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1 Timoteo 3:2: Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar…

Ser sobrio significa saber qué decir para salvar la unidad de los hermanos

Al mediar en conflictos debemos de reflexionar sobre lo que vamos diciendo. Es mejor repetir nuestras palabras e incluso crearnos un plan de desarrollo para alcanzar los objetivos propuestos en una conversación, antes de expresar ideas que luego pueden crear disensiones. Se espera que la moderación y la discreción caractericen las intervenciones de los que cuidan de la iglesia. Hay situaciones en las que debemos medir nuestras palabras para que éstas, sean para la salvación eterna de los que nos escuchan.

Se espera de nosotros sobriedad en todas las cosas que hablamos, sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio (2 Timoteo 4: 5), porque en la vida de un servidor de Dios, no debería haber comportamiento diferentes, uno en público y otro en la intimidad. En la Epístola  enviada a  Tito, Pablo relaciona la sobriedad con tener un control sobre tu persona, esto incluye lo que dices o haces. Sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo. (Tito 1:8). La misma temperancia y autoridad espiritual, la debe manifestar el líder espiritual, tanto en la iglesia como en los asuntos diarios. Si nuestra manera de hablar es la misma, con la transparencia, la honestidad y la sinceridad que lo hacemos en nuestro foro más íntimo, eso se hará notar en la vida comunitaria como una gran fuente de equilibrio y armonía.

Ser sobrio significa estar despiertos espiritualmente para no ser vencidos

La sobriedad es algo imprescindible en el enfrentamiento que tenemos con el enemigo de nuestras almas. Satanás busca por todos los caminos apartarnos de la sobriedad. Hay una exhortación que la da el apóstol Pedro para los ancianos en el capítulo cinco de su primera epístola. Hace falta decir, que este versículo se aplica a muchas situaciones en nuestro enfrentamiento con el enemigo de nuestras almas, pero especialmente tiene que ver con los que apacientan la grey de Dios. De hecho, el capítulo empieza con una palabra dirigida a los ancianos, y se usa este consejo: Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. (1 P.5:8).

Cuando Dios llama a personas a ejercer sus dones de liderazgo espiritual en las iglesias, esas personas se vuelven en el blanco permanente de Satanás, de allí la necesidad de depender de Dios cada día y de hacer de la comunión con Jesús algo prioritario. Ser sobrio es sinónimo de velar. Más el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios y velad en oración. (1 P.4:7). La victoria contra este enemigo espiritual, invisible y muy poderoso y astuto, no se consigue únicamente leyendo, sino orando. El triunfo sobre la oscuridad no lo podemos tenerla haciendo obra misionera sino orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu Santo, y velando en ella con toda perseverancia y súplica por todos los santos. (Efesios 6: 18).

Que el Señor nos haga sobrios en el hablar, para salvar la unidad entre los hermanos. Que nos dé fuerza para velar en oración, para vencer al enemigo de los líderes espirituales.

Richard Ruszuly. Secretario Ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España. 

Foto: Ben White en Unsplash

 

Revista Adventista de España