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Escuela sabática de menores para el sábado 15 de septiembre de 2018.

Esta lección está basada en Josué 5:13-6:20 y Patriarcas y profetas, capítulo 45, páginas 463-467.

  • Jericó.

    • Era una ciudad amurallada (rodeada completamente por una muralla).
    • En sus templos adoraban a la diosa de la luna, a la que llamaban Astarté. Sus ritos eran viles y degradantes.
    • Estaban muy bien preparados para la guerra, tenían carros de hierro y muchos caballos. Era muy difícil vencerles en su propio terreno.
  • El Comandante del ejército del Señor.

    • Josué sabía que su ejército no estaba preparado para luchar contra el enemigo.
    • Como Dios le había prometido que estaría con él, salió fuera del campamento para pedirle que mostrase su poder en este momento crítico.
    • Repentinamente, se le presentó un guerrero alto e imponente, armado y con la espada en la mano.
    • Al preguntarle si era amigo o enemigo, le dijo que era el Comandante del ejército del Señor.
    • El hecho de pedirle a Josué que se quitara el calzado demostraba que era Dios mismo el que estaba delante de él. Josué adoró.
    • El Comandante del ejército del Señor (Jesús) le dio instrucciones respecto a la toma de la ciudad.
  • Instrucciones para la batalla.

    • Josué transmitió estas instrucciones al pueblo de Israel:
      • Durante seis días seguidos, sin decir una sola palabra, darían una vuelta completa a la ciudad. Cada día una vuelta. Solo se oirían las pisadas y el sonido de las trompetas.
      • El séptimo día, darían siete vueltas como las anteriores. Al final de la séptima vuelta, debían gritar todos a la vez, uniendo su grito al toque de guerra de las trompetas.
    • Orden de marcha para cada vuelta:
      • En primer lugar, iba un grupo de guerreros escogidos.
      • Tras ellos, siete sacerdotes haciendo sonar sus trompetas.
      • Luego, el arca era llevada sobre los hombros de cuatro sacerdotes.
      • A la retaguardia, iba el resto del ejército dividido por tribus. Cada tribu bajo su estandarte.
  • El Señor gana la batalla.

    • El pueblo siguió fielmente las órdenes dadas por Dios a través de Josué.
    • Los habitantes de Jericó se aterrorizaban con cada vuelta que daba el pueblo de Israel.
    • Durante esos siete días recordaron la apertura del Mar Rojo, las plagas de Egipto, la derrota de los reyes del otro lado del Jordán, y los juicios que cayeron sobre Israel cuando adoraron a otros dioses. Sabían que Dios era Santo y Justo, y temieron que cayeran sobre ellos sus juicios.
    • Al final de la séptima vuelta, cuando todo el pueblo gritó, se produjo un gran silencio. Entonces, las murallas de Jericó cayeron con gran estruendo, sin intervención de ningún hombre. Dios había ganado la batalla.

Reflexiona:

  • Confía en Dios. Igual que ganó la batalla de Jericó, ganará tus batallas.
  • Dios es un Dios de orden. Pídele que te ayude a que haya orden en cada aspecto de tu vida.
  • El pueblo de Dios cumplió la promesa que hizo a Rahab de salvarle la vida. También tú debes cumplir tus promesas.
  • Pide a Dios que te de la victoria según su plan. La victoria que tienes ya asegurada es la salvación.

Resumen: Dios ya ganó la batalla por nosotros.

Puedes aprender datos arqueológicos sobre Jericó en este vídeo:

Resumen, y selección de materiales, de Eunice Laveda, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposo, Sergio Fustero, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es 

Foto: Marc-Olivier Jodoin en Unsplash

Revista Adventista de España