Skip to main content

Para el sábado 8 de diciembre de 2018.

Esta lección está basada en Lucas 1:26-56, y El Deseado de todas las gentes, capítulo 4.

María: Por fin he llegado. ¿Hay alguien en casa?

Elisabet: ¡Es María! Pasa, dame un abrazo. ¡Qué alegría de verte! Nada más oír tu voz el niño ha saltado de alegría dentro de mí.

María: Yo también me alegro de verte. Necesito hablar contigo.

Elisabet: ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres! ¡Bendito el hijo que darás a luz!

María: ¿Cómo sabes que voy a tener un hijo?

Elisabet: Porque el Espíritu Santo me lo ha revelado. Pasa, siéntate, y cuéntame qué te ha ocurrido.

María: Hace algunos días, José me pidió que me casara con él. Le dije que sí y nos comprometimos. Poco después, estaba sola cuando un ángel apareció en mi habitación. Me extrañó su saludo, pues me dijo que había recibido el favor de Dios y que el Señor estaba conmigo.

Elisabet: ¿Te asustarías, no?

María: Sí, tenía mucho y me puse a temblar. Pero el ángel me tranquilizó y me dijo que no tuviese miedo porque gozaba del favor de Dios.

Elisabet: ¿Te dijo algo más?

María: Me dijo que iba a tener un hijo que será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo. También me dijo que el nombre que le tengo que poner es Jesús. Y que Jesús reinará eternamente.

Elisabet: Eso quiere decir que vas a ser la madre del Mesías prometido. Quedamos muy pocos que realmente estemos esperando su venida. Pocos anhelan la llegada del Salvador.

María: Yo soy de las que lo estoy esperando. Pero, siendo que todavía no vivo con José, me preguntaba cómo podría ser yo la madre del Mesías. El ángel me contestó que el Espíritu Santo produciría en mí el milagro, y por eso el niño sería llamado Santo. Me dijo que tú, aunque eres mayor y estéril, estabas ya en el sexto mes de embarazo.

Elisabet: Realmente, para Dios no hay nada imposible.

María: Eso es, precisamente, lo que me dijo el ángel.

Elisabet: Supongo que aceptaste, ¿no?

María: Le dije que yo era la sierva del Señor, y que Él hiciese conmigo lo que había dicho.

Elisabet: ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!

María: Mi alma alaba la grandeza del Señor.
Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde servidora, y desde ahora me llamarán dichosa; porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
¡Santo es su nombre!
Dios tiene siempre misericordia de quienes le honran.
Actuó con todo su poder: deshizo los planes de los orgullosos, derribó a los reyes de sus tronos y puso en alto a los humildes. Llenó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Ayudó al pueblo de Israel, su siervo, y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
Así lo había prometido a nuestros antepasados, a Abraham y a sus futuros descendientes.

Elisabet y María: ¡Alabado sea nuestro Dios!

Compárate con María:

  • Esperaba la venida del Mesías.
    • ¿Cómo esperas tú la Segunda Venida de Jesús?
  • Su carácter reflejaba los ideales divinos.
    • ¿Qué cambios crees que debes hacer en tu vida para reflejar los ideales divinos?
  • Aceptó el plan que Dios le proponía.
    • Dios tiene un plan para ti, acéptalo con humildad, buena disposición y sin dudar.
  • Alabó a Dios con un cántico.
    • Alaba, agradece y adora a Dios en tu vida con cantos, oraciones, poesías, con quien estés y dondequiera que te encuentres.

Resumen: Adoramos a Dios porque Él nos escogió como suyos.

Actividad 1

  • Responde a estas preguntas sobre el “Magnificat” de María registrado en Luc 1:46-55 DHHe.
  • Asígnate los puntos de cada una de las que respondas correctamente.
  • La máxima puntuación es 48. ¡Consíguela!
Puntos Pregunta Respuesta Puntos obtenidos
1 ¿Qué alaba el alma de María?
3 ¿En quién se alegra el espíritu de María?
7 ¿Por qué María alaba y se alegra?
5 ¿Cómo se considera María a sí misma?
1 ¿Cómo iban a llamar a María a partir de este momento?
7 ¿Qué había hecho el Todopoderoso en María?
3 ¿De quién tiene siempre misericordia Dios?
5 ¿De quién deshizo los planes y a quién derribó?
1 ¿A quién puso en alto?
7 ¿Qué hizo con los hambrientos y con los ricos?
5 ¿Quién es el siervo de Dios al que ayudó y trató con misericordia?
3 ¿A quién había hecho Dios las promesas?
Puntuación total conseguida:

Actividad 2

Escribe en el recuadro la letra correspondiente del personaje al que Dios le dio una tarea por hacer y que, como María, aceptó:

A Elías   Tenía que ir a hablar de Jesús a la casa de un soldado romano.  
         
B Abraham   Tenía que dar testimonio de Jesús en Roma.

 

 
         
C Pedro   Tenía que decirle a un rey que no iba a llover.

 

 
         
D Salomón   Tenía que ir al desierto para hablarle a un extranjero.  
         
E Pablo   Tenía que escoger al segundo rey de Israel.

 

 
         
F Noé   Tenía que escribir las cosas que había visto.

 

 
         
G Samuel   Tenía que salir de su tierra y vivir como extranjero.  
         
H Felipe   Tenía que ir a casa del alfarero.

 

 
         
I Juan   Tenía que construir un templo.

 

 
         
J Jeremías   Tenía que cubrir con brea lo que había construido.  
         
H Yo   Estoy dispuesto a hacer todo lo que Dios me pida  

Resumen, y selección de materiales, de Eunice Laveda, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposo, Sergio Fustero, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es

Foto: Julie Johnson en Unsplash

 

Revista Adventista de España