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«Adoren al Señor en la hermosura de su santuario» (1 Crónicas 16:29, NTV).[1]

Uno de los grandes llamados de Dios a sus criaturas es a adorarlo, con toda santidad y plenitud, sin reserva alguna, y sin que nadie o nada se interponga entre el adorador y Dios. Como seguidores de Dios, la Biblia nos insta a adorarlo exclusivamente, sin vacilación o duda. Esa adoración tan exclusiva e íntima incluye una relación estrecha y obediente con Dios, y es esencial para disfrutar de vida plena.

Cuando la adoración pierde su función primordial en nuestra existencia, nuestras vidas pierden significado, y quedamos privados del vínculo con nuestro Creador. Una ausencia de adoración y oración crea un vacío en la vida, y esa vida no puede ser útil ni para Dios ni para los seres humanos. Este artículo considera siete aspectos esenciales de la verdadera adoración.

1. Dios busca adoradores

«Porque así quiere el Padre que sean los que le adoren» (Juan 4:23, NVI). Cuando perdemos algo de valor e interés, lo buscamos con desesperación. La inferencia es que hemos perdido algo muy precioso ya sea por su valor monetario o por su valor personal y emocional. Cuando experimentamos una pérdida íntima e invaluable, lanzamos una búsqueda sin límites en el tiempo, el espacio, las emociones o el costo. El apóstol Juan escribió que Dios está en una búsqueda: Esta mirando, está buscando. ¿Cuál es la motivación detrás de semejante búsqueda? ¿No sabía acaso Dios dónde estaba Adán? ¿No sabe Dios dónde me encuentro yo?

La razón de la búsqueda de Dios es traer a los perdidos al hogar. Su amor y voluntad se extienden siempre para restaurar una relación quebrantada, diseñada originalmente y ordenada en la adoración al Creador. Elena G. White describió la búsqueda constante y eterna de Dios por su pueblo: «La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, devolverlo a la perfección con que había sido creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente y el alma, a fin de que se llevara a cabo el propósito divino de su creación. Este es […] el gran propósito de la vida».[2]

En la iniciativa divina con los seres humanos, Dios siempre da el primer paso. Esa iniciativa divina y la respuesta humana constituyen los dos elementos constantes de la adoración. Por ello, Dios está buscando adoradores y verdadera adoración. Él toma la iniciativa, esperando hallar una respuesta. Y aguarda una respuesta de adoración de parte de los seres humanos.

2. La adoración implica una relación de exclusividad con Dios

«No te inclines delante de ellos [los ídolos] ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso” (Éxodo 20:5, NVI).

La adoración, según sea su naturaleza, tiene consecuencias: el rechazo y la enemistad con Dios cuando la adoración es falsa; la misericordia y la aceptación cuando la adoración es verdadera y aceptable.

¿Dónde podemos hallar la orientación divina para la verdadera adoración? Los principios de la verdadera adoración pueden hallarse en los diez mandamientos. La ley brinda orientación auténtica para la verdadera adoración, revelando por qué, a quién, cuándo y cómo adorar. Los primeros cuatro mandamientos nos cuentan las razones fundamentales, los porqués de la adoración al verdadero Dios:

Los porqués de la adoración al verdadero Dios

(A) Dios es el Libertador. Nos libra de todo el mal que nos asedia, así como libró a Israel de la esclavitud en Egipto. “Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”, y por lo tanto, «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:2, 3).

(B) Dios es misericordioso y celoso. Por su misericordia, libró a Israel de la esclavitud a la libertad. Ninguna imagen o ídolo, y ningún otro dios puede llegar a ser sustituto de la verdadera adoración.

(C) El nombre de Dios no tiene que ser tomado en vano.

(D) La actitud de Dios hacia la adoración es mencionada en términos de celos, un poderoso sentimiento que surge como reacción a la infidelidad. Es una palabra usada en el tercer mandamiento (Éxodo 20:5) para declarar la actitud de Dios hacia la adoración infiel.

(E) Asimismo, la adoración es tan importante para Dios que él separó el séptimo día de la semana como recordatorio perpetuo de que los seres humanos tienen que adorarlo como Creador y Redentor.

3. La adoración está relacionada con la Salvación

«Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales» (Apocalipsis 14:7, NVI).

Los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14 constituyen el último llamado de Dios a la generación final. Esta observancia de la verdadera adoración, colocada en el corazón del libro del Apocalipsis, es el mensaje de Dios a los que viven justo antes de la segunda venida de Cristo. Revela un estado anticipado por Dios, y se ve reflejado en el conflicto relacionado con la adoración. De un lado están los que son fieles y adoran a Dios, «que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales». Del otro lado están los condenados a morir, que adoran a la bestia y a su imagen.

Las decisiones tomadas sobre el objeto de la adoración –Dios o la bestia– afectan el destino eterno de los adoradores. En los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12, no hay un tercer grupo. Por ello, la adoración verdadera es una elección fundamental que distingue a los salvados de los perdidos.

4. La adoración es una fuente de reavivamiento y reforma

«¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso! […]. Entonces oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” Y respondí: “Aquí estoy. ¡Envíame a mí!”» (Isaías 6:5-8, NVI).

Considera las siguientes preguntas dentro del contexto de lo que dijo Isaías. ¿Es posible tener un efecto sin una causa? ¿Podemos arrepentirnos sin darnos cuenta de la pecaminosidad propia? ¿Es posible admitir que hemos pecado sin considerar la santidad? ¿Podemos cumplir con la misión de salvación sin arrepentirnos y aceptar el perdón? ¿Es posible cumplir con la misión propia sin conocer primero a Dios?

Isaías 6 nos muestra el proceso de transformación, reforma y reavivamiento que precede a la misión. Antes de queIsaías respondiera, contempló la santidad de Dios en un momento de adoración. Cuando se encontró en la presencia de Dios, se volvió consciente de su pecaminosidad. Allí, en estado de adoración, se le otorgó el perdón de Dios por medio de un carbón encendido del altar que tocó sus labios. Una vez perdonado, Isaías se ofreció en servicio a Dios: «Aquí estoy. ¡Envíame a mí!» (Isaías 6:8).

La experiencia de Isaías deja en claro que la decisión de participar en la misión está cimentada en la adoración. La adoración es causa de un nuevo comienzo, la fuente de reavivamiento y reforma espirituales, y el lugar donde comienza la misión. Y la misión misma lleva a adorar a Dios. «Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado» (Apocalipsis 15:4).

5. La adoración continúa por la eternidad

«Porque así como perdurarán en mi presencia el cielo nuevo y la tierra nueva que yo haré, así también perdurarán el nombre y los descendientes de ustedes –afirma el Señor–.Sucederá que de una luna nueva a otra, y de un sábado a otro, toda la humanidad vendrá a postrarse ante mí –dice el Señor– » (Isaías 66:22, 23, NVI).

Por medio del profeta, el Espíritu Santo afirma que la adoración y la observancia del sábado continuarán por la eternidad. De la misma manera, el primero de los mensajes de los tres ángeles (Apocalipsis 14:6-12) lanza un llamado universal que insta a los seres humanos a adorar al Creador, «a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (vers. 7).

La referencia a la adoración y al Creador constituye, sin duda, una fuerte indicación: tanto la adoración como el sábado, deben ir juntos. El uno sin el otro no tiene sentido; ambos, elevan al que está arrodillado hasta el trono celestial. Así, el sábado es tanto un memorial de la creación de Dios (Éxodo 20:11) como un símbolo de su actividad salvadora (Mateo 12:8-13).

El sábado como signo 

En Deuteronomio 5, donde se repiten los Diez Mandamientos, se habla del sábado como signo de liberación y libertad (vers. 15), y como signo de la alianza, que apunta a dos grandes actos de Dios en la historia: la creación y la redención.

Esas dos actividades divinas –la creación y la redención– son también el fundamento de la adoración en el cielo, según lo describe Juan, cuando los seres celestiales adoran a Dios porque él es el Creador y Redentor (Apocalipsis 4:10, 11; 5:8-12).

Por ello, el día de descanso y el patrón de la adoración celestial poseen el mismo fundamento y están basados en dos actos de Dios en la historia: la creación y la redención. La adoración es un evento de alabanza que no se encuentra limitada por el tiempo; existió antes de la creación, y trasciende la historia para continuar por la eternidad.

6. La adoración es un ministerio enfocado en Dios

«Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él» (Luc. 4:8).

Si Dios está buscando adoración, y si es celoso al respecto, advierte, regula, purifica y restaura a los adoradores, entonces, ¿cuál debería ser nuestra respuesta?

En primer lugar, adorarle, lo que implica que Dios es la única persona digna de nuestro culto. Los primeros cuatro mandamientos del decálogo revelan la centralidad de Dios en nuestra adoración y culto. ¡No existe directamente otro!

En su artículo titulado “Sobre la cuestión de la naturaleza cristocéntrica de nuestros sermones”, Yuri Drumi dice: “Desafortunadamente, en la vida de muchas congregaciones no resulta sorprendente un púlpito en el que no se ha admitido a Cristo. En nuestra adoración, la gente suele escuchar mucho sobre la moral humanista, las alegorías rabínicas, la filosofía agnóstica, las conferencias maestras, la autobiografía del predicador, pero no sobre la Palabra vida de Dios”.[3]

Por supuesto, no todas las iglesias siguen este modelo, y puede ser fuerte la tentación de apartarse de lo cristocéntrico y el énfasis bíblico. Puede que los intereses del predicador se vuelvan el centro, en detrimento de la exaltación y glorificación de Cristo. Aunque el predicador encuentre una cita apropiada de la Biblia y escriba un sermón sobre cualquier tema, citar la Biblia no lleva a la adoración.

La verdadera adoración 

La verdadera adoración en espíritu y en verdad no es una acción dirigida desde el púlpito o llevada a cabo en la plataforma de la iglesia. Por el contrario, es nuestra respuesta más íntima al llamado divino a adorar al Señor «en todo su santo esplendor» (1 Crónicas 16:29, NTV).

El silencio que caracteriza a la congregación, la música y los cantos que ensalzan el nombre que es por sobre todo nombre, nuestras ofrendas que expresan agradecimiento a aquel que nos dio todo, las oraciones que elevan el corazón humano a lo divino, la Palabra leída y predicada, y cada minuto que pasamos en su santa presencia debería expresar el anhelo del corazón humano de vincularse con lo divino.

Esa experiencia de adoración vincula el espíritu de una persona con el Espíritu de Dios, y la verdad encarnada en Cristo guía la conciencia del adorador para que halle su centro en Dios y solo en él. Esa es la verdadera adoración.

7. La adoración es un reflejo de conocer a Dios

«Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte» (Salmo 17:15, NVI).

La adoración es conocer quién es Dios. Por un lado, Dios se presenta como el Padre, un Señor amante, dispuesto a sacrificar lo que le resulta más querido y preciado –su Hijo Jesucristo– para que mediante su muerte en la cruz, nosotros los pecadores alcancemos la salvación. Dios también se presenta como el que es santo, excelso y exaltado, el que «está en su santo Templo: ¡calle delante de él toda la tierra!» (Habacuc 2:20).

Conclusión

Al concluir este breve estudio sobre adoración, es necesario formular otra vez dos preguntas significativas: ¿Qué es la adoración? ¿Por qué deberíamos adorar?

En una denominación multicultural y mundial como lo es la Iglesia Adventista, la adoración en cualquier lugar del mundo debería estar basada en los mismos principios. Puede que hablemos un idioma diferente, que tengamos diferente forma y estilos de música, y aun diferencias en el liderazgo y la participación en la predicación, pero aún hay un elemento singular que no podemos descuidar o en el cual no podemos transigir.

El énfasis está en la centralidad de la Palabra de Dios en toda la predicación, el énfasis total en Dios en quien debe descansar nuestra adoración y alabanza, y el compromiso absoluto de toda la iglesia como cuerpo de testificación del Señor Jesús quien nos salvó y está próximo a venir. Aceptar a Jesús como Señor de la iglesia a la que pertenecemos y en la que adoramos, y testificar de Cristo como el Salvador de la comunidad en la que vivimos, debería ser el llamado para nuestra vida y la prioridad de nuestra existencia.

Adoración en línea

Las circunstancias actuales como por ejemplo la pandemia del COVID-19 han producido cambios significativos en la iglesia mundial. En lugar del culto regular en la iglesia, la mayoría de los feligreses ahora sigue los cultos en línea. ¿Cómo adorar a Dios mientras miramos una pantalla? ¿Cuáles son los principios de adoración y sus elementos intercambiables que trascienden eras históricas, generaciones y circunstancias?

Si Dios está buscando que lo adoremos, él exige ser el objeto exclusivo de adoración, y aún busca establecer una relación con la humanidad mediante ella. Ofrece perdón y reavivamiento a los participantes que acepten adorarlo por la eternidad. “Pero si desde allí buscas a Jehová, tu Dios, lo hallarás, si lo buscas de todo tu corazón y de toda tu alma” (Deuteronomio 4:29).

Autor: Pavel Semanivsky (Maestría de Teología Práctica, Universidad Adventista Zaoksky, Rusia) enseña música y es el director de la orquesta de la Universidad de Montemorelos, en Montemorelos, Nuevo León, México.
Imagen: Foto de Laura Nyhuis en Unsplash

NOTAS Y REFERENCIAS

Las referencias que dicen NTV pertenecen a la La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
Elena G. White, La educación (Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 2009), 15.
Yuri Drumi, “Sobre la cuestión de la naturaleza cristocéntrica de nuestros sermones: ¿Cuán antiguo es el Antiguo Testamento?” Los cultos , Galina Stele, ed. Euro-Asia Division Institute of Missiology, 2003 (inédito), 25.

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: Diálogo. La adoración: El gran llamado de Dios

Revista Adventista de España