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La invitación de Cristo…

Temprano en primavera
Tuve una invitación,
Para labrar los campos
De mi gran Salvador.

No puedo ir ahora
Le dije a mi Señor,
Mas yo iré en el verano
Cuando haya más calor.

Pero el varano hermoso
Con su gran alegría,
Hizo pronto olvidarme
De la promesa mía.

En verano una tarde
Por mí volvió el Señor,
Mas le dije no puedo
Es muy caliente el sol.

El Maestro me dijo
No tardes en venir,
Pues ahora es el tiempo
Y al acampo debes ir.

Es hora de los campos
Ir preparando ya,
Y de la gran semilla
En los surcos plantar.

La invitación de Cristo

Le prometí al Maestro
En otoño partir,
A trabajar sus campos
Y su amor difundir.

Fue ese otoño el más bello
Que jamás conocí
Que al ver tanta belleza
De mi Maestro huí.

Una hermosa mañana
Entre otoño e invierno,
Tocaron a mi puerta
Miré y era el Maestro.

Me dijo aún hay tiempo
De algún trabajo hacer,
Antes que las nevadas,
Comiencen a caer.

Nada dije al Maestro
Ni más él agregó,
Y dando media vuelta
Muy triste se alejó.

Mas cuando se alejaba
Sentí un fuerte dolor,
Como si me arrancaran
Parte del corazón.

La invitación de Cristo

Al llegar el invierno
Cada día le esperé,
Cada minuto y hora
Por doquier le busqué.

Recordé tristemente
El rostro de mi Dios,
Y las mil y otras veces
Que a mi puerta tocó.

Ya no me di reposo
Hasta que el fin lo hallé
Pero el Maestro al verme
Sin oírme se fue.

Sin contener ya el llano
Fui y me postré a sus pies,
Para brindarle todo
Lo bueno de mi ser.

Perdón pedí al Maestro
Me ofrecí su obra hacer,
Me dijo ya muy tarde
Nada hay que recoger.

Te invité en primavera
En otoño e invierno,
Te invité en todo tiempo
A que a mi viña fueras.

La invitación de Cristo

Lo que antes del invierno
Yo te invité a segar,
Hoy yace bajo nieve
Perdido el trigo está.

Cuando aún había tiempo
Te llamé muchas veces,
Te supliqué vinieras
Mas te negaste siempre.

Tú siempre fuiste sordo
A mi apremiante voz,
Vete, pues por tu culpa
Mi siembra se perdió.

La invitación de Cristo

Triste será el final de los que desprecien el llamado del Señor para ir a trabajar en su viña. El Señor te necesita ahora, ven pues a trabajar. Hagamos nuestras las palabras del himno que dice: Trabajad, trabajad, somos siervos de Dios. Yo quiero trabajar para Dios.

Autor: Arcadio Vega, poeta adventista y escritor aficionado, com más de 100 poemas cristianos. Anciano y miembro fundador de la Iglesia Adventista Hispana de Orlando, Florida USA.
Imagen: 

Revista Adventista de España