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Desde el curso 2019 – 2020, en el Colegio Adventista de Sagunto hemos puesto en marcha las aulas inclusivas. Un espacio donde la diversidad es un valor positivo y enriquecedor, que ayuda en el proceso de aprendizaje y enseñanza.

Durante el verano del 2018, la Generalitat Valenciana (autoridad gubernamental de la zona) nos sorprendía con el Decreto Valenciano de Equidad y de Inclusión Educativa. Este decreto tiene como propósito el máximo desarrollo del alumnado y la eliminación de todas las formas de exclusión, desigualdad y vulnerabilidad para que todas las personas sean valoradas por igual.

Hasta ese momento, teníamos ciertos métodos y unas pautas para trabajar con los alumnos y alumnas con necesidades especiales. Este decreto cambiaba toda nuestra metodología y nos hacía reflexionar sobre el trabajo que habíamos desarrollado con este tipo de alumnos.

En lugar de separar, incluír

Durante los cursos anteriores, la forma de trabajar consistía en sacar al alumno o a la alumna de la clase y trabajar individualmente o en grupos reducidos. Pensábamos que trabajando así, se favorecía el aprendizaje. Pero el decreto 104/2018 del 27 de julio del Consell (entidad que legisla) nos decía todo lo contrario. Según la nueva normativa, los alumnos ya no debían salir del aula para reforzar las materias en las que tenían dificultades, si no que debían permanecer dentro del aula y eran las clases las que se tenían que adaptar a las necesidades de todos y de todas.

Al principio, a la mayoría de nosotros y nosotras, todo esto nos parecía algo impensable y muy difícil de conseguir ya que habíamos establecido nuestro “nivel de confort” dentro de las clases de necesidades especiales y esto suponía romper con todo lo anterior. No obstante, era algo que debíamos empezar a aplicar y nos pusimos manos a la obra.

Lo primero que tuvimos que hacer fue eliminar los prejuicios que teníamos y empezar a creer que todos los alumnos y alumnas con necesidades especiales son capaces de alcanzar niveles superiores a los que habían conseguido hasta ese instante. Para ello, introducíamos en las aulas distintos niveles de aprendizaje. Pero, ¿cómo trabajar a distintos niveles? Esta pregunta nos la habíamos realizado muchas veces pero nunca la habíamos puesto en marcha.

Niveles diferentes, trabajando juntos

Para empezar, partimos de la idea de que todos pueden alcanzar el máximo nivel y tenemos que detectar cuáles son las barreras que impiden que determinados alumnos no puedan alcanzarlo. Cuando hemos detectado estas barreras, comenzamos a aplicar la diversidad de niveles, por ejemplo:
Si en una clase de Física y Química estamos estudiando formulación, hacemos una explicación para todos los alumnos y alumnas (tengan o no tengan necesidades especiales) y preparamos ejercicios para distintos niveles:

1: Utilizarán sólo la nomenclatura sistemática
2: Usarán nomenclatura sistemática y Stock
3: Utilizarán nomenclatura sistemática, Stock y tradicional.

El nivel 3 engloba los dos niveles inferiores de forma que el alumno nivel 3 tendrá también ejercicios nivel 2 y nivel 1.

De esta forma conseguimos que todos los alumnos y alumnas participen en la clase (preguntando, corrigiendo en la pizarra, etc.), cada uno trabajando a su ritmo.

En principio todos comienzan en nivel 3, y en función de sus barreras o dificultades les vamos adecuando los ejercicios al nivel 2 o al 1.

Excelentes resultados

Al contrario de lo que pensábamos al principio, los resultados que hemos obtenido este curso aplicando la inclusión educativa han sido espectaculares. Alumnos que en cursos anteriores eran reticentes a trabajar y era muy complicado avanzar con ellos, este curso han trabajado con el resto de su clase y han avanzado de manera exponencial en comparación con los cursos anteriores. Trabajar dentro de las aulas es muy beneficioso para ellos. Se han sentido arropados por sus compañeros y han participado en las clases eliminando las diferencias que les separaban.

La experiencia este primer año de aplicación ha sido muy enriquecedora y tanto alumnos como profesores hemos aprendido a no poner límites en el aprendizaje y a llegar todo lo lejos que podamos.

Autora: Elena Rodríguez, profesora de Secundaria en el Colegio Adventista de Sagunto. 

 

Revista Adventista de España