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Usted puede estar imaginando que este artículo fue escrito justamente porque todo el mundo está hablando sobre el ataque terrorista que ocurrió en París y que dejó más de cien muertos, el día 13 de noviembre. Digamos que usted está en lo correcto y equivocado al mismo tiempo.

Este artículo ya tenía un borrador redactado hace más de un mes, esperando la fecha de cierre en esta semana. La triste noticia del ataque en Francia aún choca y nos hace reflexionar un poco más sobre el asunto.

Las escenas que vimos en ese fin de semana generalmente son las que los medios presentan sobre los musulmanes. Entre razones tal vez menos importantes y polémicas, es un hecho que los índices de audiencia pautan las redacciones en el mundo entero, y las tragedias son las que hacen de vehículos y que las emisoras lleguen al tope de ellos.

Viví durante un año y medio entre musulmanes. Nuestra escuela era básicamente la única comunidad cristiana en Gabal Asfar, periferia del Gran Cairo, en Egipto. Al saber que viviríamos allá, mi esposo y yo comenzamos a leer más sobre ese pueblo, sus creencias y sus costumbres.

Las lecturas continuaron todo el período que estuvimos allá, pero no es posible medir cuánto aprendimos al vivir entre ellos; al conocer y tener la oportunidad de ser parte de alguna forma de la vida de ellos – de familias simples, en áreas ocupadas sin auxilio del gobierno, líderes religiosos, profesionales y empresarios exitosos.

Los muros de nuestra escuela en Gabal Asfar están circundados por cinco altavoces y mezquitas orientadas hacia adentro de las cercanías de la institución y no hacia la comunidad, para recordarnos constantemente dónde estamos.

La mayoría de los musulmanes vive en busca de paz y felicidad. La mayoría de ellos tiene sueños, deseos nobles y quiere construir una vida digna. Esa misma mayoría no concuerda y no apoya a los extremistas. El gobierno egipcio ha atacado duramente cualquier acción terrorista en aquel país (a su manera), y los jóvenes, principalmente, tienen conciencia de que ellos no quieren vivir la realidad de países como Siria e Irak, en guerra.

¿Sabía usted que los radicales musulmanes son grupos que representan menos de 20% de todos los seguidores de esa religión en el mundo? Se estima que actualmente existen mil quinientos millones de musulmanes, o sea, cerca de ¼ de la población mundial. Hay millones y millones de personas esparcidas por el mundo que siguen con sinceridad la religión de sus antepasados, buscando una vida más cercana a Dios y lamentan ser vistos como terroristas.

En el período en que estuvimos allá, buscamos todas las oportunidades posibles de convivir y estar cerca de esa comunidad. Muchas personas no sabían siquiera lo que acontecía o existía de los portones para dentro de la pequeña escuela que cumplió 60 años en el local en 2014. Una cosa ellos sabían: aquel local pertenecía a cristianos. Algunos pensaban que era un jardín, como se referían a la NUA – Nile Union Academy (Escuela primaria de la Unión del Nilo), otros una pequeña granja y otros simplemente pasaban en frente y se preguntaban qué sería aquel lugar.

Durante un año y medio, cinco grupos de voluntarios pasaron por la NUA, tres de ellos eran brasileños. Entre los proyectos, varias reformas en la escuela en condiciones precarias de funcionamiento, pero lo más importante fueron las acciones comunitarias – ferias de salud, actividades educativas para los niños, atención médica y odontológica a los que vivían del portón para afuera de la escuela y respondieron con extrema gratitud a cada una de las acciones pensadas para ellos.

Los gestos no esperados, las personas que los recibieron con sonrisas y brazos abiertos generaron un movimiento jamás sentido ni visto allí. Cristianos adventistas egipcios viendo a los musulmanes de una forma como jamás habían visto o interactuando con ellos; musulmanes egipcios escuchando orientaciones, recibiendo atención, orientación y siendo atendidos, como jamás lo habían sido en aquella comunidad.

Entre palabras de agradecimiento infinitas, invitaciones para almuerzos y cenas en sus hogares, oímos de personas que viven en sinceridad con su fe en esos días por allá: “¡Ustedes son los verdaderos musulmanes!” ¿Habría afirmación más profunda que esa conociendo la realidad de aquel pueblo? Los verdaderos musulmanes para aquellas personas son aquellos que viven lo que Dios pidió que vivamos en esta tierra, siendo fuente de amor y de bien, de forma práctica y real. De alguna forma algunos de ellos consiguieron ver en nosotros ese Dios a quien seguimos y aguardamos.

Hay un comentario

  • Claudio Mattias dice:

    Excelente, una perspectiva que deja fuera los intereses estratégicos de las potencias que intentan hacer pasar a un pueblo como nuestros enemigos. Una mirada mucho mas humana, cercana y sin prejuicios.

Revista Adventista de España