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La Biblia es sobre todo un libro de mensajes y a pesar de que cada uno de ellos pueden tomar formas diferentes, todos ellos llevan consigo sabias lecciones, oportunos consejos y adecuadas recomendaciones. Me permites una pregunta ¿Sabrías decirme cuántos mensajes tiene el Libro Sagrado? Estoy seguro de que no puedes responder, no por la dificultad, sino por la cantidad. Ahora bien, es mucho más fácil responder a otra pregunta, ¿Cuál es el primer mensaje que encontramos en la Escritura? Sobre esto me gustaría reflexionar en esta ocasión.

Desde sus primeras líneas, (Génesis 1:1), Dios deja su mensaje y ese mensaje se convertirá en la piedra angular de todo lo demás; es decir, lo que dará sentido, justificará y garantizará que todo es cierto y todo se cumplirá ¿Cuál es ese mensaje? Considerémoslo juntos.

Es bueno comenzar diciendo que se trata de un mensaje con tres dimensiones. El mensaje es: “Dios es el creador de todo”. Analicemos las tres dimensiones.

PRIMERA DIMENSIÓN: EL DIOS QUE IMPRESIONA

En Génesis 1:1 leemos: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. El texto nos presenta a Dios como el hacedor de todo lo que existe. Esta declaración encierra cosas muy interesantes:

  1. Dios, el hacedor de los cielos”. Cuando el hombre mira hacia los cielos ¿qué ve? Si mira de día, podrá ver expansión, nubes, el sol y, según en qué momentos la luna. Si mira de noche verá oscuridad y en ésta se harán evidentes muchos puntos brillantes que llamamos soles, algún planeta y la luna. Si en la noche mira con un telescopio potente, ve las mismas cosas pero con más detalle. Un análisis detallado le permite ver en los cielos las pléyades, las nebulosas, las constelaciones, los diferentes sistemas estelares… y todo ello ¿cómo lo podríamos definir? Creo que la palabra más exacta es: misterio.

La palabra “misterio” quiere expresar lo desconocido, lo incomprendido, lo que genera muchos interrogantes para el ser humano. Cuántas preguntas se suscitan al mirar hacia arriba ¿verdad? Vivimos en un universo tan grandioso, tan sublime, tan perfecto que el silencio y la admiración son, sin lugar a dudas, la mejor respuesta ante esa obra creadora.

  1. Dios, el hacedor de la tierra”. Aunque la tierra es nuestro hábitat, es decir, el lugar donde nacemos y vivimos, no por eso deja de ser también, un lugar lleno de misterios. ¿Cuántos interrogantes surgen a nuestro alrededor, que la proximidad no es capaz de clarificar. Por ejemplo: ¿cómo es que la tierra se sostiene sobre nada? ¿Cómo es que girando a una velocidad tan enorme sobre su propio eje, tenemos la sensación de que nuestro planeta está estático? ¿Cómo es que el mar respeta sus límites? ¿Qué es lo que hace que el agua de mar sea salada? Estas y otras preguntas nos sitúan frente a interrogantes que el hombre o no entiende, o no tiene respuesta o incluso la respuesta que puedan dar no son concordantes. Todo esto nos vuelve a mostrar que nos movemos en un medio desconocido, utilizado sí pero incomprendido.

¿Qué podemos decir de esta primera dimensión? El Dios creador es el Dios también de lo que nos resulta misterioso. Como dirá el profeta, hay cosas que Dios revela, pero hay otras muchas que deja sin contestar. Y ¿por qué Dios lo hace así? Sin duda porque el hombre no sería capaz de entender. El mensaje que hay detrás y que Dios quiere dejarnos es que Él es capaz de llegar a donde el hombre no puede llegar ni siquiera con su imaginación.

SEGUNDA DIMENSIÓN: EL DIOS QUE SOPRENDE

Seguimos en el capítulo 1, pero ahora vayamos del verso 3 hasta el 25 ¿qué vemos? Otra obra creadora. Es la creación de nuestro hábitat: lo seco, la vegetación y los animales. El mensaje que hay detrás es impresionante, Dios es capaz de crear las cosas con “Su Palabra”. “y dijo Dios sea la luz y la luz fue…” ¡Increíble! y ¡admirable! a la vez. No se trata de hacer cosas simples y sencillas sino algo tan complejo como es la luz, como son los cuerpos, más aún, la vida.

En esta dimensión Dios nos habla de nuevo de su poder, pero ahora lo que se resalta es la forma que Dios usa para realizar su obra creadora. Lo hace como nadie puede hacerlo, ordenando que las cosas sean, existan o se hagan. ¡Increíble!

TERCERA DIMENSIÓN: EL DIOS CERCANO Y AMOROSO

En el versículo 27 se encuentra la tercera dimensión de su obra creadora: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Aquí se aprecia la tercera dimensión de su obra creador. Tiene que ver con una creación especial: la creación del hombre. Es evidente que aquí se añade un elemento nuevo, Dios no va a hacer esta obra de la misma manera que hizo lo anterior. No creará con la palabra sino con “el corazón”. El texto bíblico lo recogerá de una forma más gráfica. Dios hizo al hombre con sus “manos” y con su “aliento” convirtiendo así su obra en algo especial y significativo. El ser humano tendrá algo que no tendrán las otras criaturas, la imagen y la semejanza del Creador; es decir, Dios pondrá en el hombre cualidades que son propias de la divinidad. Es por este motivo que Dios podrá decir del hombre que “señoree” sobre todos los seres vivientes de la tierra.

Considera lo que se añade en esta ocasión, Dios crea y deja en lo que crea algo de sí mismo. No es de extrañar que antes del pecado el ser humano sobresaliese sobre todo lo creado. Sin embargo, el pecado ocultó y trastocó esos rasgos. Es deber ahora restaurar el plan original. Este hecho la Escritura lo llama el nuevo nacimiento, el nuevo hombre o la nueva transformación.

CONCLUSIÓN

A modo de conclusión hagamos un repaso a las ideas fundamentales:

1) Dios, desde sus primeras líneas se presenta en la Escritura como el creador de todas las cosas. Este mensaje es su carta de presentación. Este mensaje es la señal identificativa de sus seguidores quedando marcado a través de un día en el tiempo: el sábado. El enemigo tiene un desafío claro: deshacer y destruir este mensaje porque en él vemos:

  1. A un Dios poderoso, conocedor de todo, lo conocido y lo desconocido.

  2. A un Dios increíble, es capaz de hacer cualquier cosa tan sólo con su palabra.

  3. A un Dios cercano, capaz de crear al hombre con sus manos y con su aliento, y poner en él su imagen y su semejanza.

Lo que se desprende de cada uno de estos puntos es un deseo de parte de Dios para el hombre:

  1. Que le miremos y admiremos para poder imitarle,

  2. Que confiemos en Él para poder caminar con sosiego mientras nos encontramos en los momentos de oscuridad y tiniebla, y

  3. Que nos esforcemos para hacer realidad el plan de Dios para el hombre: La transformación. Esta nos permitirá lucir en un mundo oscuro y finalmente entrar en el reino de los cielos.

Que Dios nos ayude a aceptar el primer mensaje de Dios como una realidad y como una necesidad para mantener nuestra fe hasta el final. AMEN.

Revista Adventista de España