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Lucas 17: 21

¡ESTÁ DENTRO DE TI!

La Universidad Adventista de Southern (Southern Adventist University) se encuentra a las afueras de Chattanooga, TN, Estados Unidos. Chattanooga es una ciudad con un ambiente amigable, hermosa, y que sigue las tendencias modernas, con unos antecedentes históricamente ricos y valiosos. La mayoría de sus habitantes disfruta de una gran variedad de deportes al aire libre y de los deliciosos restaurantes locales, sin apenas imaginarse lo que tienen bajo sus pies.

La realidad es que hay dos Chattanoogas: la que vemos y la que no vemos. Lo que no vemos está debajo de las calles – un laberinto del comercio histórico enterrado hace un siglo. Éste se puede ver solamente en restos que se hallan en los sótanos y en los pasajes que una vez fueron la cota cero de la ciudad. No podemos ver el pueblo que Chattanooga enterró con el fin de salvar el actual.

Después de unas inundaciones devastadoras a finales del siglo XIX y a principios del XX, el pueblo que comenzó como un puesto comercial en Ross’ Landing se reinventó a sí mismo. Con el tiempo, elevaron una sección de la ciudad de unas cuarenta manzanas a una altura aproximada de 3 metros, o sea, más o menos la altura de una planta. Las primeras plantas se convirtieron en sótanos, y los segundas plantas pasaron a estar a cota cero, al nivel de la calle. Los grandes arcos con ventanas se convirtieron en decoraciones para los cimientos o en respiraderos.

Estructuralmente, esto ha dejado la ciudad en una situación algo precaria, porque las vigas se deterioran y los edificios anteriores se colapsan bajo el peso de los edificios nuevos. Y sin embargo, este hecho asombroso, la construcción de una ciudad encima de la anterior, ha quedado prácticamente ignorado en los anales históricos de la ciudad. Apenas hay alguna documentación somera y parcial de esta realidad, y la mayor parte de la población local no sabe de su existencia. Mientras tanto, día a día viven en una falsa seguridad, caminando sobre unos cimientos sin saber qué hay por debajo.

VISIBILIDAD VERSUS INVISIBILIDAD

¿Qué ocurriría si un día, la habitación en la que descansan se colapsara y cayeran 12 metros bajo tierra? ¿Qué significaría esto para su percepción de la realidad? ¿Cambiaría esto la manera en que caminan? ¿Se sentirían, de pronto, inseguros de caminar por Chattanooga, o por cualquier otra parte? Damos mucha confianza a las cosas que vemos, a las estructuras que fueron erigidas alrededor nuestro. Entre tanto, hay otro mundo transcurriendo en derredor del que no nos hemos dado cuenta.

¿Sabíais que nuestros ojos pueden ver las cosas a la velocidad de 1/24 de segundo? La televisión se ve a la velocidad de 15 fotogramas por segundo. Vemos lo que parece ser un parpadear. Esto significa que hay 15 instantes que el ojo no puede percibir; no es capaz de procesarlos.

Las galaxias se mueven a velocidades pasmosas, pero aparecen como si estuvieran quietas, debido nuestra perspectiva o punto de vista. Un insecto volador que pase a pocos centímetros de nuestro rostro puede moverse tan rápidamente que nuestros ojos no pueden seguir sus movimientos. Esto nos dice que un objeto se considera invisible si a una determinada distancia se mueve más rápido que lo que los ojos y el cerebro pueden procesar. ¿Pero es el objeto realmente invisible? ¿Es el insecto que pasa frente a nuestro rostro invisible al halcán, cuya visión es entre 3 y 4 veces mejor que la nuestra? De modo que podemos concluir que la invisibilidad se basa en nuestra percepción. ¡En tal caso, la alegada invisibilidad no es ni siquiera real! Si algo existe, algo puede verlo, pero no tenemos por qué ser nosotros los que lo vemos. Sin embargo, estamos obsesionados por y con las cosas que podemos ver, que podemos sentir, que podemos oír; con lo que podemos percibir por nuestros sentidos, como si estos fueran la última autoridad universal, cuando en realidad, la tierra está a punto de hundirse bajo nuestros pies.

Por favor, vayamos juntos a Lucas 17:20- 21. Yo he tomado la versión de estudio de la Nueva Versión Internacional (NVI) como referencia: “Los fariseos preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios, y él les respondió:

“–La venida del reino de Dios no se puede calcular. No van a decir: ¡Miradlo aquí! ¡Miradlo allá! Sabed que el reino de Dios está entre vosotros.”

En mi versión se pueden leer además las siguientes observaciones: Lo que se traduce por “La venida del reino de Dios no se puede calcular” significa literalmente “El reino de Dios no viene con observación”.

Otra posibilidad de traducción para la última parte del texto es “Sabed que el reino de Dios está dentro de vosotros” (y no entre vosotros).

UN REINO FUERO O UN REINO DENTRO

Así que, aquí tenemos a los fariseos que vienen a Jesús y en esencia lo desafían sarcásticamente. Hace tres años que Juan el Bautista salió del desierto proclamando en alta voz que “el Reino de los cielos ya está cerca”. Y, desde entonces, Jesús había estado constantemente hablando acerca del reino de Dios –“el Reino de los cielos es como una perla … es como un grano de mostaza … se ha acercado…” Asíque los fariseos dicen: “Bueno, Jesús, entonces ¿dónde está este reino del que has estado hablando durante tanto tiempo? ¿Y cuándo va a llegar? Porque hasta ahora, ¡no lo VEMOS!” Están totalmente tratando de minar y debilitar el ministerio de Jesús y sus afirmaciones de tener la autoridad de Dios. Están insinuando que la misión de Jesús ha fracasado.

Durante el tiempo de Jesús había muchos judíos que estaban “esperando el Reino de Dios.” Pero cuando llegó el Rey, no parecía un rey. Y cuando dijo que el Reino había llegado, éste no se VEÍA como un reino. ¡Por esta razón les parecía tan absurdo a los fariseos que la gente le creyera! Era tan irritante… porque Jesús era obviamente un farsante (según su interpretación). ¡Pero, resulta que ellos estaban mirando el exterior! Terrenalmente, Jesús no era un rey, ni tenía reino alguno. Hoy, se le hubiera ubicado con los locos por las cosas que decía (Cf.: Marcos 3:21). Por esta razón, en la cruz se burlaron de Él colocando una cartel sobre su cabeza que decía [en tres idiomas]: “Este es Jesús – El Rey de los Judíos.” El propósito era que fuera una aseveración muy sarcástica. Querían demostrar cuán insensato era que la gente creyera en Él, con el propósito de destruir cualquier esperanza que alguno todavía pudiera albergar de que Él se levantara proclamándose Rey. Pero, Él sí se levantó – no como un rey de este mundo, sino como un nuevo Rey por venir, para aquellos que pertenecen a una nueva clase de reino, a un reino invisible, porque no es tiempo aún de que sea revelado.

Volvamos a Lucas 17:21. ¿Cómo respondió Jesús? Él dijo: “El Reino de Dios no viene con observación.” El Reino de Dios NO ES algo que vosotros podáis VER. Por eso nadie podrá decir: “Miradlo aquí” ni “Miradlo allá”. ¡Porque el REINO de DIOS está DENTRO de vosotros! ¡¿Qué?! Esto parece ser muy confuso. No solamente para los judíos, sino también para los eruditos cristianos modernos. Comencemos con los eruditos cristianos modernos.

Dependiendo de la versión de la Biblia que estéis leyendo, estará traducido de manera distinta, diferente. Algunas versiones dicen: ‘entre vosotros’, otras dicen: ‘en medio de vosotros’. ¿Alguien tiene alguna versión que diga otra cosa? La palabra que usa el griego es el adverbio “entos”, que se traduce literalmente como “en” o “dentro”. El único otro lugar donde se usa esta palabra en el Nuevo Testamento es en Mateo 23:26, donde se traduce como “dentro” hablando del interior de un vaso, de modo que tomando solamente el lenguaje, la traducción como ‘dentro’ parece ser la más adecuada. La razón por la cual algunos traductores bíblicos tienen problemas con la traducción de esta palabra es que no creen que Jesús les pudiera haber dicho a los fariseos que el reino de Dios estaba DENTRO de ellos, porque era obvio que no lo estaba; de modo que los traductores alteraron las palabras según su interpretación. Pero si os fijáis en el contexto del versículo, veréis que Jesús está contrastando lo externo con lo interno. Él dice que el Reino de Dios no es algo que se puede ver, indicando que es algo que no se ve. No es algo que esté entre ellos, porque entonces podráa verse. El Comentario Bíblico Adventista lo traduce de esta manera: “El reino de Dios no es algo que uno puede esperar que verá observando cuidadosamente con los ojos, sino que para descubrirlo hay que encontrarlo dentro del corazón de cada uno.” Elena G. de White nos ayuda a clarificar este texto proponiendo lo siguiente: “El reino de Dios comienza en el corazón. No miréis aquí o allí manifestaciones de poder terrenal que señalen su comienzo.” (El Deseado de todas las gentes, 467.2)

EL MISTERIO DEL REINO DE DIOS

Y Jesús, al decirles esto, está dirigiéndose directamente el pensamiento erróneo de los fariseos –que el Mesías debía venir para elevar la nación judía sobre todas las naciones en la esfera política terrenal. Los judíos habían malinterpretado todas las promesas espirituales de Dios y las había convertido en promesas de poder terrenal y riquezas. De esta manera, Jesús les corrige diciéndoles: “No estoy hablando de un reino de ladrillos y argamasa; estoy hablando de un reino de carne y hueso; no estoy hablando acerca de quién gobierna en la tierra; estoy hablando acerca de quién gobierna en el corazón; no estoy hablando de cosas temporales; estoy hablando de cosas eternas. El reino de Dios no tiene nada que ver con la ambición vana, ni con los derechos de nacimiento, ni con la posición teocrática, ni con ser ricos o pobres, ni con ser guapos o feos, ni con tener permiso de conducir o billetes para el autobús, ni con tener matrículas de honor o ser castigado en clase, ni con llevar el estilo de peinado de Justin Bieber o tener pelo facial, ni con ser alumno de primer curso o de último curso en la universidad. El reino de Dios tiene que ver con tu corazón.”

¿Alguien más que se siente aliviado con esto? Dios no decide quién le pertenece basándose en lo que los demás ven en uno, porque nuestra visión está limitada por nuestro punto de vista o nuestra perspectiva. Dios nos escoge en base a lo que cada uno es y en base al potencial que encuentra en cada uno. Justo como cuando le dijo a Samuel que fuera a ungir al joven e insignificante David; Dios le dijo al profeta: “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón.” (1 Samuel 16:7up). ¡Increíble!

Los fariseos basaban su percepción del reino de Dios en lo que ellos podían ver. El corazón humano y la mente son invisibles para ellos y para nosotros, pero el Señor, como el halcón, tiene una mejor visión que la nuestra. Él conoce verdaderamente lo que hay debajo de nuestros pies y si caminamos con seguridad o si estamos a punto de caer al vacío. Jesús les está diciendo que tengan fe, que es creer en las cosas que no podemos ver, porque Dios puede ver TODAS LAS COSAS.

La realidad es que, aún si los fariseos hubieran entendido exactamente de lo que estaba hablando Jesús, a ellos no les interesaba esa clase de reino.

Ellos procuraban posiciones y poder en la esfera humana. Ellos querían un reino terrenal. En contraste con esto, Jesús toma el Reino de Dios de un mundo visible y tangible a un mundo invisible, intangible, interior, que otros podrían percibir o no, con la excepción de Dios. Puede que no haya beneficios terrenales de este Reino de Dios. El reino externo tiene los beneficios del prestigio, el poder, y la popularidad; el interno solo tiene los beneficios de la humildad y el amor – lo que no es muy atrayente para los que se centran en esta vida aquí. Esto nos lleva a una pregunta: ¿Qué clase de reino estáis buscando vosotros? Porque lo que busquéis será lo que encontraréis. Y lo que os encontrará. Y os captará como sus siervos. Porque estos dos reinos no son aliados.

Podéis ser ciudadanos de un reino u otro. Con gran frecuencia el reino terrenal ofrece gratificación instantánea, y apela más a nuestros sentidos, haciéndonos sentir lo que queremos sentir, pero está engañosamente hecho de estructuras que no son seguras ni reales (como Chattanooga). El reino terrenal busca lo suyo, albergando como consecuencia relaciones empobrecidas, personas heridas, chascos, muerte, destrucción, esclavitud, encarcelamiento, y odio. El Reino de Dios se basa en promesas que son seguras, aunque su gratificación sea retardada. El Reino de Dios es gobernado por el Espíritu Santo, y os da la oportunidad de ver y de entender la esfera invisible del universo interior donde reside la vida, la creación, la libertad, y el amor. Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. Es por esto que el reino terrenal envía el ladrón a la cárcel, pero el Reino de Dios le da una camisa y también unos zapatos. El reino terrenal devuelve el ataque y la agresión, el Reino de Dios pone la otra mejilla. El reino terrenal procura continuamente reafirmarse a sí mismo, el Reino de Dios considera que los demás son mejores que ellos. El reino terrenal te usa y te descarta cuando ya no le eres útil. El Reino de Dios te ama incondicionalmente y te aprecia, y te ayudará a crecer hasta la medida completa de lo que puedes llegar a ser.

¿Cámo llega a ser así la gente de este Reino invisible? Éste es el misterio del Reino de Dios. ¿Cómo es que algo tan inmensamente grande cabe en alguien tan infinitamente pequeño? Como el agua en una taza, frecuentemente el contenido se amolda y toma la forma del recipiente; pero con Dios no es así. Cuando el Espíritu Santo llena nuestros corazones, Él nos moldea a Su semejanza. De esta manera se desafían y se invierten las leyes de la física, y el recipiente se amolda al contenido. La forma en que los demás te ven puede cambiar o no. Las circunstancias personales pueden permanecer inalteradas, pero tu perspectiva, tu punto de vista sobre el mundo, habrá cambiado.

En el tomo 7 de los Testimonios para la iglesia, Elena G. de White dice: “El reino de Dios no se revela por apariencias que atraigan la atención. Se manifiesta por la calma proveniente de su palabra, por la operación interna del Espíritu Santo, por la comunión del alma con Aquel que es su vida. La mayor manifestación de su potencia se produce cuando en la naturaleza humana se cultiva la perfección del carácter de Cristo.” (7T, 139.3)

EL REINO ES AHORA

Finalmente, este versículo tiene tanta importancia porque es uno de los pocos lugares donde se coloca el Reino en el presente. Ya no es algo que estamos esperando, sino algo de lo que podemos formar parte AHORA. Cuando decidimos unirnos al Reino, AHORA experimentamos paz en vez de tormenta, gozo en vez de desesperación, amor en vez de soledad. Y tenemos una legión de ángeles listos para luchar a favor nuestro y en contra de los demonios, cuando levantamos la armadura de Dios, porque en el mundo REAL no peleamos contra carne y sangre; los armamentos terrenales no funcionan en el reino invisible. Tenemos que tener la Espada del Espíritu, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación, el cinto de la verdad, la coraza de la justicia, y nuestros pies cubiertos con el apresto del evangelio de la paz. Entonces estaremos firmes en la batalla. Entonces tendremos todo un Reino que nos apoya en oración, con ángeles, y con Dios mismo. ¿Quién podrá entonces levantarse en contra nuestra? ¡Somos un Reino invencible, invisible!

Hay muchas personas que escogen servir a Dios por temor al más allá. Quieren ir al Cielo. Pero ¿cómo será entonces el Cielo un lugar mejor, si es un lugar en el que no quieren vivir ahora? La gloria del Cielo es estar con Jesús. Ahora puedes disfrutar de esa gloria. El Reino de Dios puede comenzar en ti ahora – sanándote, cambiándote, gobernándote, protegiéndote, sirviendo y amando a través de ti, y preparando una eternidad para pasarla contigo. El Cielo es una continuidad de lo que ocurre ahora; no comienza en la Segunda Venida – esa será la manifestación eterna del Reino invisible de AHORA. ¡Y será una fiesta que no te querrás perder! Pero, hasta entonces…

He aquí un relato verídico: Recientemente, a Jessica Eaves, de Githrie, Oklahoma, un hombre le robó la cartera mientras ella compraba comida en un supermercado. En esas circunstancias, la mayoría de las personas llamaría inmediatamente a las autoridades, pero Jessica encontró la manera de resolver el problema ella misma:

“Yo vi a un señor en el mismo pasillo donde yo estaba. Él caminaba detrás de mí. Un par de pasillos más adelante me di cuenta de que mi cartera había desaparecido. Lo vi de pie en una fila larga, así que me acerqué a él. Soy de personalidad extrovertida, pero reaccioné de forma calmada y sosegada. Le dije: ‘Yo creo que usted tiene algo que me pertenece. Le voy a dar dos opciones. Usted me devuelve mi cartera, y yo lo perdonaré ahora mismo, y además, lo llevaré a la caja y pagaré su compra.’

¿La otra alternativa? Denunciarlo a la policía.

“Él sacó mi cartera del bolsillo de su chaqueta y me la devolvió.”

Jessica añade que el hombre estaba muy agradecido por su perdón y por su generosidad.

“Mientras nos acercábamos a la caja, él comenzó a llorar. Para cuando llegamos a la caja, me dijo que lo sentía unas veinte veces. Me dijo que estaba desesperado.

Ella gastó 20€ en su compra que incluía leche, pan, mortadela, galletas, sopa y queso.

“Lo último que él me dijo fue: ‘Nunca me olvidaré de esta noche. No tengo dinero, y tengo hijos. Estoy avergonzado. Lo lamento.’”

“Algunas personas me critican porque yo no lo denuncié, pero hay ocasiones en las que lo que uno necesita es una segunda oportunidad” – concluyó Jessica.

Éste es un ejemplo del Reino ahora – no solamente lo que ella hizo por él, sino el cambio que ocurrió en el corazón de él como resultado de la gracia que ella le ofreció. Él se transformó instantáneamente de un ladrón en un amigo.

¿Cómo sería el mundo ahora si el Reino invisible se tornara en visible por medio del derramamiento del Espíritu Santo en nuestras vidas? ¿Quieres tú formar parte de ese Reino? Lo que tú ves y experimentas en el mundo jamás podrá compararse con lo que Dios puede hacer desde su perspectiva omnisciente. Nada es invisible para Él. Para comenzar, nada es verdaderamente invisible. Todo depende de nuestra percepción. ¿Confías en la percepción de Dios o en la tuya propia? ¿Vives en el mundo externo, terrenal o en el mundo interno? Únete ya a los que viven en el Reino invisible, porque el Reino de Dios está aquí, ahora, y es accesible.

Pero quiero dejarte con la pregunta: ¿Está el reino dentro de ti? Y si es así, ¿qué harás con él?

 

PREGUNTAS PARA COMENTAR

  1. ¿En qué reino te has centrado – en el de dentro o en el de fuera? ¿Cómo puedes determinarlo?
  2. ¿Acaso estás colocando tu fe en estructuras superficiales (como en la ciudad de Chattanooga? ¿Estás confiando en cosas que no están firmemente fundamentadas? ¿De qué cosas se trata?
  3. ¿Qué apariencia tendría el reino de Dios si fuera visible?
  4. ¿Puedes confiarle a Dios aquellas cosas que no puedes ver ni comprender? ¿Cómo lo sabes?
  5. ¿Hay alguna cosa en tu vida que está evitando que el reino de Dios explote por completo en tu corazón? Dedica un momento a orar por esas cosas ahora.

 

Revista Adventista de España