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Lección 13 para el 28 de diciembre de 2024: EPÍLOGO: CONOCER A JESÚS Y SU PALABRA.

A través de las mujeres, Jesús había dado esta orden a los discípulos: «id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán» (Mateo 28:10).

Mientras aún estaban en Jerusalén, Jesús se apareció dos veces a ellos. Luego, partieron para Galilea. Allí, tuvieron el tercer encuentro con Jesús. Este encuentro constituye el epílogo del evangelio de Juan.

Repasaremos también el principal objetivo por el cual escribió Juan su evangelio: conocer a Jesús y su Palabra.

  • El epílogo del evangelio de Juan:

    • La restauración de Pedro (Juan 21:1-19)

      • ¿Qué impulsó a Pedro a volver a su antigua actividad? ¿Aburrimiento por la espera? ¿Necesidad de conseguir recursos para su mantenimiento y el de los demás? ¿Remordimiento? ¿Inseguridad? En todo caso, la noche de pesca –otra vez– fue un fracaso (Juan 21:3).
      • «Simón […] ¿me amas (agapaō)?» «Sí, Señor; tú sabes que te amo (fileō)» (Juan 21:15).
      • Dejando atrás su anterior arrogancia [«Mi vida pondré por ti» (Juan 13:37)], Pedro admitió humildemente que, por sí mismo, no podía llegar a amar como Jesús lo amaba. Su única seguridad era ponerse en manos de Jesús: «tú sabes».
      • Como Pedro, pon tu vida en manos de Jesús y no confíes en tu propia opinión.
    • El enfoque correcto (Juan 21:20-22)

      • Mientras paseaban por la playa, Jesús le dijo a Pedro que, al envejecer, moriría en una cruz. Y añadió: «Sígueme» (Juan 21:18-19).
      • La última parte pareció pasar desapercibida para Pedro. Al ver a Juan, la pregunta fue: «Yo voy a ser crucificado, pero ¿y Juan?» (Juan 21:20-21).
      • La respuesta de Jesús fue clara: «No te tiene que importar lo que los demás hagan. Tú, sígueme» (Juan 21:22).
      • Lo importante es seguir personalmente a Jesús, sin importar lo que otros hagan. La idea es centrarnos en Jesús en lugar de hacerlo en otras personas, que nos pueden decepcionar o, incluso, lastimarnos.
    • Conocer a Jesús y su Palabra:

      • La luz y las tinieblas

        • Hablando en términos espirituales, ¿de dónde procede la luz?, ¿de dónde proceden las tinieblas?
        • En Hechos 26:18 lo podemos apreciar con claridad: Tinieblas = Satanás; Luz = Dios.
        • A causa del pecado, este mundo pasó a estar bajo el dominio de Satanás y, por tanto, a ser un mundo de tinieblas.
        • Jesús es la luz y, por tanto, quien sigue a Jesús no estará en tinieblas (Juan 1:4-5).
        • Si aplicamos este principio al estudio de la Biblia, veremos que estar unidos a la luz nos lleva a la verdad, y estar en tinieblas nos lleva al error y la mentira (Juan 8:42-45).
      • Cómo interpretar la Palabra

        • Jesús no interpretó por sí mismo las Escrituras, ni enseñó nada de su propia invención. Siempre se dejó dirigir por el Padre Celestial (Juan 12:49-50).
        • Al acercarnos a la Biblia, debemos seguir el mismo método, es decir, dejarnos guiar por Dios (Juan 14:26; 6:45).
        • Al estudiar la Biblia basándonos en nuestra propia opinión –intentando amoldarla a nuestros conceptos– la desposeemos de su poder transformador y vivificante (Hebreos 4:12).
        • Nuestra actitud debe ser la de escuchar y obedecer. Es decir, poner en práctica aquello que Dios nos enseña a través de su Palabra. Esta dinámica de oír y poner en práctica la Palabra de Dios es una expresión de amor hacia Él (Juan 14:23).
      • Permanecer en Jesús

        • Jesús es como un imán. Tiene la capacidad de atraer al pecador (Juan 12:32). Al acercarnos a Él, somos revestidos de su luz (Juan 12:46).
        • Pero Jesús fue más allá. Dijo que no es suficiente con ser atraídos y aceptarle. Debemos permanecer en Él (Juan 15:1-7).
        • ¿Y cómo podemos permanecer en Él? Guardando sus mandamientos (Juan 15:10). Esto es una expresión de amor (Juan 14:15; 1ª de Juan 5:3; 2ª de Juan 1:6).

Para meditar:

«Una brillante luz resplandece sobre nuestra senda hoy día, y nos induce a aumentar nuestra fe en Jesús. Debemos recibir todo rayo de luz, y andar en él, a fin de que no constituya la causa de nuestra condenación en el juicio. Nuestros deberes y obligaciones se vuelven más importantes a medida que se aclara nuestra visión de la verdad. La luz pone de manifiesto y corrige los errores escondidos en las tinieblas; y al aparecer ella, la vida y el carácter de los hombres debe cambiar de una manera correspondiente, para estar en armonía con ella. […] Al recibir mayor luz, los hombres deben ser reformados, elevados y refinados por ella». (Elena G. White, Obreros evangélicos, página 170)

Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Zaragoza. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

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Revista Adventista de España