los versículos 7-10a:
    • “De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus piedades. Porque dijo: ‘Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten’; y fue su Salvador. En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad. Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu”.
    • Bondad del Señor, versículo 7: El versículo comienza y termina con la palabra “misericordia”, que es la palabra hebrea hesed, que significa amor del pacto, amor fiel, amor inmerecido. Esto contrasta completamente con Israel, los aliados del pacto, que se rebelaron (hebreo Mârâh) y afligieron (hebreo ‘âtsab) al Espíritu de Dios (versículo 10a). El contraste es entre el Padre (y la Trinidad) como fieles en amor a Israel, quienes son infieles como rebeldes a Dios. Gomer, la esposa prostituta de Oseas (contemporáneo más antiguo de Isaías), tipifica esta relación infiel (Oseas 1:2). Isaías dijo: “Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás” (Isaías 1:4b).30
    • Bondad del Señor, 7: La palabra “Señor” (hebreo Yahweh, mencionada tres veces en el versículo) es un ser distinto del “ángel de Jehová”. Y ambos son distintos del Espíritu Santo (versículos 10a, 11b), que se dice que es el “Espíritu del Señor” (hebreo Yahweh en el versículo 14a). Aquí tenemos: 1) Yahweh, (2) ángel de Yahweh, y (3) Espíritu de Yahwéh, una referencia explícita a la Trinidad, y una relación especifica entre ellos: el Hijo y el Espíritu están relacionados con el Padre, ya que ambos comparten el nombre de Yahweh con el Padre. La Trinidad es hesed, amor (cf. “Dios es amor”, griego agapē, 1 Juan 4: 8b, 16).
  • Él también estuvo angustiado, versículo 9: Dios no está distante, impasible o inconmovible por el sufrimiento humano (como sucede en el platonismo y en el teísmo clásico de la teología cristiana). Él sufrió con su pueblo. “La salvación de Dios implica mucho más que simplemente liberar a las personas de sus aflicciones; implica la participación en las aflicciones con los afligidos”31 (Hebreos 4:16, 17). También sufre en lugar de su pueblo, como puede verse en el Siervo sufriente (Isaías 52:13-53:12), que es la revelación más profunda en el Antiguo Testamento de la expiación sustitutiva de Cristo. El texto continúa con el Padre y el Hijo redimiendo a esos rebeldes, levantándolos y llevándolos, evocando un cordero perdido llevado sobre los hombros del Cristo Pastor (Lucas 15:5). Estoy de acuerdo con Geoffrey Grogan en que “el versículo 9 es una de las expresiones más conmovedoras del amor compasivo de Dios en el Antiguo Testamento, recordando al lector algunos de los grandes pasajes de Oseas, el antiguo contemporáneo de Isaías”.32
  • El ángel de su faz, versículo 9: Dios el Padre (nombre que se le dio en el versículo 16) se llama a sí mismo el Salvador de Israel (en el Mar Rojo, versículos 11-14), y “en toda angustia de ellos él fue angustiado” (versículos 8b, 9a). Entonces su ángel es presentado como el “ángel de su faz” (hebreo Pâneh = rostro o presencia). Esta es la única vez que esta expresión aparece en el Antiguo Testamento.33 ¿Qué implica “faz”? “El genitivo ÷ynp… no debe ser tomado objetivamente en el sentido de ‘el ángel que ve su rostro’, sino como explicativo, ‘el ángel que es su rostro’, o ‘en quien Su rostro se manifiesta’ ”.34 La ‘faz de Dios’ es su presencia auto-revelada”.35 Aquí Cristo, en cierto grado, está en el mismo papel de manifestar al Padre como más tarde lo haría en el Nuevo Testamento. Él dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14: 9b). El ángel de Jehová “habla como el Señor, y es distinto de Él, l Señor “habla como el Señor y es distinto de él, en quien el Dios santo ‘se acomodó’ para vivir entre los pecadores, una anticipación del Antiguo Testamento de Jesús”.36 El Cristo pre-encarnado los salvó en el Mar Rojo (versículos 11-14).
  • En su amor (hebreo ‘ahǎbâh), versículo 9: El sustantivo amor sólo ocurre aquí en Isaías. “Es el amor que se deleita en la compañía del ser amado”.37 Aquí hay una visión de la manera en que Dios ama en el Antiguo Testamento. Como Oseas amó de lleno a su esposa infiel, así Dios amó fielmente (hebreo Hesed) a su infiel Judá. Este es el impresionante contraste que se presenta en este pasaje. Es cuando se rebelaron que Dios los amó a esa profundidad, a pesar de que tuvo que castigarlos para salvarlos (versículo 10b en adelante).

John Oswaldt sugiere que se lea Isaías 63:7 como “el modo en que Dios ha demostrado la bondad fundamental de su carácter en todo su trato con Israel. De muchas maneras, esa es la característica dominante en todo el Antiguo Testamento. Cuando los lectores gentiles (desde Marción en adelante) observan el Antiguo Testamento y ven un Dios de ira, los escritores del Antiguo Testamento nos dicen con asombro: “Oh, no; no es extraño que Dios se haya enojado con nosotros. Lo sorprendente es que se haya interesado en nosotros, y que haya seguido amándonos y cuidándonos aun cuando lo hayamos rechazado insensatamente’ ”. 38

Isaías, el profeta evangélico, revela más sobre el Siervo Sufriente (Jesucristo) que cualquier otro profeta del Antiguo Testamento. Del mismo modo, probablemente haya presentado la Trinidad más explícitamente que cualquier otro escritor del Antiguo Testamento.

El Espíritu en el Antiguo Testamento.

El Espíritu Santo se menciona 88 veces en el Antiguo Testamento, en aproximadamente la mitad de sus 39 libros, 39 y 325 veces en 24 libros del Nuevo Testamento. 40 Sin embargo, encontrarás que Él dice muy poco acerca de Sí mismo. Él comunica mucho sobre el Padre y el Hijo.

Esto es un indicio del amor abnegado de la Trinidad, porque el Hijo glorifica al Padre (Juan 17:4), y el Espíritu glorifica al Hijo (Juan 16:14). Puedo imaginar que en el cielo ante los planetas habitados de seres inteligentes no caídos, el Padre glorifica al Hijo y al Espíritu. Porque en perfecto amor eterno y recíproco, cada uno ama a los demás más que a sí mismo –muy al contrario de lo que hace Satanás y los que le siguen–. Esta comunión significa que ellos no hacen cosas para sí mismos (Juan 5:22, 27, 30; 10:30, 37, 38; 14:31; 15: 10b), así, el Hijo hablaba lo que el Padre le decía (Juan 7:16; 12:49; 15:15), y el Espíritu hablaría “todo lo que oiga” de Cristo (Juan 16:12-14).

La Trinidad relacional del Antiguo Testamento es la misma Trinidad del Nuevo Testamento

Si Dios es el amor por naturaleza (1 Juan 4:8), 41 lo cual está documentado en el muestreo de textos del Antiguo Testamento examinados previamente, entonces el Dios del Antiguo Testamento es el mismo que el Dios del Nuevo Testamento. Lo que Dios es en su revelación en la historia es lo que Dios es en su propio ser intratrinitario. Los actos de amor de Dios surgen de su naturaleza de amor. Dios no podía estar en soledad y ser amor, pues una existencia eterna de Dios por sí mismo antes de la primera creación no sería lo mismo que una como Trinidad. El hecho de que la Trinidad viviera por la eternidad el uno con el otro antes de crear indica que su mutuo amor del Uno con el Otro no necesitaba a nadie más. Significa que hay una relación de amor recíproco dentro de la Trinidad para que cada uno ame a los otros dos con un amor que es eterno y divino.

El Nuevo Testamento habla de la Trinidad relacional de la siguiente manera: (1) Morada mutua. Cristo dijo que el Espíritu vendría sobre los discípulos y añadió: “No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros” (Juan 14:18). Así Cristo dijo que vendría a ellos por el Espíritu Santo. Al mismo tiempo, Cristo oró por la unidad de los cristianos “para que todos sean uno, Padre, como tú en mí y yo en ti” (Juan 17:21a). (2) La Trinidad es una relación de iguales, quienes tienen diferentes funciones en el plan de salvación. El Padre preparó un cuerpo para Cristo, y Cristo vino a hacer la voluntad de su Padre (Hebre9s 10:4-7), para revelarlo (Juan 14:9), y para hablar sus palabras (Juan 17:8a). Pero en el cumplimiento de esta misión, Cristo dijo: “El Padre que mora en mí, él hace sus obras” (Juan 14:10b), habló de su Padre como “tú en mí y yo en ti” (17:21a); (3) Con respecto al envío del Espíritu, Cristo dijo: “Cuando venga el Consolador, que os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre” (Juan 15:26).

En el Nuevo Testamento, el Espíritu recibe títulos nunca atribuidos a Él en el Antiguo Testamento. Él es “Espíritu de su Hijo” (Gálatas 4:6), “Espíritu de Cristo” (Romanos 8:9, 1 Pedro 1:11), y “el Espíritu de Jesucristo” (Filipenses 1:19). W. H. Griffith Thomas pudo decir: “No está en toda la plenitud de su Ser, sino como el Espíritu de Cristo que Él reveló en el Nuevo Testamento”. 42 H. B. Swete concluye que el Espíritu es el “segundo Ser” de Cristo. 43

¿Por qué el nuevo nombre del Espíritu está asociado con Cristo? Él es el “Espíritu de Jesús” porque trae a Jesús a los cristianos. Jesús prometió: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros” (Juan 14:18), y “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). El Espíritu es llamado “Espíritu de Jesús” porque su misión estaba centrada en Cristo. Jesús dijo: “El Padre enviará [el Espíritu Santo] en mi nombre” (Juan 14:26). El “Espíritu de verdad” vino para revelar a Aquél que es “la Verdad” (Juan 14:6). Jesús dijo del Espíritu Santo: “Él testificará de mí” (Juan 15:26); “Él me glorificará, porque tomará de lo mío, y os lo comunicará” (Juan 14:16). “Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho” (Juan 14:26).

Los seres humanos fueron creados para ser templos para morada de Dios (1 Corintios 3:16). La obra de Cristo, tanto en el santuario celestial como en los templos humanos, aplica los resultados del sacrificio de expiación de Cristo por y en los seres humanos. Así que la aplicación del Calvario se hace en el santuario celestial por Cristo y en los templos humanos por el “Espíritu de Cristo”.

A partir de la examinación de los textos del Antiguo Testamento indicados previamente, es evidente que el amor divino es compartido por el Padre, el Hijo y el Espíritu en el Antiguo Testamento en una relación recíproca que va más allá de la comprensión humana. Tomaría otro artículo explorar la relación de pacto de Dios en el Antiguo Testamento con el mismo amor de su pacto en el Nuevo Testamento. Alcanza con decir que el Dios de amor del Antiguo Testamento, que es el mismo Dios del amor del Nuevo Testamento (Malaquías 4:6, Hebreos 13:8), actuó en la historia de Israel/Judá con profunda gracia y sufrió penas. La fidelidad del pacto de Dios permaneció aunque fue rechazada por Israel/Judá. La creación de los seres humanos a la imagen de Dios (Génesis 1:26, 27) pretendía que la relación de Adán y Eva reflejara la relación entre la Trinidad. Después de la caída de los humanos, el pacto de Dios con los humanos fue restablecer la relación con Él y entre unos con otros para que, en cierta medida, el amor humano pudiera reflejar el amor recíproco entre la Trinidad. El sufriente Siervo de Isaías 52, anticipando el dolor de Cristo como sustituto de los pecados humanos, inmolando su vida, abre las profundidades del amor de Dios a los humanos tanto como cualquier pasaje del Nuevo Testamento:

“…No hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido… Derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores” (Isaías 53:2b-4ª, 5-8, 12b).

Conclusión

  • Incluso el Shema (Dios es uno, Deuteronomio 6:4), haciendo hincapié en la singularidad de Dios (en comparación con el politeísmo), no utilizó la palabra uno como único (hebreo yāhîd), sino uno como unido (hebreo ‘ehād), indicando así la unidad entre las Personas.
  • Hemos notado que hay varios textos del Antiguo Testamento que indican una pluralidad en Dios, como un Dios que se dirige a otro Dios.
  • El Cristo pre-encarnado a menudo actúa en la historia del Antiguo Testamento como el “ángel del Señor” y revela su mismo amor hesed (Antiguo Testamento) como su amor agape (Nuevo Testamento).
  • La continuidad de un Dios relacional en ambos Testamentos contradice la idea de que el Dios del Antiguo Testamento es diferente del Dios del Nuevo (lo cual, si fuera cierto, ayudaría en la controversia cósmica contra Dios).
  • Los datos apoyan las afirmaciones bíblicas: “Yo, Jehová, no cambio” (Malaquías 4:6) y “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8).
  • Aunque la Trinidad está más implícita en el Antiguo Testamento y explícita en el Nuevo Testamento, hemos notado que: 1) la hermenéutica sola scriptura indica que Cristo entendió que la Trinidad estaba presente en el Antiguo Testamento; y 2) Isaías, el profeta evangélico revela a Cristo como el Siervo Sufriente como ningún otro profeta del Antiguo Testamento, también presenta a la Trinidad con mayor especificidad que cualquier otro escritor del Antiguo Testamento.

Autor: Norman R. Gulley. Southern Adventist University. Journal of the Adventist Theological Society, 17/1 (Primavera 2006): pp. 80–97 ©
Traducción: Rolando Chuquimia.
Imagen: Photo by Aaron Burden on Unsplash

NOTAS:

1 Philip Schaff, Introduction, Ante-Nicene Fathers (Grand Rapids: Eerdmans, 1989), vol. 3, p. 7.

2 Philip Schaff, History of the Christian Church (Grand Rapids: Eerdmans, 1910), vol. 2, pp. 482–487.

3 Bradley Nassif, “Marcion (d. c. 154)” in The Dictionary of Historical Theology, Trevor A. Hart, ed. (Grand Rapids: Eerdmans, 2000), pp. 350–352.

4 Tertuliano, The Five Books Against Marcion, en Ante-Nicene Fathers, vol. 3, pp. 270–474.

5 Schaff, History, vol. 2, p. 572; Kenneth Scott Latourette, A History of Christianity: Beginnings to 1500 (Peabody: Prince, 1997), vol. 1, pp. 143–145. Como dijo William Shedd: “La Trinidad sabeliana es económica, es decir, una de cargos, como si una misma persona humana pudiera ser un ciudadano, un magistrado y un padre. No es una Trinidad intrínseca e inmanente, sino solo una manifestación”; Dogmatic Theology, 3ª ed., 1888–1894, Alan W. Gomes, ed. (Phillipsburg: P&R, 2003), p. 239.

6 “Monarchianism,” en New Dictionary of Theology, Sinclair B. Ferguson, David Wright, eds. (Downers Grove: InterVarsity, 1988), pp. 440, 441.

7 “Unitarianism,” en New Dictionary of Theology, p. 700.

8 Este influyente movimiento estaba encabezado por dos teólogos laicos italianos de apellido Sozini (o Sozzini): Lelio (1525- 1562) y su sobrino Fausto (1539-1604). Ver John Marshall, “Socinianism” en Concise Routledge Encyclopedia of Philosophy (London: Routledge, 2000), p. 845. Ellos enseñaban que Cristo no se había convertido en Dios hasta después de su resurrección; véase P. Kubright, “Socinus, Faustus (1539–1604)” en Evangelical Dictionary of Theology, 2ª ed., Walter A. Elwell, ed. (Grand Rapids: Baker, 2001), p. 1122. Albert Henry Newman, A Manual of Church History, 1902, 21ª ed. (Chicago: American Baptist, 1948), vol. 2, p. 329.

9 P. Kubricht, “Racovian Catechism (1605)” en Evangelical Dictionary of Theology, p. 979.

10 Richard A. Muller, Post-Reformation Reformed Dogmatics: The Rise and  Development of Reformed Orthodoxy, ca. 1520– 1725: The Trinity of God (Grand Rapids: Eerdmans, 2003), vol. 4, p. 147

11 Lewis Chafer, Systematic Theology, xi, xxi. Todo el prefacio da indicios de la singularidad de la teología despensacional, pp. v–xxxviii.

12 Charles Hodge, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, s/f.), vol. 2, p. 376.

13 Los predestinatarios hacen una distinción entre los elegidos, a quienes Dios elige para la eternidad, y los reprobados, a quienes Dios le rechaza la eternidad, negando la posibilidad de la libre elección humana tenga algo que ver con el destino humano, en la historia de tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Esto pone en duda las afirmaciones de que Dios es imparcial (2 Crónicas 19:7; Job 34:19).

14 El Shema se encuentra en tres pasajes (Deuteronomio 6:4–9; 11:13–21; Números 15:37–41); Craig A. Evans, Word Biblical Commentary: Mark 8:27–16:20, Bruce M. Metzger, ed. (Nashville: Thomas Nelson, 2001), vol. 34b, p. 263.

15 Peter C. Craigie, The New International Commentary on the Old Testament: Deuteronomy (Grand Rapids: Eerdmans, 1976), p. 168. Duane L. Christensen, Word Biblical Commentary, David A. Hubbard, Glenn W. Barker, eds. (Dallas: Word Books, 1991), 6A, p. 142, C. H. Gordon sugiere “Jehová es nuestro Dios, es el ‘Único’”; Journal of Near Eastern Studies 29 (1970) p. 198; y S. D. Mc Bride lo traduce como “Nuestro Dios es Yahweh, solo Yahweh”, Interpretation 27 (1973): p. 274.

16 Craigie, p. 168.

17 Craigie, p. 169.

18 Millard J. Erickson, God in Three Persons: A Contemporary Interpretation of the Trinity (Grand Rapids: Baker, 1995), p. 174.

19 Christensen, p. 145.

20 Woodrow Whidden, Jerry Moon, John W. Reeve, La Trinidad, (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), p. 36.

21 Herman Bavinck, Reformed Dogmatics: God and Creation, John Bolt, ed.; John Vriend, trad. (Grand Rapids: Baker, 2004), vol. 2, p. 261.

22 En esta sección, la referencia a las formas plurales y singulares se proporcionan entre corchetes.

23 Wayne Grudem: Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (Leicester, England: InterVarsity and Grand Rapids: Zondervan, 1994), p. 227.

24 G. A. F. Knight, A Biblical Approach to the Doctrine of the Trinity (Edinburgh: Oliver & James, 1953), p. 20.

25 Comentando 2 Corintios 5:15 (“Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”), Elena G. de White dijo: “Desde que pecaron nuestros primeros padres, no existe comunicación directa entre Dios y el hombre. El Padre puso el mundo en manos de Cristo para que por su obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la autoridad y santidad de la ley divina. Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo. Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue él quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, y Moisés comprendieron el evangelio. Buscaron la salvación por medio del Sustituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana; y algunos de ellos hablaron cara a cara con Cristo y con ángeles celestiales. Cristo no solo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto —el Ángel en quien estaba el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante de la hueste— sino que también fue él quien dio la ley a Israel” (Patriarcas y profetas, pp. 336, 337).

26 Compárese con Josué, que fue enfrentado por un hombre cerca de Jericó, quien dijo que era “Príncipe del ejército de Jehová” y le pidió a Josué que se quitara su calzado porque estaba en tierra santa, tal como Dios le había pedido a Moisés en la zarza ardiente. Aquí está el Cristo pre-encarnado como el comandante del ejército de Dios, como lo había sido en el Éxodo, y apareció como un hombre a Josué (Josué 5:13-15). Sin embargo, en Josué 12:8 “el ángel de Jehová” conduce a su pueblo a la batalla para destruir a todas las naciones que atacan a Jerusalén. Así que el hombre y “Ángel de Jehová” son el mismo Cristo pre-encarnado.

27 Véase Gordon Wenham, Word Biblical Commentary: Genesis 16–50, David A. Hubbard, Glenn W. Barker, eds. (Dallas: Word, 1994), vol. 2, pp. 296, 297.

28 El Antiguo Testamento es inequívoco respecto de que hay un solo Dios: “Jehová es Dios,  y no  hay  otro fuera de  Él… Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro” (Deuteronomio 4:35b, 39b). Este tema se repite en varios textos (por ejemplo, Deuteronomio 32:39; 1 Reyes 8:60). A menudo Dios es mencionado como Creador en comparación con los dioses que eran creaciones (por ejemplo, Isaías 44:6-24; 45:5-18; 46:1-4). “Yo hice la tierra, y creé en ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé” (Isaías 45:12). Dios predice el futuro (Isaías 48:14). Dios dijo que Él levantaría a Ciro para liberar a su pueblo del cautiverio babilónico, y los vencidos “Te harán reverencia, y te suplicarán diciendo: ‘Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de Dios’. Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas” (Isaías 45:14b, 15). Él es el Dios de la salvación universal: “Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:22). Él es el Dios que será vencedor en el conflicto cósmico en el juicio final: “A mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. Y se dirá de mí: ‘Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados” (Isaías 45: 23b, 24).

29 Para una evidencia de esto, véase Norman R. Gulley, Systematic Theology: Prolegomena (Berrien Springs: Andrews UP, 2003), vol. 1, pp. 717–749.

30 La mayoría en Israel se rebeló y provocó la ira de Dios. Ellos nunca entraron en su reposo (Hebreos 3:7-11, ver Salmo 95:7-11). Porque “a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de la desobediencia” (Hebreos 4:6, ver 2, 3). Porque los que oyeron el evangelio no entendieron su valor, “por no ir acompañada de fe” (Hebreos 4:2). En el Nuevo Testamento Cristo, conmovido de tristeza, exclamó: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:37-39).

31 John N. Oswalt, Isaiah: The New International Commentary on the OT: Isaiah 40–66, ed. R. K. Harrison, Robert L. Hubbard (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), p. 606.

32 Geoffrey W. Grogan, The Expositor’s Bible Commentary, ed. Frank E. Gaebelein (Grand Rapids; Zondervan, 1986), vol. 6, p. 342

33 John D. W. Watts, Word Biblical Commentary: Isaiah 34–66, David A. Hubbard, Glenn W. Barker, eds. (Waco: Word, 1987), 332. La expresión no aparece en los escritos rabínicos; cf. Oswalt, 607.

34 F. Delitzsch, Commentary on the OT in Ten Volumes, James Martin, trad. (Grand Rapids: Eerdmans, 1986), 7/2, p. 455.

35 F. Delitzsch, p. 454.

36 J. Alec Motyer, The Tyndale OT Commentaries: Isaiah (Downers Grove: Inter-Varsity, 1999), p. 387.

37 Motyer, Ibíd.

38 Oswalt, p. 604.

39 W. H. Griffith Thomas, The Holy Spirit of God (Grand Rapids: Eerdmans, 1976), p. 9.

40 Wm. Edward Bleedenwolf, A Help to the Study of the Holy Spirit (Grand Rapids: Zondervan, 1936), p. 17.

41 Juan también dice “Dios es luz” (1 Juan 1:5) y “Dios es espíritu” (Juan 4:24). Estas son tres declaraciones juaninas acerca de la naturaleza de Dios. Debido que el fruto del Espíritu es el amor (Gálatas 5:22, 23), ese fruto se manifiesta en todo lo que Dios hace, de manera que Él es la luz y revela la luz de un modo compatible con su amor. La luz y el amor hablan de su carácter. “Dios es espíritu” describe su naturaleza metafísica. Para mayo información, véase I. Howard Marshall, The New International Commentary on the New Testament: Epistles of John, Ned B. Stonehouse, F. F. Bruce, Gordon D. Fee, eds. (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), pp. 212, 213.

42 Griffith Thomas, p. 141.

43 Henry Barclay Swete, The Holy Spirit in the New Testament (London: MacMillan, 1909), p. 300.

 

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