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Referido a las dificultades que el ser humano puede acarrearse a sí mismo.

¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino?” Jer.2:17.

Tu destrucción, oh Israel, es obra de tu rebelión contra mí, que soy tu ayuda” Os.13:9.

La insensatez del hombre tuerce su camino, y luego se irrita su corazón contra Jehová” Pr.19:3.

Un viejo aforismo extraído del Derecho penal, se expresa así: “La causa de la causa es la causa del mal causado”, y parece decirnos que no nos conformemos con las causas más cercanas al efecto último.

Si yo coloco un vaso de agua justo en el borde de una mesa, a la cual tiene acceso un niñito de un par de años, si en su afán investigador, alcanza el vaso y éste se cae, ¿cuál ha sido la causa? Ciertamente el niño lo ha tirado y, por lo tanto, que se haya roto el vaso y derramado el agua ha sido causado por él. Pero, ¿alguien pondría en duda que la causa primera ha sido el descuido de dejar el vaso en semejante situación? Tenemos propensión a encontrar la causa de las cosas en aquella que está más cerca del efecto último, pero no es ahí, generalmente, donde se encuentran las soluciones posibles de cara a un futuro.

Los textos leídos al inicio de este escrito, nos hablan de una causa que, muchas veces, es la primera por la cual al ser humano no le van bien las cosas. Cuando se deja a Dios, creyendo que no nos es necesario, estamos estableciendo la primera causa.

A esta altura del camino, somos conscientes de que dejar de lado a Dios, o rebelarnos contra él, no nos favorece, ni favorece las circunstancias de las que nos rodeamos.

Y aun se complica más la situación cuando los seres humanos, sobre ello añadimos el irritarnos contra Dios, como si él hubiera sido el causante. Después de todo, ¿por qué no me saca de esta situación?

Rescatando algunas expresiones clave de los textos citados, podemos decir que el Señor desea conducirnos por el camino, ser nuestra ayuda, llevarnos por caminos rectos, evitando los peligros que acechan en los recodos.

“La causa de la causa es la causa del mal causado”, pero dicho en positivo, podemos asegurar que volvernos a Dios, dejarle ayudarnos y dirigir nuestra vida, aun en el “detalle”, puede ser la causa de todo bien causado.

 

Revista Adventista de España