Lección 12 para el 21 de diciembre de 2024: LA HORA DE LA GLORIA: LA CRUZ Y LA RESURRECCIÓN.
Tras la última cena, Jesús había orado: «Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti» (Juan 17:1). ¿A qué gloria se estaba refiriendo Jesús? A la gloria de su muerte, y posterior resurrección.
Fue declarado varias veces inocente, pero fue condenado como culpable. Fue declarado rey, pero murió como criminal. Su tumba fue sellada, pero se abrieron de par en par las puertas eternas para el Rey de gloria (Salmos 24:7-10).
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Pasos previos a la gloria:
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Pilato rechaza la verdad (Juan 18:28-38).
- Después de intentar quitarse la responsabilidad de juzgar a Jesús (Juan 18:28-32), Pilato tuvo un intercambio interesante de preguntas con Jesús (Juan. 18:33-38).
- ¡Qué lástima! Estando tan cerca de la Verdad, no quiso escucharla.
- ¿Qué le hizo dar la espalda a su Salvador? ¿Sus prejuicios contra los judíos? ¿Su miedo a perder su autoridad y privilegios? ¿La presión de la multitud?
- ¿Qué procesos en la toma de decisiones pueden ayudarte a no caer en el tipo de error que cometió Pilato?
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“He aquí…” (Juan 18:38-19:5).
- Había mandado azotar a un inocente, y sus guardias se habían burlado de él. Ahora lo mostraba ante la multitud esperando su liberación: “¡Mirad este pobre y demacrado rey! ¿Vale le pena que lo crucifiquemos? ¡Mejor, dejémosle irse!” (ver Juan 19:5)
- Sin saberlo, Pilato pronunció una gran verdad. Aquel que estaba ante él, el Verbo eterno, se había hecho hombre (Juan 1:14).
- Sin saberlo, usó las mismas palabras con las que Juan el Bautista había presentado a Jesús: “He aquí” (Juan 1:29). Sin saberlo, iba a ser la mano que sacrificó al Cordero de Dios, el Rey de Israel.
- Un pagano luchó por librar a Jesús, mientras el pueblo de Dios luchaba para rechazar a aquel que podía dar salvación tanto a judíos como a paganos.
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La gloria de la cruz:
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El rey crucificado (Juan 19:17-30).
- Fue el Espíritu Santo el que fijó en Pilato la convicción de haber condenado al rey de los judíos (Juan 19:19-22). En lugar de aceptar la gracia divina, no pudiendo soportar su conciencia culpable, se suicidó en su exilio en la Galia.
- Frente a la cruz, una espada atravesaba el corazón de María, la madre de Jesús (Lucas 2:34-35). Con tierna compasión, Jesús la dejó al cuidado de Juan (Juan 19:25-27).
- Al ser consciente de que todo había sido cumplido, que había terminado su obra, y había sido hecha a la perfección, Jesús exclamo “consumado es”, y entregó su espíritu (Juan 19:28-30).
- El sacrificio perfecto de Cristo significa que no debemos añadir ni quitar nada a su obra, sino simplemente aceptarla. La salvación es un don de gracia. ¿Aceptarás el sacrifico perfecto de Jesús?
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La gloria de la resurrección:
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Ver y creer (Juan 20:1-10).
- Al morir cerca de la puesta de sol del viernes, los discípulos no pudieron preparar el cuerpo de Jesús para su sepelio. Pero, pasadas las horas sagradas del sábado, las mujeres llevaron lo necesario para embalsamar Su cuerpo.
- María Magdalena llegó por otro camino para ayudarlas, pero encontró la tumba vacía. Corrió a avisar a Pedro y a Juan, que llegaron rápidamente al sepulcro (Juan 20:1-6).
- Cuando Juan vio el sudario plegado y colocado aparte, creyó que Jesús había resucitado. ¿Quién podía haberse preocupado por esos detalles sino Jesús mismo? (Juan 20:7-10).
- Esta tumba vacía es la seguridad de nuestra propia resurrección. Porque como Jesús abandonó la tumba, nosotros –por Su poder– también resucitaremos (1ª de Corintios 15:16-22).
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La misión de María (Juan 20:11-18).
- Al ir más despacio que Pedro y Juan, cuando María Magdalena llegó nuevamente ante el sepulcro, ellos ya habían regresado a Jerusalén.
- Mientras lloraba, miró al interior y vio allí a dos ángeles (que no reconoció como tales). Mientras hablaba con ellos, el mismo Jesús se colocó tras ella (Juan. 20:11-14).
- Su única preocupación era encontrar el cuerpo inerte de Jesús. Su dolor y sus lágrimas le impedían ver la realidad que le rodeaba. Tan solo cuando Jesús la llamó por su nombre fue consciente de lo que estaba pasando (Juan 20:15-16).
- Al manifestarse Jesús ante ella, se llenó de gozo. Pero Jesús le pidió que, urgentemente, fuese a dar las buenas nuevas de la resurrección (Juan 20:17). María cumplió inmediatamente la misión que Jesús le dio (Juan. 20:18). Ahora es nuestro turno de cumplir nuestra misión…
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Para meditar:
«La sencilla historia de la cruz de Cristo, su sufrimiento y muerte por el mundo, su resurrección y ascensión, su mediación en favor del pecador ante el Padre, subyuga y quebranta el duro corazón pecaminoso, e induce al arrepentimiento al pecador. El Espíritu Santo pone el problema bajo una nueva luz, y el pecador comprende que el pecado debe ser un mal tremendo, ya que cuesta tal sacrificio expiarlo… ¿Por qué fue hecho esto en favor del hombre? Se debe a que Dios lo ama, y a que no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento, crean en Jesús como en un Salvador personal, y tengan vida eterna». (Elena G. White, Hijos e hijas de Dios, 9 de agosto).
Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Zaragoza. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática