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Lección 13 para el 27 de marzo de 2021.

El planeta donde vivimos se parece cada vez menos al original creado por Dios. El pecado ha hecho estragos en la naturaleza y en la humanidad. Tanto la humanidad como el planeta necesitan una restauración completa.

El plan original de Dios era usar al pueblo de Israel para que, partiendo de Jerusalén, todo fuese restaurado paulatinamente. Ante el rechazo de Israel, Dios adaptó sus planes.

  • El proceso de restauración. Isaías 65:17-25.

    • En la nueva tierra, “el león comerá paja como el buey” (v. 25). La naturaleza volverá a su estado original de perfección.
    • Pero Dios no se proponía hacer un cambio drástico, instantáneo. Quería que todo fuese mejorando poco a poco. Jerusalén habría de ser un lugar donde la esperanza de vida superase con creces los 100 años (v. 20), la tierra produjese abundantes frutos (v. 21), y se viviese en paz (v. 22).
    • Allí acudirían los habitantes de otras naciones, hasta que todos hubiesen aceptado el Evangelio y Dios restaurase completamente el mundo y otorgase vida eterna a la humanidad.
  • Restauración divina. Isaías 66:1-18.

    • A la hora de restaurar, Dios tiene en cuenta al que “tiembla a mi palabra” (v. 2, 5).
    • Antes de la restauración definitiva y completa, Dios mismo atraerá a todos hacia sí para que vean su gloria (v. 17).
    • El propósito divino es que todos participen de la restauración. Su mayor deseo es que todos respondiesen afirmativamente a Su llamado (1Tim. 2:4).
  • Cooperación humana para la restauración:

    • Compartir el mensaje. Isaías 66:19-20.

      • En el plan original, después que Jerusalén (Israel) fuese restaurada, enviaría evangelistas a todas las partes del mundo.
      • Pero Israel rechazó al Mesías que vino a restaurarla. Por ello, Jesús encomendó a la iglesia cristiana la proclamación del mensaje divino (Mateo 28:19-20).
      • En tan solo una generación, el mensaje llegó a todo el mundo conocido (Colosenses 1:23). Pero aún queda mucho trabajo por hacer.
      • Los convertidos por nuestra labor son una ofrenda a Dios (Is. 66:20).
    • Sacerdocio universal. Isaías 66:21.

      • “Ellos” son los gentiles, los conversos de todas las naciones, unidos a los conversos israelitas (Ef. 2:14).
      • Todos nosotros somos una nación de sacerdotes (1P. 2:9). Este sacerdocio no está basado en el sacerdocio levítico, sino que deriva del sacerdocio de nuestro Sumo Sacerdote: Jesús (Heb. 6:20).
      • Pero la exaltación de los gentiles no implica la humillación de los judíos. Pablo compara al pueblo de Dios con un olivo cuyas ramas originales son el pueblo de Israel que comparten su lugar con ramas injertadas, es decir, los gentiles (Rom. 11:17-18).
  • Restauración final. Isaías 66:22-24.

    • La restauración final implica una renovación completa de los cielos y la tierra, que permanecerán –junto a sus habitantes– por la eternidad (Is. 66:22).
    • Cada sábado adoraremos juntos a Dios, y cada mes nos reuniremos para tomar del fruto del árbol de la vida (Ap. 22:2). ¡Y todo esto gracias al gran sacrificio que Jesús hizo por nosotros!
    • Isaías termina su libro con una nota de advertencia: todo aquel que no quiera vivir eternamente, sufrirá la muerte eterna (Is. 66:24; Ap. 20:14-15).

Para meditar:

“Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios. El que murió por los pecados del mundo está abriendo de par en par las puertas del Paraíso a todos los que creen en él. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria. Pronto veremos a Aquel en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. En su presencia las pruebas y los sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes”. Elena G. White (Profetas y reyes, pg. 540).

“El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor”. Elena G. White (El conflicto de los siglos, pg. 657).

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

 

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