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ÉxitoLa mayoría de las personas desean éxito, desean triunfar en la vida. Unas pocas lo logran porque tienen la actitud debida. El sabio Salomón, un hombre llamado por Dios para triunfar, aconsejó a niños, jóvenes y adultos con estas palabras: «Todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño». (Eclesiastés 9:10).

El empeño es un ingrediente fundamental para triunfar. Implica tener fuerza física, mental, emocional y espiritual. Significa poseer la motivación suficiente para llevar adelante el proyecto o tarea. Es apropiarse del deseo intenso para perseverar y no desmayar hasta alcanzar la meta. Es experimentar la disposición adecuada que se llama actitud, la cual incluye fe en uno mismo y en Dios.

Para triunfar, se requiere actitud positiva. De igual modo, para fracasar, también se requiere de actitud, pero actitud negativa. Veamos a continuación, cómo cada una de ellas contribuye cuando está unida a la capacidad o potencialidad que cada ser humano posee.

Actitud positiva + alta capacidad o habilidad= éxito

Cuando a la actitud positiva se le suma la alta capacidad o habilidad, la persona le va muy bien en la vida. Veamos un ejemplo. Julián era un adolescente con muchas ganas de estudiar. Mientras estudiaba la secundaria, trabajaba, junto a su madre, en la sastrería que tenían en su hogar. Lamentablemente, al terminar la secundaria, no pudo continuar estudiando por carencias económicas en su familia.

Sin embargo, Julián tenía una fuerte determinación de progresar. Decidió perfeccionar la sastrería que había aprendido al lado de su madre. Por lo tanto, se dijo para sus adentros: «si ya no puedo seguir estudiando, me dedicaré a la sastrería y seré uno de los mejores sastres». Buscó cursos por correspondencia en España y finalmente se matriculó en una escuela de sastrería en la ciudad de México, que logró terminar con éxito.

Posteriormente, ese deseo de perfeccionar la sastrería, lo indujo a salir de su localidad para ir a trabajar con don José, un sastre renombrado que vivía a siete horas del hogar de Julián. Este señor sastre decidió perfeccionarlo en el oficio, a cambio del trabajo que Julián realizaría mientras duraba su aprendizaje.

Así las cosas, perfeccionó la sastrería y durante muchos años, Julián fue un buen sastre. Disfrutó el oficio y con los ingresos que obtenía logró terminar el bachillerato y la licenciatura. Aprovechó su actitud positiva, así como sus altas capacidades. Como sastre y como profesional, hizo todo lo que le venía a la mano y lo hizo con todo empeño, como dice Eclesiastés 9:10.

Actitud positiva + baja capacidad o habilidad= éxito

La actitud positiva es una gran impulsora del éxito. Puede incluso despertar a las bajas capacidades y habilidades dormidas de una persona y dotarla de éxito. Julia es un ejemplo apropiado al respecto. Ella, hablaba solo el tojolabal cuando ingresó a la Universidad. El tojolabal, es uno de los 68 idiomas indígenas que se hablan en México.

Con fuerte e intenso deseo de obtener una profesión, decidió ingresar a la licenciatura en educación. En esto residía su actitud positiva. Sin embargo, su español, idioma en el que recibiría sus clases, era nada bueno. Tampoco su nivel de comprensión de las asignaturas. Menor todavía, era la comprensión de las explicaciones de sus profesores.  Así las cosas, Julia, parecía estar destinada al fracaso.

Sin embargo, Julia se aferró a su actitud positiva. Terminó la licenciatura. Continuó con la maestría y hoy está realizando estudios doctorales. Actualmente, es profesora en la misma Universidad donde cursó su licenciatura. Sus evidentes limitaciones se potencializaron a su favor, gracias a su actitud positiva para superarse y su confianza en Dios. Julia, sigue hablando su idioma nativo y hoy, es una excelente profesional adventista.

Actitud negativa + baja capacidad o habilidad= fracaso

También existen dos pares de elementos potentes para conducir al fracaso a las personas. El primer par lo forman la actitud negativa más la baja capacidad o habilidad. El caso de Ildefonso, nos lo ilustra. En clases, él no participaba ni cumplía con sus tareas escolares. Parecía que nada le motivaba y lo único que manifestaba era el deseo de dormir.

Cuando dialogábamos con sus padres, en lugar de interesarse y atender a la plática, se distraía o se ponía a jugar. Si se tomaban acuerdos, decía sí a los planes, pero no los cumplía. Sus potencialidades parecían estar dormidas. Suspender todas las materias, era «normal» para él.

Ni el consejero escolar o el capellán, lograron influir positivamente en su persona.

Finalmente, sus padres los retiraron de la escuela después de dos años de intento. No sabemos más de él. Lo único que recordamos es su actitud negativa y su baja capacidad que mostró en ese tiempo y el esfuerzo que realizamos para redimirlo.

Actitud negativa + alta capacidad o habilidad= fracaso

Hay personas que se les ve alta capacidad o habilidad. Pareciera que triunfarán en la vida. Reconocen que son hábiles y se confían por lo mismo. Son rápidas para comprender, razonar y realizar las tareas que se les encomienda. No obstante, no lo hacen de buena gana. Tienen actitud negativa.

Daniela ejemplifica esta fórmula. Aunque sus habilidades profesionales son notorias, casi todo lo deja para el último momento. Cuando se le encomienda alguna tarea extra, lo realiza de mala gana y además es quejumbrosa. Tiene todo el potencial para avanzar en su carrera, no obstante, permanece estancada en su profesión.

Esta actitud negativa, tanto, la influye que nubla sus capacidades hasta oscurecerlas y perderlas. Sus potencialidades se desvanecen. No logra sobresalir más a pesar de que hace las cosas con empeño. Su serio problema es su actitud negativa.

Como hemos visto, nuestra actitud, sea positiva o negativa, hasta cierto grado gobierna nuestro presente y futuro. Tener capacidad, destreza o habilidad, solo nos garantizan un futuro prometedor si están acompañadas de la debida actitud positiva.

Esta actitud positiva se reflejará en dedicación, esmero, entrega, esfuerzo y firme determinación en lo que emprendamos. Y si a esta actitud la impregnamos de fe en Dios, y creemos que ya hemos recibido todo lo que estemos pidiendo en oración, seguramente que lo obtendremos, tal y como dice Marcos 11:24.

Autor: Emerson López-López, profesor-investigador y catedrático de las asignaturas de investigación, licenciatura y posgrado en la Universidad Linda Vista en Chiapas, México, lo que le ha permitido escribir publicaciones científicas y de divulgación. Licenciado y maestro en educación por la Universidad de Montemorelos; maestro en pedagogía por la UNAM y Doctor en Socioformación y Sociedad del Conocimiento por CIFE-México.
Imagen: Shutterstock

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