¿Tribulación? ¡Confianza!
La Biblia nos habla de una gran tribulación final en numerosos textos. Concretamente podemos citar a Jesús mismo en el capítulo 24:21 de Mateo: “Porque habrá entonces tanto sufrimiento como no lo ha habido desde que el mundo existe ni volverá a haberlo jamás. Si Dios no acortara ese tiempo, nadie podría salvarse. Pero él lo abreviará por causa de los elegidos”. Sea como fuere, Jesús nos avisa de lo que está por venir, pero siempre dándonos confianza en su protección.
En este capítulo la esperanza también aparece fuertemente en un pasaje que muchas veces saltamos u obviamos: vv. 32-35. La parábola de la higuera nos dice que cuando las ramas se ponen tiernas y empiezan a brotar las hojas sabemos que el verano se acerca. De la misma forma cuando veamos que todo esto suceda, hemos de estar seguros de que el fin está cerca; el fin del mal, del dolor, del sufrimiento, de la violencia, de la crueldad. ¡Eso es una gran noticia!
- Es inevitable hablar de acontecimientos finales y de las circunstancias que los rodean.
- Es bueno estar advertidos y conocer hasta donde el Señor nos ha revelado, cuáles son los entresijos de la profecía.
- Es bueno predicarlos y advertir a otros. Sembrar la semilla de la fe para que cuando suceda muchos crean.
- Es bueno ver más allá de todo esto porque la recompensa, el don inmerecido de la eternidad, está más allá de toda esta tribulación y es adonde anhelamos llegar.
“El Señor viene. Levantad vuestras cabezas y regocijaos. Oh, queremos pensar que los que oyen las gozosas nuevas, que reclaman el amor de Jesús, se sentirán llenos de gozo inenarrable y glorioso. Estas son las buenas y regocijantes nuevas que deberán galvanizar cada alma, y que deberían repetirse en nuestros hogares y compartirse con las personas con quienes nos encontramos en la calle. ¡Qué noticias más gozosas podrían comunicarse!” (Ellen G. White, El evangelismo, pág. 162-163).
Es importante situar el tiempo de angustia. La tribulación, las plagas, el sellamiento, las dificultades, pero ¿qué papel ha de jugar la fe? La fe vence todo obstáculo (Jeremías 30:7). Dios libra a sus elegidos de la angustia de Jacob.
Juicio, victoria y salvación
Es una constante en la Biblia, cuando se describen acontecimientos dramáticos la promesa de la presencia de Dios está siempre presente. Veamos como ejemplo la descripción de los acontecimientos en Daniel 7, donde hay un claro énfasis de Dios en la victoria y la reivindicación de sus santos.
Daniel 7:
- 2-8: Descripción de las cuatro bestias y aparición amenazante del cuerno pequeño.
- 9-10: Visión del anciano de días y del Hijo del Hombre.
- 11: Palabras insolentes del cuerno pequeño.
- 11: 2ª parte y 12 control de Dios sobre las bestias.
- 12-14: Visión del regreso del Hijo del Hombre, con poder, honor y reino. Promesa de que su reino nunca sucumbirá ni será destruido.
- 15-21: Descripción detallada de las cuatro bestias e interpretación, con apostilla que se centra en el cuerno pequeño y su victoria sobre los santos.
- 22: Escena del anciano de días para hacer justicia a los santos del Altísimo y toma de posesión del reino de los mismos.
- 23-25: Detalles de la obra de la violenta obra del cuerno pequeño contra Dios y los santos. Tiempo de sometimiento de los santos a su poder.
- 26-27: Victoria de Dios, destrucción total del cuerno pequeño y recepción de la soberanía, el poder, y la gloria de todos los reinos al reino de Dios.
- ¿Estamos autorizados a enfocar de forma negativa el triunfo de Dios o en hablar en exceso de la labor de los demonios? ¿Es correcto?
El juicio en el Nuevo Testamento señala la intención clara y determinada de Dios para salvarnos. En una explicación didáctica nos aclara que Jesús es el juez, por cuanto es el Hijo del Hombre (justicia y misericordia). Jesús es el sumo sacerdote, nuestro intercesor. En este juicio no hay acusador y él mismo ha pagado la condena en nuestro lugar.
- Juan 5:22, 27.
- 1ª Juan 2:1.
- Hay más textos en el Nuevo Testamento que hablan de Cristo como juez de vivos y muertos.
- No hay acusador: Apocalipsis 12:10.
- El énfasis está puesto en la intención de Dios para salvarnos. Es el juicio de salvación. Quien no cree en el Hijo se excluye solo.
- Es un juicio de salvación y no debe tomar un cariz condenatorio. Parece que los seres humanos queremos ver siempre el lado oscuro, incluso si no existe. Es nuestra tendencia fijarnos en los aspectos negativos. Los creyentes lo hacemos con la profecía y buscamos una excitación que no tiene nada que ver con la espiritualidad más profunda y serena:
“No es excitación lo que deseamos crear, sino una consideración profunda y ferviente, a fin de que aquellos que escuchan, hagan una obra sólida, verdadera, sana, genuina, que perdure por la eternidad. No tenemos hambre de excitación, de sensacionalismo; cuanto menos tengamos de esto, tanto mejor. El razonamiento tranquilo y fervoroso a base de las Escrituras, es precioso y fructífero. Aquí está el secreto del éxito, en la predicación de un Salvador, vivo, personal, de una manera tan sencilla y ferviente que la gente pueda posesionarse por la fe del poder de la Palabra de vida (Carta 102, 1894)” (Ellen G. White, El evangelismo, pág. 128).
Jesús viene a salvar
¿Cuál es el mensaje del evangelio? Jesús vino a salvar, no a condenar y nuestro mensaje debe ser el mismo (Juan 3:17). Esto es el verdadero evangelio y donde debemos poner todo el enfoque: Jesús salvador y redentor ha obrado la salvación a favor de todo aquel que crea en él y le acepte en su vida.
¿Hizo Jesús mucho énfasis en lo negativo? En algunas parábolas nos habla del llanto y el crujir de dientes (Lucas 13:28). O que no conoce a los obradores de maldad que pretenden haber hecho su obra, y quizá la han hecho, pero con un espíritu malo (Mateo 7:23).
¿En qué se enfoca Jesús en sus mensajes? Jesús se enfoca en la misericordia, la oportunidad, la salvación y el perdón. Juan el bautista se enfoca en la preparación del camino del Mesías en el arrepentimiento para el perdón de los pecados. Mc 1:4.
La profecía es bondad y misericordia. Dios no nos ha dejado en la ignorancia y ha querido darnos una hoja de ruta que mostrara que vela por nosotros y no nos ha dejado abandonados ni un solo momento. Lo que tenemos que saber está escrito. Es una actitud paterna que vela por sus hijos y les habla de las dificultades del camino, no para asustarlos, sino para prevenirlos.
“No seáis denunciatorios. Los que defienden la verdad pueden permitirse ser justos y agradables. La verdad no necesita la mezcla de lo humano. Vosotros no debéis tratar de utilizar al Espíritu Santo de Dios, sino que el Espíritu Santo debe usaros a vosotros… Tened cuidado de no ser denunciatorios ni una sola vez. Necesitamos que el Espíritu Santo de Dios sea vida y voz para nosotros. Nuestra lengua debería ser como la pluma de un escritor atento, porque el Espíritu de Dios habla por medio del instrumento humano. Cuando utilizáis la denuncia y los ataques, habéis puesto algo de vosotros mismos, y no necesitamos nada de esta mezcla (Manuscrito 7, 1894)”. (Ellen G. White, El evangelismo, pág. 130).
El encuentro
El encuentro con Jesús es la conclusión a todo discurso, la visión de la gloria futura, la promesa que nos espera. Aunque sabemos que habrá un tiempo de angustia previo al día del Señor, recordamos que de él será librado el pueblo de Dios: “¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él. Es un tiempo de angustia para Jacob, pero de ella será librado” (Jeremías 30:7). Hay muchas preguntas que podemos hacernos:
- ¿Por qué hablamos tan poco de la gloria futura? ¿Es por desconocimiento?
- ¿Nos ha dicho Dios lo suficiente como para tener ilusión y mirar hacia el futuro o está tan vacío que no podemos ver nada en él?
- ¿Es útil y saludable estar enfocados de forma preferente en la persecución, la angustia de gentes, la angustia de Jacob, las plagas y los movimientos del enemigo para hacer daño?
- ¿Eso quiere decir que no hemos de hablar de eso? Sí, podemos y debemos, pero previniéndonos de buscar un aspecto sensacionalista al que las Escrituras no nos autorizan. Como dice Ellen G. White:
“No podéis decir que él vendrá de aquí a un año, o dos, o cinco años, ni tampoco debéis postergar su venida declarando que no ocurrirá antes de diez o veinte años… No hemos de saber el tiempo definido, ni del derramamiento del Espíritu Santo ni de la venida de Cristo (Review and Herald, 22 de marzo, 1892)” (El evangelismo, pág. 165).
Predicar, sí, no podemos callar, pero predicar lo que sea cierto, lo que Dios quiere, de forma valiente, sin añadidos humanos. La Palabra de Dios ya tiene suficiente fuerza:
“No tenemos tiempo que perder. Resuene el mensaje con fervientes palabras de amonestación… Con las palabras de vida en vuestros labios, id a decir a los hombres y mujeres que el fin de todas las cosas está a las puertas… La obra de amonestación debe ser dada. La verdad no debe languidecer en nuestros labios. Debemos despertar a la gente para que haga una preparación inmediata, porque poco nos imaginamos lo que está delante de nosotros”. (Ellen G. White, El evangelismo, pág. 162).
¿Cuántas fake news circulan sobre la labor del papado y el protestantismo? ¿Qué peligros hay en alertar falsamente al pueblo de Dios sobre la llegada del lobo? Quién corre mirando el bache dentro de 1 kilómetro si podemos tropezar con una piedra a 1 metro escaso de nuestras narices. ¿Cuál es la mejor motivación para alcanzar la vida eterna? Jesús.
Vivir sin esperanza ¿es posible?
¿Acaso los primeros cristianos no afrontaron la muerte con valor?
¿Les faltó la compañía de Dios a los amigos de Daniel ante la amenaza del horno de fuego?
¿Tuvo miedo Daniel de orar, según su costumbre por el edicto del rey? ¿Qué pasó con los leones?
¿Es que Dios puede querer que sus hijos vivan angustiados por lo que ha de llegar?
Los miedos excesivos desaniman, bloquean y paralizan.
Inevitables cuando lleguen, pero inútil y dañino vivirlos por adelantado.
Podemos predicar la profecía, no debemos dejar de hacerlo, pero sin olvidar que Dios quiere que todo este mensaje vaya ligado al triunfo final de su plan, esperanza sobre todo.