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Devenir de la providencia, me encuentro en París estudiando lengua, cultura y civilización francesa en la Universidad de la Sorbona.

Como parte del programa, asisto a las conferencias de Comunicación, Medios y Publicidad en Francia impartidas por la doctora e investigadora en ciencias de la información y comunicación Dª. Emeline Seignobos.

Hoy ha acuñado una frase que no es nueva, pero que alguien tenía que acuñar: “Señoras y señores, la televisión ha muerto”. Luego explicó que la nueva forma de consumir contenidos audiovisuales es el transmedia, o dicho de otro modo, puedo comenzar a ver un noticiero en la televisión, continuar oyéndolo en la radio de auto, o en el transporte público en la pantalla del smartphone y en el trabajo terminarlo en una pequeña ventana en la esquina de la pantalla del computador/ordenador.  Podemos también seguir esas noticias a través de los Hashtags en la redes sociales mientras que otros las comparten.

La televisión, el consumo lineal en el tiempo de contenidos que otros deciden por nosotros, teniendo que programar nuestras actividades para poder ver aquello que deseamos en la hora que se emite algo, ha muerto.

Ahora soy yo quien decide qué contenido quiere consumir, ver u oír, en el momento que a mí más me conviene, en la plataforma que me resulte más cómoda, sin tener que interrumpir o condicionar mi horario o actividades. ¡Viva el transmedia!

El modelo comunicativo contemporáneo siempre modificó la forma de testimoniar, compartir y evangelizar. Gutemberg modificó la actividad que en otro tiempo hicieron los valdenses, ya no era necesario copiar porciones de la Biblia a mano, ahora se podían distribuir Biblias completas, por poner un ejemplo. Y esto nos debería llevar a plantearnos si nuestros modelos de evangelización a través de los medios de comunicación masivos se estarán quedando obsoletos, y si puede que se nos escape el próximo tren comunicativo.

Igual habría que comenzar a pensar que e contenido del sábado tiene que estar disponible todos los días de la semana (o no…). Quizás habría que comenzar a pensar en la distribución de presupuestos dentro de nuestra denominación para potenciar más los contenidos y la producción que los medios en sí, poniéndolos a disposición del público en multiformato, es decir, contenido transmedia, accesible desde cualquier plataforma en diferentes dispositivos, todo un desafío técnico y de redefinición a nivel de producción y post-production… pero no quiero ponerme demasiado técnico, sino centrarme en los principios que subyacen detrás de esta idea.

Para saber adaptarnos a los nuevos medios, debemos comprender los principios subyacentes de atemporalidad, simultaneidad, sociabilidad y multiplataforma.

Hay un Maestro que nos dio soberanas lecciones de comunicación hace 2000 años en todos estos campos, y que nos siguen sirviendo hoy en día como modelo extrapolable y aplicable al concepto transmedia.

Jesús de Nazareth fue el precursor del transmedia, y precisamente por su forma de comunicarse con los demás, tuvo un éxito que los fariseos no lograron jamás. Su innovadora forma de comunicar revolucionó la sociedad de entonces, del mismo modo que hoy en día hay ciertos productos televisivos que se consideran notables fenómenos sociales.

Ya hablé en otra ocasión de Jesús como maestro del Storytelling, pero hoy vamos a analizarlo con más profundidad.

Jesús utilizó principalmente la parábola (Storytelling) como medio más recurrente durante su ministerio. Lo hizo con toda la intención, bien meditada cada palabra, cada ejemplo y cada imagen visual que lograba y logra aún hoy en día, reproducir en una pantalla que todo ser humano lleva incorporada en su mente: la imaginación. Esa es la multipantalla que siempre ha existido desde que Dios creó este mundo con nuestros primeros padres en él.

El Maestro buscó a través de la narrativa, crear imágenes en la pantalla de la imaginación de cada uno presente en su público.

Pero no sólo logró eso. Los mensajes estaban ilustrados con imágenes de la vida cotidiana de sus días, de modo que su audiencia podía rememorar sus enseñanzas tiempo más tarde cuando la misma escena se reproducía delante de ellos. Digamos que es la simiente del Vodcast o vídeo bajo de manda, pero sería muy largo analizarlo ahora.

El consumo disruptivo fue salvado con la estrategia de Jesús. Muchos mensajes cortos con su propia enseñanza (parábolas). Fáciles de recordar en otro momento, o de ser traídos al frente ante un disparador visual o auditivo de la vida cotidiana. Sus mensajes se podían revivir en la pantalla de la imaginación en cualquier momento, o en la pantalla de la realidad cotidiana de cada día, al ver a un sembrador, a un pescador con sus redes, al ver a un padre abrazar a su hijo, al ver una boda, al ver un funeral, una viña, una lámpara, un saco de sal, un campo listo para la siega, un lirio del campo, un pajarito comiendo migas…

Amigo o amiga que lees, si he logrado que pienses en algo más que solo en las palabras de los ejemplos anteriores, si has asociado otras ideas casi sin querer a esas palabras, quiere decir que el método de Jesús (concepto que abarca también la comunicación) sigue funcionando igual de bien hoy día.

El mensaje implícito en cada parábola (producción literaria pedagógica) de Jesús, se reproducía días, semanas, meses, años, siglos después en la mente de millones de personas.

Pero Jesús no se quedó allí solamente. Solidario con el transmedia está el concepto de socialización o, en teoría comunicativa, democratización de conceptos. Los fariseos, escribas y saduceos acaparaban el conocimiento y usaban tecnicismos que eran difíciles de entender y asimilar por el pueblo común. Tenían una cierta exclusividad intelectual sobre la teología, lo que impedía que muchos alcanzasen el verdadero conocimiento De Dios, alejando o disminuyendo sus probabilidades de alcanzar la salvación.

En comunicación la democratización es la puesta al alcance del público del conocimiento que antes estaba más o menos restringido a unos pocos. Del mismo modo que antes la cocina doméstica era la de la abuela de toda la vida, notemos que ahora, con programas televisivos de cocina dirigidos por renombrados y premiados cocineros ha popularizado (democratizado) cierto vocabulario incluso la demanda de nuevos alimentos, utensilios culinarios e incluso la forma de presentar la mesa cuando tenemos invitados en casa.

El planteamiento comunicativo transmedia de Jesús democratizó el mundo religioso y teológico desde entonces. Hizo accesible aquello que era casi desconocido, al alcance de un público exquisito solamente hasta su ministerio. Llevó su programa audiovisual “Master teólogo” a la pantalla de la imaginación de toda su audiencia, presente, no simultánea y atemporal y futura.

Con esa democratización haciendo fáciles de entender lo que hasta entonces eran difíciles conceptos teológicos, llevó esperanza a todo el mundo que le oía, en ese momento, y con la posibilidad de repetirlo cuantas veces ellos quisieran.

Pero la democratización del transmedia no es completa sin el factor social, con la posibilidad de compartir. Lo que hoy en día es el “comparte en tu perfil”. Jesús utilizó el #hashtag con muchísimo éxito. Al final de cada parábola acuñaba un #hashtag como hacen los buenos profesionales modernos de marketing.

Por poner unos ejemplos “ve y #haztulomismo”, “esto es necesario hacer #sindejarlootro”, “cuando un pecador se arrepiente hay #gozoenelcielo”, “basta a #cadadiasumal”, “#noospreocupeis por qué comeréis…” También acuñó hashtags de protesta social, #fariseoshipocritas, #esmasfacilque … pase un camello, entre una prostituta…

De nuevo te pregunto, mientras leías los hashtags de arriba ¿ha sido necesaria la referencia bíblica? Sigue funcionando el método de Cristo hoy en día, pero tenemos que saber adaptarlo a las tecnologías actuales.

Los contemporáneos de Jesús no tuvieron dificultades a la hora de “compartir el post” con sus vecinos, amigos, familiares, porque el mensaje estaba resumido en una frase o pocas palabras. Los que recibían el “share” podían recordar fácilmente la frase hashtag de Jesús, y continuar compartiendo más y más.

Nos encontramos con este modelo que un hombre alto, agricultor, de mediana edad, compartía con su esposa, y ella con el vendedor de pescado, de avanzada edad, bajo, quien a su vez compartía con los pescadores, jóvenes y fuertes, viajeros, que… vemos que la plataforma cambia, el medio de comunicación que lleva el mensaje es diferente. Es el ejemplo de transmedia de la antigüedad. Cada uno de ellos tenía la posibilidad de alcanzar a diferentes audiencias, alcanzando de forma disruptiva a una vasta audiencia que trasciende género, edad, profesión, clase social, geografía e incluso tiempo, alcanzando aún 2000 años después a nosotros.

Tenemos que pararnos a repensar nuestra presencia en los medios tradicionales lineales, radio, televisión. Tenemos que analizar los principios atemporales del transmedia, la democratización de contenidos y la socialización de los mismos para hacerlos disponibles de forma disruptiva, atemporal y bajo demanda. Que el Señor nos inspire en su sabiduría a lograrlo con éxito.

Revista Adventista de España