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¡Feliz año nuevo 2018! En este último día del año, deseo compartir contigo un mensaje de esperanza, confianza en Dios y renovación. El año nuevo nos ofrece la oportunidad de comenzar de nuevo, de la mano de Jesús. Dejar atrás los momentos malos, recordar los buenos, y seguir adelante aferrados a su poderosa mano.

A nadie le gusta ser criticado. Nos duele oír rumores falsos sobre nuestro servicio desinteresado, por la causa del evangelio. Lo damos todo por la obra y lo que esperamos es un mínimo de comprensión por parte de nuestros hermanos.

Si quieres ser un líder que tenga días felices en el servicio a la iglesia, debes armarte con las advertencias que nos dio el Señor Jesús haciéndonos ver que, por ser discípulos de Él, sufriremos injusticias (Mateo 5:11). No es algo que deba sorprendernos. Sin embargo, cuántas veces oímos dimisiones del cargo eclesiástico por tensiones, y por la sensación de estar quemados. El “año sabático” es la excusa para no seguir sirviendo. Testifico que he constatado varias veces en las comisiones de nombramientos personas que rechazaron las propuestas de servir a la iglesia por problemas internos.

Al estar en frente de una congregación todas las miradas están puestas en el siervo de Dios. Y todos los que hemos recibido un llamado de parte de la iglesia somos “administradores de los múltiples dones de Dios” (1 Pedro 4:10). A algunas personas de la comunidad les cuesta entender las tensiones que un servidor puede tener en su interior. El pastor da todo lo que tiene y sirve a la iglesia lo mejor que puede; pone a disposición de los hermanos su tiempo y sus dones. La sinceridad, el amor y la disposición de servir son totales. Pero ocurre una cosa: en lugar de aprecio ve indiferencia; en vez de ánimo, problemas.

Pero lo más doloroso y decepcionante es el murmullo que se oye detrás de las actuaciones sinceras. Hacemos con buen corazón el trabajo sagrado de los servicios de culto. Pero siempre hay personas descontentas. Se halla con facilidad a personas que prefieren criticar (crítica destructiva, en público o por detrás) en lugar de edificar (crítica constructiva, en privado).

El Señor Jesús nos invita a entender esta situación en la parábola de la cizaña (Mateo 13: 36-43). En la iglesia hay buena semilla y cizaña. Y este cuadro seguirá así hasta el fin del mundo. La iglesia es un lugar donde nos reunimos hermanos y hermanas a los que Cristo está curando de las heridas del pecado. No es un santuario de perfección, sino un hospital de pecadores. Pablo escribe lo siguiente sobre esto: “Destruid lo que hay de mundano en vosotros: la lujuria, la impureza, las pasiones desenfrenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una especie de idolatría.” (Colosenses 3: 5). Y eso solamente es posible de la mano de Jesús.

¡Es complicado! Nos cuesta entender.  Aunque tengamos membresía y seamos bautizados, e incluso tengamos experiencias espirituales significativas, esto no supone que hemos alcanzado un estado de perfección. La perfección en Cristo es un camino diario, hacia adelante y hacia arriba, en el que habrá caídas de las que saldremos fortalecidos de la mano de Cristo. Cada día es una nueva oportunidad de crecer con el Señor. La iglesia es el lugar adecuado para curarnos. Mira, siervo de Dios, cuando un hermano te produce daño, recupérate. Ten fe. Dios te ama. Él te ha llamado para que puedas ayudar a los más débiles. Es una muestra clara de debilidad, por parte de un hermano, cuando te critica, te insulta o esparce chismes sobre tu persona. ¿Quieres luchar para demostrar que tienes razón? ¿Quién quieres que te declare justo? Concéntrate en hacer la obra de Dios y reflejar el carácter de Cristo y sus palabras mentirosas serán sobre su cabeza. 

Déjame decirte que seguir a Jesús implica asumir ciertos riesgos. No podemos caer bien a todo el mundo. Es más, si de verdad seguimos a Jesús, tendremos oposición dentro y fuera de la iglesia. Fuera de la iglesia es comprensible y nos es fácil de aceptar, pero nos resulta más complicado cuando los que están con nosotros nos odian. Son palabras duras pero ocurrirá, y quizás ahora mismo algunos de nosotros sentimos el peso de no ser entendidos.

La escena de la traición de Jesús, por el beso de su apóstol, Judas, nos da una pista sobre lo que puede acontecer en nuestras comunidades (Lucas 22:48). Jesús fue traicionado por uno de los más cercanos amigos. Si Jesús, la mejor persona que pudo existir, recibió un trato semejante, esto debería darnos ánimo para estar seguros de que estamos en el buen camino cuando nosotros sufrimos por hacer lo correcto. El mismo apóstol Pedro, quien fue recuperado después de negar a su Señor, nos anima frente a las desgracias que puedan acaecer sobre nosotros:“Aun cuando tengáis que sufrir por comportaros rectamente, ¡dichosos vosotros!” (1 Pedro 3:14).

Los grandes personajes de la historia bíblica han recibido, en algún momento, un trato injusto. Hagamos un pequeño repaso: Moisés, estuvo a punto de ser apedreado por su pueblo (Éxodo 17:4); Elías, perseguido por Jezabel (1  Reyes 19:2) y uno de los ejemplos más conocidos: la muerte del diácono Esteban, apedreado por los judíos enfurecidos por su predicación (Hechos 7:59).

Estamos en los últimos días de la historia. Vemos las señales de la cercanía de la venida del Señor. Las crisis en el seno del pueblo de Dios aumentarán. Si como siervos del Señor buscamos armonía y paz en nuestras iglesias estamos cumpliendo con la intención del Señor y seremos llamados hijos de Dios (Mateo 5:9). No obstante, tengamos en cuenta que las tensiones y las situaciones extremas acompañaran a los siervos de Dios. Una iglesia sin problemas, sin personas que traten injustamente a sus semejantes, no existe, mientras estaremos aquí en la tierra. No somos la iglesia perfecta, pero nuestro viaje de cada día es seguir mejorando nuestras relaciones y estar preparados para la pronta venida del Señor.

Si al estar en tu cargo en la iglesia local, experimentas la sensación de que has llegado al límite de tus fuerzas, te invito a leer esta promesa vivificante: “Tú eres mi siervo; te he elegido, no te he rechazado. No temas, que estoy contigo; no te angusties, que soy tu Dios” (Isaías 41:9-10).

Si piensas que eres el único que sufre presiones e injusticias te ruego que leas conmigo la palabra del Señor dirigida a Elías:
“Sólo dejaré en Israel un resto de siete mil: aquellos que no doblaron la rodilla ante Baal, ni lo besaron con sus labios” (1 Reyes 9:18). Él pensaba que estaba solo pero Dios le mostró que la realidad era muy diferente. Como tú, querido hermano, hay otros que piensan que son los únicos que se han quedado fieles al Señor. Pero estamos enfrente de grandes responsabilidades, y no estamos solos. Somos un cuerpo de hermanos, y hermanos que juntos constituimos el cuerpo de Cristo.

Si estás pensando abandonar tu cargo en el ministerio, te suplico que lo medites bien. Mi consejo es: ¡Sigue adelante! Cristo está a tu lado. Él te ha llamado para cumplir con el propósito de edificar a su iglesia. Hasta ahora has hecho pequeñas cosas. Grandes proyectos están delante de ti. Dios te llama a seguir adelante. Él te ha confiado este ministerio y no te fallará. Él te sostendrá cuando creas que ya no puedes más. El enemigo es poderoso, ¡pero Dios es invencible! Aprovecha tu momento de debilidad para aferrarte a Dios y saldrás doblemente fortalecido. Deja que Dios sea tu fuerza. Los momentos malos nos destruyen o nos purifican, según sea nuestra elección. Sin Dios acabaremos hundidos, con Dios nos levantaremos renovados como las águilas (Isaías 40:31), con nuevas fuerzas que vienen de Su poder en nosotros. 

Cuando lleguen las tormentas de la vida, y creas que no vas a poder soportarlas… abre las alas y, como las águilas, sitúate por encima de las nubes, cerca de Dios. Desde ahí podrás escuchar Su voz y ver los problemas con mejor perspectiva. 

Si recibes críticas, y tienes alguna duda de si lo estás haciendo bien, te animo a buscar respuestas en tu Biblia y en la oración, y a buscar consejo y apoyo de tus compañeros en el ministerio. Pero no te rindas. No te desanimes. Esfuérzate y sé valiente (Josué 1:6-9). Dios pelea a tu lado y Él siempre gana. Recuerda que al seguir a Jesús recibiremos críticas, pero debemos seguir adelante por amor a Dios, y a las almas a las que servimos y queremos acercar al reino de Dios.

 

Richard Ruszuly. Responsable de la Asociación Ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España

Foto de portada:Jan Solà SB en Unsplash

Revista Adventista de España