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El reino de los cielos es semejante a una mujer que tenía una panadería. Un día entró en su tienda un joven del barrio que ella sabía que estaba desempleado y apenas tenía recursos, y pidió una barra de pan. Cuando el hombre sacó de su bolsillo unas pocas monedas, la panadera le dijo:

–Déjalo; llévate la barra y vuelve mañana.

–Pero mañana no sé si podré pagarte…

–Tú vuelve mañana.

Y así, cada día, el joven entraba en la panadería, siempre buscando un momento en que no hubiera nadie dentro, y la tendera le regalaba una barra de pan. Y el hombre siempre se quedaba en la tienda conversando con ella hasta que entraban nuevos clientes.

Un día, mientras hablaban, entró una mujer:

–Quiero dos barras. ¿Me durará una hasta mañana?

–Perfectamente –le contestó la panadera–. Nuestro pan tarda días en ponerse duro, ya lo verás.

Cuando la mujer salió de la tienda, el joven le preguntó:

–¿Por qué nunca me das a mí pan para más de un día? Así no tendría que venir a diario a mendigar.

La panadera se ruborizó un poco y le contestó:

–Porque a mí me gusta que vengas cada día para charlar conmigo.

 

Autor: “Jonás Berea”

Foto: Foto: Drew Coffman en Unsplash

Revista Adventista de España