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Entrevista al secretario de la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Sergio Martorell.

 

EA. ¿Cómo definen a Sergio Martorell sus familiares y amigos?

SM. Teniendo en cuenta que los familiares y amigos te quieren, y hablan mucho de tus virtudes y poco de tus defectos,  me describen como un hombre serio, pero a la vez alegre y cariñoso. Aunque mi esposa se queja a veces, de que me gusta bastante la soledad y de que hablo poco.

EA. ¿Cuándo y dónde naciste? ¿Cómo era/es tu familia? ¿Cómo recuerdas tu infancia?

SM. Nací en Madrid, un mes de Junio de 1964. Para entonces mis padres llevaban cinco años casados, recorriendo España en un “dos caballos” para atender los numerosos grupos de la iglesia del Hogar. Crecí en el piso que la Unión tiene en la calle Ponzano de Madrid, donde también nacieron mis hermanos Rubén y Jose Manuel. Con cuatro años, marchamos todos a las misiones en la República Centro Africana, donde nacería mi hermana Eva, a la luz de una linterna, en una Misión Católica.

África marcó mi vida. El mundo natural me fascinó y sin duda influyó mucho en mi vida profesional posterior. Pero el servicio abnegado de mis padres a esas gentes, que vivían en la precariedad, a veces sin nada para comer y arrasados por todo tipo de enfermedades, me dejaba profundamente impresionado. Los viajes acompañando a mi padre, recorriendo miles de kilómetros por las sabanas en pistas de tierra, durmiendo en chozas de adobe,  bajo mosquiteras para parar a miles de mosquitos hambrientos, me hicieron comprender los sacrificios, pero a la vez la belleza, de la vida pastoral.

En resumen, tuve una infancia muy feliz, llena de aventuras, viajando por varios países, y con unos padres que vivían e incentivaban en nosotros el amor profundo a la creación y a su autor.

EA. ¿Cómo y cuándo conociste al Señor?

SM. Aunque nací en una familia pastoral adventista, y desde pequeño tuve mucho conocimiento bíblico y una gran relación con la iglesia y sus actividades, faltaba el encuentro personal con el Dios de mis padres. Aunque me bauticé  en mi adolescencia, tuve un tiempo de crisis en el que me alejé de la iglesia. Como el hijo prodigo, estando lejos de mi casa y de la iglesia, recordé la relación de mis padres con Dios, su ejemplo como matrimonio y especialmente como vivían lo que predicaban. Nunca escuché de sus labios una crítica a la iglesia o a un compañero. Esto es lo que me hizo volver. Busqué tener en mi vida la vivencia que había visto en mis padres. Decidí regresar, buscando que el Dios de mis padres fuese mi Dios. Entonces conocí verdaderamente al Señor.

EA. ¿Cuándo, cómo y por qué decidiste ser pastor?

SM. Mi fascinación por la naturaleza ha sido una constante en mi vida desde que mi padre, con solo tres años de edad, me puso una serpiente en cada mano. Cerca de 15 años estuve trabajando con una productora de documentales de naturaleza, para las grandes televisiones del mundo (BBC, National Geographic, Anglia TV, etc). Pero aunque el trabajo era mi sueño de juventud hecho realidad, como creyente siempre tenía el sabor agridulce de ver que todo mi esfuerzo se transformaba en una apología de la evolución para los millones de espectadores que veían nuestros documentales. Esto fue minando poco a poco mi entusiasmo por éste trabajo, al mismo tiempo Dios me llamaba, despertando en mí un deseo  voraz del estudio de la Biblia y una mayor dedicación a su iglesia. La lucha entre las dos pasiones fue creciendo, y también la oración, pidiendo tiempo para ambas actividades. Pero era imposible, nos pasábamos semanas filmando por España, y Dios me pedía que  le dedicara todo mi tiempo. Finalmente ganó Dios, invitándome como a Moisés, a tomar la “serpiente” por la cola, y el la transformo en mi mano en la vara de un pastor. Y con 40 años, con toda la vida muy bien resuelta, nos invitó a dejarlo todo y servir a su pueblo.

EA. ¿Qué dirías de tu esposa? ¿Qué aporta a tu vida y a tu ministerio?

SM. Mi esposa es el mejor regalo que Dios me ha hecho en esta vida, y aporta mucho equilibrio a mi ministerio. Él ya sabía, desde el principio, cuando a mí ni se me había pasado el “ministerio” por la cabeza, qué tipo de mujer necesitaba un pastor. Así que la guió a mi vida. Y cuando le plantee la posibilidad de dejar su gabinete de estética, vender nuestra casa, y marchar a estudiar con nuestros dos hijos, cuatro años al Seminario; ella se metió en la habitación, salió con un cuaderno y un bolígrafo, y se puso a hacer cálculos de los costes de nuestra nueva andadura. No tuve que convencerla, el Señor, y su gran corazón deseoso de servir, hicieron el resto.

EA. ¿Cómo os conocisteis?

SM. Nos conocimos en El Puerto de Santa María hace 28 años. Ella era la directora de los jóvenes y yo buscaba una iglesia donde reunirme los sábados. Nada más verla, pensé: “si alguna vez salgo con alguna chica de esta iglesia será con esta.” El tiempo, Dios y el amor hicieron el resto”.

EA. ¿Qué dirías de tus hijos? ¿Qué aportan a tu vida y a tu ministerio?

Creo que la familia es muy importante para el equilibrio emocional correcto. Los hijos te enseñan tanto… te ayudan a madurar, te enseñan a servir, a amar, a entender mejor el concepto de la entrega y el sacrificio.  Sergio y Samuel son dos chicos maravillosos, por los que doy gracias a Dios todos los días.

EA. ¿Cuáles son tus mayores deseos en esta vida?

Creo que ya he realizado mis mayores deseos en esta vida. Formar parte de un equipo de filmación de la naturaleza fue mi sueño de juventud y Dios me lo concedió. Luego puso en mí el deseo ardiente del ministerio pastoral y lo estoy viviendo. Creo que lo único que me queda por cumplir, es ver venir a mi Jesús en las nubes del cielo, para llevarnos a casa, donde podremos vivir la auténtica VIDA.

EA. ¿Qué te apasiona?

Me sigue apasionando la naturaleza. Cuando puedo me pierdo por los bosques, donde recargo las baterías de paz y sosiego. Me apasiona leer, con dieciséis años me había leído la mayoría de los libros de la abundante biblioteca de mi padre. Me apasiona el estudio profundo de la Biblia, a la que dedico muchas horas. Y me apasiona el ministerio pastoral, con todas sus implicaciones.

EA.¿Qué te disgusta?

Es difícil disgustarme, porque soy una persona bastante tranquila. Pero podríamos decir que me entristece bastante la hipocresía. Soy una persona muy transparente, que dice lo que piensa, sin pensar mucho en las consecuencias, y quizás por esto, no entiendo bien a las personas con dobleces. Pero el Señor, también me enseña a tener paciencia en éste terreno.

EA. ¿Tienes algún hobbie?

Soy bastante manitas y me encantan todas las artes plásticas, escultura, carpintería, modelismo, etc.

También me apasiona la fotografía, especialmente de naturaleza.

EA. ¿Cómo es eso de ser secretario de la Iglesia Adventista en España? ¿Qué hace un secretario?

Es una de esas funciones que nunca se me pasó por la cabeza. Pero el Señor es un especialista en llamarte a los lugares donde nunca pensaste. Especialmente porque no te ves con los dones necesarios para desempeñar ese cargo. Pero también es cierto que el Señor no solo te llama a metas imposibles, te dota para alcanzar el objetivo. Así que, aunque la burocracia, la administración, los certificados, agendas, archivo histórico, consejos, los interminables mensajes y llamadas, no son especialmente lo mío; Dios me ayuda con un equipo extraordinario, una secretaria con una eficiencia sobresaliente, y unos hermanos pacientes. Para compensar, viajamos mucho a las iglesias, donde puedo seguir predicando y desarrollando mi ministerio pastoral, preparando a un pueblo para su encuentro con el Señor.

EA. ¿Cómo está siendo este primer año al frente de la Iglesia Adventista en España?

Llevamos seis meses muy intensos, llenos de aprendizaje, descubriendo la enorme complejidad de nuestra iglesia y buscando soluciones “de rodillas”, para los diversos problemas de nuestro campo. Buscamos trabajar en equipo siempre, buscando el consejo, y el consenso con todas las partes. Pero de nuevo tengo que dar muchas gracias a Dios, quien ha allanado  “montañas” delante de nosotros, y sin duda lo seguirá haciendo.  Confió en los compañeros pastores y en todos los hermanos que aman y sirven a Dios con todo su corazón. Juntos terminaremos  la misión para la que Él nos llamó.

EA. ¿Cómo es trabajar en equipo con el presidente, el tesorero e incluso el ministerial?

Hay un dicho bien conocido que dice: “Dios los cría y ellos se juntan.” Pero en el caso del equipo de administradores, cada día veo más claro que “Dios nos juntó”. Porque aunque cada uno somos completamente diferentes, Dios inspiró a hombres y mujeres que depositaron su confianza  en nosotros para desempeñar esta difícil tarea. Tarea para la que te ves pequeño e inútil, pero unidos, en oración constante, Dios inspira. Es un placer trabajar en un equipo tan cohesionado, tan entusiasmado en servir y unir a la iglesia en torno a Jesús.

EA. ¿Qué dirías de cada uno de ellos?

Oscar es una persona muy alegre, con una inteligencia clara,  y muy cercano. Tiene un marcado liderazgo, pero sustentado en Cristo y sobre el consenso del equipo. Tiene pasión por el evangelio, haciendo de Jesús el centro de su predicación. Es un privilegio trabajar a su lado.

Richard siempre se está riendo y transmite paz. Es un hombre feliz, lleno del fruto del Espíritu. No para de trabajar y parece estar en todos los sitios a la vez. Sus grandes pasiones son la iglesia y su familia, de la que está enamorado. Tiene un carisma contagioso.

Marc es la mente cartesiana del equipo. Con una facilidad pasmosa para la administración y los números, piensa a largo plazo, y sin dejarse llevar por las emociones. Con un gran sentido de la ética, tiene un gran corazón, que antepone la misión y las personas a las finanzas. Con él, sientes que la economía de nuestra iglesia está muy segura.

EA. ¿Cómo ves a nuestra iglesia? ¿Qué puntos fuertes tenemos?

Nuestra iglesia tiene un enorme potencial. Tenemos la verdad. Somos el remanente de este tiempo final. Hay hermanos que vibran por el evangelio y entregan todo su tiempo y recursos para el avance de nuestra obra. Pienso en estos años de crisis económica y no puedo más que agradecer la dadivosidad de nuestros hermanos, pero especialmente la comunidad rumana que ha sostenido, −en gran parte−, la obra en España. Agradezco a Dios porque sigue velando por su iglesia. Confío que muy pronto habrá un despertar y una reforma en nuestro pueblo, que nos permitirá terminar la misión y Cristo regresará.

EA. ¿Qué tenemos que mejorar?

Tenemos que trabajar mucho más nuestra relación personal con Cristo. Nuestro estudio de la Biblia y el tiempo que dedicamos a la oración. Si lo hacemos, el amor de Cristo estará en nosotros, nuestra iglesia se unirá. Dejaremos las contiendas y las críticas. Solo entonces, la iglesia, que soy yo, comenzará a ser relevante para nuestros hijos, nuestros jóvenes y nuestra sociedad. Yo debo ser el cambio que quiero ver en mi iglesia.

EA. ¿Qué te gustaría que dijera de ti la iglesia al finalizar estos 5 años?

Lo que más me importa es que piensa Dios de mí. Pero si a pesar de mis defectos y debilidades, se puede decir algo, que se me pueda recordar cómo, un siervo de Cristo, que sirvió a Dios y a su iglesia, con todo su corazón y con todas sus fuerzas.

Autora: Esther Azón, redactora y editora de contenidos web en HopeMedia, editora y presentadora del Informativo Adventista de España y editora de la Revista Adventista. 

Lic. Teología & Comunicadora Editora Revista Adventista Productora radio y TV/ Redactora Web en HopeMedia Edit/coordin. Quecurso.com

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