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Adviento es ese tiempo del calendario cristiano en el que durante los cuatro domingos anteriores al día de Navidad meditamos y nos preparamos para celebrar la venida de nuestro Señor Jesucristo, su nacimiento, y lo hacemos en la esperanza de su segunda venida.

En las próximas cuatro semanas, tomando como base el relato del evangelista Mateo y con el título genérico de José: un corazón predispuesto, os invito a reflexionar juntos en torno a un personaje que ocupa un segundo plano y del que muy poco hablan las Escrituras y, sin embargo, fue clave en la historia del nacimiento de nuestro Señor. Me refiero a José, al padre putativo de Jesús. Y se dice “padre putativo” o adoptivo de aquel que se tiene por padre, hermano o cualquier otro familiar, sin serlo. Como curiosidad diremos que de las dos iniciales de esta denominación “Padre Putativo” viene que a los José se les llame Pepe. Pero vamos a nuestra primera reflexión.

I. Escogido por Dios con un propósito (Mt. 1:16-20)

Por último, Jacob fue el padre de José, el marido de María. Y María fue la madre de Jesús, que es el Mesías. (Mt. 1:16)

Mateo en su genealogía (1:16) indica que José, el marido de María, era descendiente de David, detalle que más tarde repite el ángel (1:20). Pero lo hace ya evitando decir que José fuera el “padre” de Jesús, y dice que era el marido de María. Con esto el evangelista quiere resaltar que el Mesías, según las Escrituras, era descendiente de David y al mismo tiempo evita una filiación debida a intervención humana preparando el camino para el relato siguiente.

A estas alturas del relato evangélico, la genealogía, José no sabe lo que le aguarda. Quizá ni siquiera es consciente de lo que su linaje le deparará sin embargo el evangelista ya está narrando que José fue elegido por Dios para un propósito divino. Probablemente Dios podría haber elegido a otro de entre los descendientes de David, pero no, eligió a José, y probablemente fue así porque José, como veremos, tenía un corazón predispuesto a la voluntad de Dios.

Nosotros en la vida, al igual que José, es posible que no seamos siempre conscientes de lo que nuestro futuro pueda depararnos. Sin embargo, Dios siempre conduce sus planes a través de personas con un corazón predispuesto.

A José, su actitud le valió ser parte clave de la historia más maravillosa de la humanidad. Y la historia de la humanidad sigue y Dios sigue tomando a hijos suyos para formar parte de su historia salvífica para todo el mundo.

Al igual que José, en este tiempo de adviento, preparemos nuestros corazones y estemos dispuestos a recibir a Jesús en nuestro hogar, a formar parte de su historia de salvación para el mundo. Dios tiene también un plan para ti.

Revista Adventista de España