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A menudo interactúo con ministros de diversas denominaciones durante las reuniones de la Sociedad Bíblica Argentina. En una ocasión, uno de ellos mostró interés en el estado presente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Conocía nuestras instituciones educacionales y de salud, y expresó su admiración por el ritmo de crecimiento de nuestra iglesia en Sudamérica. Cerca del fin de nuestra conversación, comentó como de paso: «Solo lamento que tengan a Elena White como profetisa». En efecto, es una reserva que a menudo expresan nuestros amigos evangélicos.

¿Cuál es exactamente el legado que dejó Elena White a la Iglesia Adventista del Séptimo Día? ¿Cuál es la relevancia actual de sus escritos para nuestra iglesia? Trataremos de responder aquí de una manera que pueda servir como punto de partida para reflexionar como iglesia en esas cuestiones.

Su legado

Negar el legado de Elena White para los adventistas sería como cuestionar la importancia de Lutero para los luteranos, o la de Juan y Carlos Wesley para los metodistas. En efecto, su importancia excede el hecho de ser una de las fundadoras del movimiento que llegó a ser la Iglesia Adventista.[1] Sus escritos establecieron las bases filosóficas y teológicas para la creación de esas instituciones educacionales y de salud que han deslumbrado a los pastores de otras iglesias. Sin la visión, el liderazgo y el sacrificio personal de Elena White (sumados a los esfuerzos de Jaime White y José Bates), «no habría en la actualidad una Iglesia Adventista del Séptimo Día». [2] ¡Qué paradoja que el pastor que conocí alabó esas instituciones, pero criticó a la persona que estableció los fundamentos de ellas!

Elena White no solo fue una resoluta visionaria. También se consideró la «mensajera del Señor» [3], implicando que su llamado y misión jugaron un papel clave en el surgimiento y desarrollo de la denominación. Esa declaración, sin embargo, no fue aceptada automáticamente. Sus contemporáneos, y cada nueva generación de creyentes adventistas desde entonces, han evaluado sus escritos y ministerio aplicando las pruebas bíblicas para aceptar a un profeta.[4] Esa aceptación aparece articulada en la Creencia Fundamental 18 de la Iglesia Adventista. [5]

Los escritos y enseñanzas de Elena White abarcan una gama de temas actuales que podrían ser presentados como evidencia de su relevancia. [6]Por mencionar un ejemplo: sus consejos sobre la salud física, mental y espiritual –alineados con el ministerio triple de Cristo de sanar, enseñar y predicar– han hecho que los miembros del movimiento adventista sean uno de los pueblos más longevos y saludables de la tierra.[7]

Su mayor contribución

La traducción de la obra de Elena White del inglés a otros idiomas requiere atención a los detalles. Sus propias palabras están tan entrelazadas con incontables pasajes y paráfrasis bíblicas que usó para apoyar sus escritos, que es fundamental diferenciar sus palabras de los textos bíblicos, para traducir solo las primeras, y para transcribir las segundas de una versión bíblica en la lengua meta. Este hecho destaca la importancia que Elena White daba a la Biblia como la base de sus mensajes.

Elena White era consciente de que sus palabras consistían en aplicar el mensaje bíblico al pueblo de Dios en el tiempo del fin. Sobre todo, tenía en claro que sus testimonios eran «una luz menor», destinados a guiar a las personas hacia la «luz mayor» de las Escrituras.[8] Asumió que sus mensajes estaban sujetos a la autoridad canónica de las Escrituras, por lo que invitó a sus oyentes y lectores para que estudiaran la Biblia y pusieran su mensaje en práctica.[9] Al hablar ante los asistentes al Congreso de la Asociación General 1909, sostuvo la Biblia ante los delegados y dijo: «Hermanos, os encomiendo a este Libro».[10]

La mejor manera en que los adventistas del siglo XXI pueden honrar el legado de Elena White es seguir siendo conocidos como «el pueblo del Libro», un pueblo que ama a Jesús y exalta la Biblia como la norma de fe y práctica.

Sugerencias de oración

  1. Ore a Dios pidiendo entendimiento para comprender a Elena White, su profetisa para el tiempo del fin, y la manera en que el Espíritu desea influir en usted mediante sus palabras.
  2. Pida al Señor que le ayude a dedicarse a estudiar su Palabra todos los días y así poder aplicarla de manera práctica a cada instante.
  3. Alabe a Dios por el testimonio extensivo que nos ha brindado para nuestra edificación espiritual, para que podamos enfrentar los desafíos del tiempo del fin.

Autores: Marcos y Claudia Blanco. Han trabajado en el ministerio de las publicaciones adventistas durante casi veinte años. Marcos es pastor y gerente de redacción de la Asociación Casa Editora Sudamericana (ACES), mientras que Claudia es traductora independiente y ama de casa. Ambos son ávidos lectores de los escritos de Elena White, y han traducido y editado varios de sus libros al español. Los Blanco tiene dos hijos: Gabriel, de 15 años, y Julieta, de 13. Viven en Buenos Aires, Argentina.

NOTAS: 

[1] En 1863 Elena White fue cofundadora (junto con José Bates y Jaime White) de una denominación con alrededor de 3500 miembros, que ahora es una iglesia global de casi 21 millones de miembros bautizados.
[2] George R. Knight, Meeting Ellen White: A Fresh Look at Her Life, Writings, and Major Themes (Hagerstown, Md.: Review and Herald Pub. Assn., 1996), p. 59.
[3] Ella declaró: «Durante medio siglo he sido la mensajera del Señor, y mientras siga viviendo seguiré llevando los mensajes que Dios me dé para su pueblo» (Mensajes selectos [Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 2000], t. 3, p. 79).
[4] «La aceptación adventista de la manifestación moderna del don profético [en el ministerio de Elena White] está basado en la Biblia y sus enseñanzas […]. El don de Elena White, creían ellos [los primeros adventistas del séptimo día], era parte de la verdadera manifestación de los dones bíblicos del Espíritu» (Theodore N. Levterov, Accepting Ellen White: Early Seventh-day Adventists and the Gift of Prophecy Dilemma [Nampa, Idaho: Pacific Press Pub. Assn., 2016], pp. 88, 89).
[5] «Las Escrituras testifican que uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una de las características distintivas de la iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena White. Sus escritos hablan con autoridad profética y proveen de consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia. También establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual deben ser evaluadas todas las enseñanzas y toda experiencia. (Núm. 12:6; 2 Crón. 20:20; Joel 2:28, 29; Amós 3:7; Hech. 2:14–21; 2 Tim. 3:16, 17; Heb. 1:1–3; Apoc. 12:17; 19:10; 22:8, 9)» (Seventh-day Adventists Believe: A Biblical Exposition of Fundamental Doctrine [Silver Spring, Md: General Conference of Seventh-day Adventists, 2018], p. 253).
[6] Su producción literaria incluye más de veinte libros (sin incluir las compilaciones), unos doscientos folletos, más de cinco mil artículos, seis mil cartas y manuscritos generales, además de diarios personales, lo que alcanza un total de unas cien mil páginas de materiales durante sus setenta años de ministerio (1844–1915). Véase George E. Rice, «Spiritual Gifts», en Handbook of Seventh-day Adventist Theology, ed. Raoul Dederen (Hagerstown, Md: Review and Herald Pub. Assn., 2000), p. 636.
[7] Dan Buettner, «The Secrets of Long Life», National Geographic, Noviembre 2005; Dan Buettner, The Blue Zones: Lessons for Living Longer From the People Who’ve Lived the Longest (Washington, D.C.: National Geographic Society, 2008).
[8] Ella escribió: «Poco caso se hace de la Biblia, y el Señor ha dado una luz menor para guiar a los hombres y mujeres a la luz mayor» (Mensajes selectos, t. 3, p. 32).
[9] Elena White formuló fuertes declaraciones sobre la relación apropiada entre sus escritos y las Escrituras: «El hermano J quiere confundir la mente haciendo que parezca que la luz que Dios da a través de los Testimonios [los escritos de Elena White] es una añadidura a la palabra de Dios, pero así la presenta como una falsa luz. Dios ha visto que esta es una buena manera de atraer la mente de su pueblo a su palabra para que la entiendan mejor» (Testimonios para la iglesia [Doral, Fl.: Asoc, Publ. Interamericana, 2007] t. 4, p. 242).
[10] Citado en W. A. Spicer, The Spirit of Prophecy in the Advent Movement (Washington, DC: Review and Herald Pub. Assn., 1937), p. 30.

ESPECIAL NIÑOS: El pueblo de la luz mayor y la luz menor

Gema para memorizar: «Estos […] son los que siguen al Cordero por dondequiera que va» (Apoc. 14:4).

El sueño del cordón verde

Elena estaba desanimada. La jovencita de quince años amaba a Jesús, pero no sentía que alguna vez sería lo suficientemente buena para agradarle. Años después, Elena escribió sobre sus sentimientos en esos días. «Me parecía que mi condenación estaba fijada, y que el Espíritu del Señor me había abandonado para siempre».* Una noche, sin embargo, Elena tuvo un sueño que le ayudó a ver las cosas con una luz distinta.

En el sueño, ella se vio sumamente triste. ¡Si tan solo pudiera ver a Jesús, él me ayudaría a sentirme mejor!, pensó. Justo entonces, en el sueño, se le apareció un ángel. «¿Deseas ver a Jesús? –le preguntó el ángel–. Está aquí, y puedes verlo si así lo deseas. Toma todo lo que posees y sígueme».

¡Por supuesto que quería ver a Jesús! Así fue que en el sueño, Elena reunió sus pocas posesiones y siguió al ángel. «Sigue mirando hacia arriba –le dijo el ángel a Elena–. De lo contario, podrías marearte y caer».

¡Qué sueño estaba teniendo Elena! Su corazón parecía lleno de gozo mientras seguía al ángel escaleras arriba. Al final Elena vio una puerta. «Deja tus cosas aquí», le dijo el ángel mientras abría la puerta, ¡y allí estaba Jesús!

¡Elena apenas podía creerlo! Cayó entonces a los pies del Salvador. Jesús se acercó a Elena y, con una sonrisa amable en el rostro, colocó su mano en la cabeza de la niña. «No temas», le dijo.

Elena sentía demasiado gozo como para pronunciar palabra. En el sueño, parecía saber que alcanzaría la seguridad y la paz del cielo. Los ojos amantes de Jesús aún estaban posados sobre ella, y el corazón de Elena saltaba de gozo. En ese momento, se dio cuenta de que solo confiando en Jesús podría llegar algún día al cielo.

Pronto, en el sueño, el ángel que la guiaba abrió la puerta. Elena y el ángel dejaron la presencia de Jesús, pero algo había cambiado. Era demasiado bueno para expresar en palabras.

Entonces, sucedió algo de lo más inusual. El ángel le dio a Elena un cordón verde. «Coloca esto cerca de tu corazón –le ordenó–. Cuando desees ver a Jesús, toma el cordón verde y estíralo al máximo. Hazlo a menudo, para que no se llene de nudos». Para Elena, el cordón verde representaba la fe y la confianza en Jesús.

En el sueño, Elena colocó el cordón cerca de su corazón y descendió con alegría por la angosta escalera. Mientras lo hacía, alabó a Dios y les contó entusiasmada a todos los que encontraba en el camino, dónde podían hallar a Jesús.

Cuando Elena despertó, el mundo le pareció más brillante, y sintió una paz en el corazón que no había sentido antes. ¡Y todo eso gracias a Jesús!

*Elena White, Primeros escritos (Mountain View, Cal.: Pacific Press Publ. Assoc., 1962), p. 79. Véase también la página 80.

Para pensar

  • ¿Cuál es el propósito principal del «sueño del cordón verde»?
  • ¿Ha influido Elena White en tu vida? Si es así, ¿de qué manera?
  • ¿Por qué crees que algunas personas escogen no prestar atención a los mensajes de Elena White?

 Manos a la obra

Con un cordón de zapatos, la lana de un ovillo o algo similar, fabrica tu propio «cordón verde». Guárdalo en un lugar en que puedas recordar que cualquier instante es un buen momento para confiar en Jesús. Adjúntale tal vez una promesa favorita de la Biblia.

Corta un trozo de cartón de unos 18 centímetros de largo por 13 de ancho. Recorta una puerta que pueda abrirse, dejando algo más de un centímetro para formar el marco de la puerta. Dibuja o encuentra una buena ilustración de Jesús y pégala en la parte de atrás del marco. Si lo deseas, puedes recortar una ventana en la puerta para que siempre se vea el rostro de Jesús. Entonces, cada vez que abras la puerta, ¡Jesús te estará esperando!

Autor de las Lecturas de niños: Randy Fishell. Fue editor de la revista Guide.

Revista Adventista de España