Lección 1 para el 6 de abril de 2019.
“Todo tiene su tiempo…” (Eclesiastés 3:1). Dios creó el tiempo y los ritmos que rigen la vida de la Tierra, los animales y los hombres.
Estos ritmos, aunque iguales para todos, no son vividos de la misma manera. Existen cambios que nos afectan, y van moldeando nuestra vida de una forma o de otra.
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Los cambios cíclicos
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Orden y ritmo.
- Según Génesis 1, lo primero que Dios hizo con nuestra Tierra fue convertirla de un estado de desorden a un estado de perfección.
- Metódicamente, separó el día de la noche, dividió las aguas, mostró la tierra seca, germinó en ella plantas, y creó las lumbreras que marcarían los ritmos de la Tierra.
- A pesar de que el pecado introdujo desórdenes en el mundo, los ritmos marcados por Dios en el principio siguen rigiendo nuestra existencia.
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Los ritmos de la vida.
- Entre el nacimiento y la muerte hay diversos ritmos o ciclos que regulan nuestra vida:
- La infancia (Jueces 13:24; Lucas 2:40).
- La juventud (Salmo 71:5; 1ª de Timoteo 4:12).
- La adultez (Génesis 41:46; Hechos 7:23).
- La vejez (Salmo 90:10; Filemón 1:9).
- Aunque estos ritmos son los mismos para todos, no todos los vivimos de la misma manera. Cada uno somos diferentes y estamos en diferentes etapas. Sin embargo, todos somos valiosos y tenemos algo que ofrecer.
- Entre el nacimiento y la muerte hay diversos ritmos o ciclos que regulan nuestra vida:
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Los cambios no cíclicos
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Los cambios inesperados.
- Todos estamos sometidos a posibles cambios radicales por circunstancias –buenas o malas– que cambian nuestra vida.
- Job perdió todo en un solo día, Abel murió repentinamente, José fue vendido como esclavo por sus propios hermanos.
- Aferrados a Dios y confiando plenamente en Él, podemos hacer frente a estos cambios repentinos, y sacar lo mejor de estas nuevas circunstancias (Génesis 50:20).
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Las transiciones.
- Las transiciones marcan nuestro paso por las etapas: niñez, juventud, adultez y vejez.
- En nuestra vida espiritual existen también transiciones por las que Dios nos va llevando desde la conversión hasta la plena madurez espiritual (Hebreos 5:12-14).
- Observa el cambio producido en el apóstol Pablo (Hap 97,98):
- Sus facultades más nobles fueron puestas en armonía con los propósitos eternos
de Dios. - Cristo y su justicia llegaron a ser para Saulo más que todo el mundo.
- Sus recónditos pensamientos y emociones fueron transformados por la gracia divina.
- Sus facultades más nobles fueron puestas en armonía con los propósitos eternos
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Las interacciones.
- Continuamente nuestra vida es impactada por la forma en que otros interactúan con nosotros. De igual manera nosotros impactamos a otros al interactuar con ellos.
- Esta interacción puede ser para bien o para mal. Como creyentes, debemos intentar ser siempre una influencia para bien (Romanos 12:18).
- Nuestra interacción positiva puede llegar a ser una influencia tal que cambie la vida de una persona para que se decida por Cristo.
- Nuestra relación con los demás debe ser regida siempre por el amor y la bondad.
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Para meditar:
“Debemos dar a Dios todo el corazón, o no se realizará el cambio que se ha de efectuar en nosotros, por el cual hemos de ser transformados conforme a la semejanza divina… Dios quiere sanarnos y libertarnos. Pero como esto exige una transformación completa y la renovación de toda nuestra naturaleza, debemos entregarnos a Él completamente”. Elena G. White (El camino a Cristo, pg. 43).
Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Foto: Gregory Hayes en Unsplash