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«Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: -Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido invidente. Respondió Jesús: -No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él… Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: -Ve y lávate en el estanque de Siloé… Se lavó y regresó viendo… Y era sábado cuando Jesús había hecho el lodo… Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo…». Juan 9: 1-3, 6-7, 14, 25 (RVR1995)

«Los que llegan a ser nuevas personas en Cristo Jesús producen los frutos de su Espíritu: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza”. (Gálatas 5: 22, 23). Los seguidores de Jesús ya no actúan como antes, sino que por la fe siguen las pisadas de Jesús, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos como Él es puro». Ellen G. White en El Camino a Cristo

Algunos tips:

  • Las obras que Dios espera son ayudar, animar, sanar. En definitiva, hacer el bien. A Jesús le interesa menos aportar una aclaración teórica, que dar una lección práctica. Atender la desgracia es más urgente y útil que saber de quién es la culpa de la ceguera. Cabe más preguntarse qué podemos hacer nosotros para paliar la desgracia que preguntarse por qué ocurrió.
  • La misión de Jesús consiste en integrar al ser humano en la órbita divina. El mal y su origen no tienen explicación a nivel humano porque tienen dimensiones cósmicas, que solo Dios puede explicar.
  • Cristo lloró ante la vista del mal. Que su ternura invada vuestros corazones. Practicad la abnegación a fin de tener con qué aliviar el sufrimiento de los hijos de Dios.” Ellen G. White, Nuestra elevada vocación, p. 200.
  • El dolor humano no tiene origen en Dios, él no desea la desgracia humana: el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Por el contrario Dios viene a nuestro encuentro ofreciendo la salvación y la vida eterna mediante su gracia.
  • Creer en Dios es ponerse de su parte, hacerle caso, obedecerle, seguirle. El joven quiere creer. Y si alguien quiere creer, para Dios es que ya cree.

Desafío personal:

  • A nuestro alrededor encontramos numerosas personas que sufren. Dedica tiempo para ayudar a alguna persona que esté sufriendo: en tu familia, en tu iglesia o en tu comunidad.

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Revista Adventista de España