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Hay por lo menos tres hechos históricos que necesitan explicación.

1. El primero es el hecho irrefutable de la tumba vacía.

No hay nada más sagrado para los creyentes de cualquier religión, que dar digna sepultura a los restos mortales de sus queridos maestros.

  • Buda está enterrado en una preciosa tumba en Kushinagar (India), venerada por los budistas.
  • Abraham, el padre de la religión judía, está enterrado en la tumba de los patriarcas, en Hebrón (Palestina), junto a su esposa, la matriarca Sara, y los patriarcas Isaac y Rebeca y Jacob y Lea.
  • Mahoma, el gran profeta del islam, está enterrado en Medina (Arabia Saudita), en la llamada Mezquita del profeta.
  • ¿Dónde está enterrado Jesús de Nazaret? En ningún sitio.

Dos días después de que fuera sepultado, cuando sus seguidores fueron a terminar de embalsamarlo, se encontraron con que su tumba estaba vacía… Aquí los historiadores se encuentran con dos hechos irrefutables:

  • La tumba vacía,
  • y el testimonio de los que afirman haber visto a Jesús resucitado.

Claro, que podríamos hacernos algunas preguntas:

  • ¿Y si Jesús no estaba realmente muerto?
  • ¿Y si sus discípulos se llevaron el cuerpo y lo hicieron desaparecer?

Estas son las tesis más frecuentemente invocadas por los no creyentes. Tesis difíciles de probar, porque tenemos testimonios de que los soldados romanos no le quebraron las piernas como a los demás crucificados, porque ya estaba muerto. Y para asegurarse de ello le atravesaron el corazón de un lanzazo.

Además, las autoridades judías tenían tanto interés en custodiar ese cuerpo que exigieron del procurador romano Pilato que protegiera la tumba con una guardia de soldados. “Nos acordamos de que este engañador dijo, viviendo aun: Después de tres días resucitaré. Manda pues que se asegure el sepulcro hasta el tercer dia, no sea que vengan sus discípulos y lo hurten y digan al pueblo: resucitó de entre los muertos. Y el ultimo engaño será peor que el primeo. Y Pilato les dijo: ahí tenéis una guardia; id y aseguradlo como sabéis. Entones ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra además de poner la guardia (Mateo 27:62-66).

Fueron precisamente los soldados quienes informaron acerca del evento inexplicable (llamado en los documentos originales “terremoto”) tras el que se encontraron la tumba vacía. Pero en vez de mandar a los soldados a encontrar el cuerpo presionando a los discípulos, o de castigarles por no cumplir su misión, como marcaban las leyes romanas, las autoridades judías les dieron mucho dinero a los soldados para que se callaran (Mateo 28:11-15). ¿Por qué…?

2. La segunda evidencia la constituyen los testimonios de sus seguidores.

Las fuentes documentales más antiguas de que disponemos, todas fechadas muy pocos años después de los hechos narrados, aseguran que conocían a más de quinientos testigos (creyentes y no creyentes), y que la mayoría de ellos todavía estaban vivos, que habían visto personalmente a Jesús resucitado. Estas fuentes citan por su nombre a muchos de ellos (1 Cor 15:3-8).

Entonces, ¿qué evidencias tenemos de que estas apariciones no han sido inventadas?

La primera es que todos los testimonios más fiables concuerdan en que los primeros testigos del resucitado eran mujeres. Si la historia hubiese sido inventada, los inventores hubiesen buscado testigos mucho más fiables, ya que el testimonio de las mujeres en aquella sociedad era prácticamente nulo.

¿Por qué tantos testigos independientes entre sí concuerdan en afirmar que habían visto a Jesús resucitado, sabiendo que al hacerlo los tratarían de locos o de embusteros?

3. Pero hay todavía otro hecho histórico que requiere explicación: la fe de sus seguidores en un Jesús resucitado y las nuevas conversiones

Tras la crucifixión de su maestro los discípulos estaban devastados, aterrorizados y deprimidos. Pero de pronto, a partir del domingo, todos se ponen a proclamar, con una valentía desconcierta, que Jesús de Nazaret ha resucitado. Se desentienden totalmente de su tumba vacía, hasta el punto de que ya ni siquiera les importa saber dónde estaba…

Y ¿por qué están tan convencidos de que Jesús es el Cristo glorificado, hasta el punto de estar dispuestos a morir por mantener su fe? ¿Serían capaces de dejarse matar por algo que sabían que era mentira? ¿Con qué interés?

Hasta el día de hoy, los historiadores no han aportado ninguna respuesta naturalista convincente al hecho histórico de la tumba vacía y de la fe de sus discípulos en un Señor resucitado. Hasta el día de hoy, los historiadores más serios afirman que no tienen respuesta, y que la única evidencia verosímil sería la resurrección.

Esa tumba vacía, ¿cómo la explicas tú?

Autor: Roberto Badenas es licenciado en Filología Moderna y en Teología. Tiene un máster en Filología Clásica y un doctorado en Teología por la Universidad de Andrews. Ha servido como pastor, profesor de Teología, decano de la Universidad Adventista del Salève, miembro del Biblical Research Committe y director del departamento de Educación y Familia de la División Euroafricana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Descubre más:

STROBEL, Lee. El caso de Cristo: una investigación exhaustiva, Miami: Vida, 2000.
EDERSHEIM, Alfred, La vida y los tiempos de Jesús el Mesías, Terrassa: CLIE, 1989.
GERHARDSSON, Birger, Prehistoria de los evangelios, Sal Terrae, Santander, 1977.
McDOWEL, Josh y Sean, Más que un carpintero. Miami: Unilit, 2005.
MESSORI, Vittorio, Hipótesis sobre Jesús. Bilbao: Mensajero, 1978.
GARCÍA CORDERO, Maximiliano, Jesucristo como problema. Guadalajara: Editorial OPE, 1970.

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