Lección 12 para el 16 de septiembre de 2023: EL LLAMADO A ESTAR FIRMES.
Estamos inmersos en una guerra cósmica entre dos reinos. Por ello, cuando nos unimos al Reino de Jesús, formamos parte de su defensa y promoción.
Al entrar en la batalla, no podemos depender de nuestras propias fuerzas, armas o habilidades. Nuestra fuente de poder está en Jesucristo. Luchamos vestidos con la armadura de Dios, en una guerra que Jesús ya ha ganado.
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La preparación para la batalla (Efesios 6:10)
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Llamado a la batalla.
- Cuando un ejército de la antigüedad se preparaba para ir al campo de batalla, el general arengaba a sus hombres para envalentonarlos ante la inminente batalla (1S. 4:9).
- Pero cuando el pueblo de Dios se enfrentaba a un ejército, la arenga incluía un aspecto distinto. La valentía de los soldados no se basaba en sus propias fuerzas, sino en el hecho de que Dios peleaba por ellos (Dt. 20:2-4; 2Cr. 32:6-8).
- Consciente de la batalla espiritual en la que estamos inmersos, Pablo nos arenga a fortalecernos “en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10).
- Solo podremos vencer a enemigos que son mucho más poderosos que nosotros si dependemos de Cristo, y nos colocamos su armadura.
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Fuerzas para la victoria.
- El conflicto que nos envuelve no es una guerra contra nosotros, simples soldados militantes en uno u otro bando, sino una guerra entre Dios y Satanás.
- Mientras que Satanás se ocupa de atacar a la iglesia, cada miembro de ella es apoyado y fortalecido por las tres personas de la Deidad:
- Jesús: Nos proporciona el poder de su fuerza (6:10)
- El Padre: Nos proporciona su armadura (6:11)
- El Espíritu Santo: Nos proporciona el arma para atacar (6:17) y el plan de batalla (6:18)
- ¿Quién crees que saldrá vencedor en nuestras batallas contra el príncipe del mal?
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La batalla (Efesios 6:11, 13)
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El conflicto cósmico.
- Usando un lenguaje claramente militar, Pablo nos insta a vestirnos “las armas de la luz” (Ro. 13:11), “con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” (1Ts. 5:8). Pero no habla de un confrontamiento físico (2Co. 10:3-4).
- ¿Cómo participamos nosotros de este conflicto cósmico “en las regiones celestes” (Ef. 6:12)?
- Por amor, Dios nos da vida y nos enrola en su ejército (Ef. 2:4-6)
- Nos usa como embajadores ante los poderes enemigos (Ef. 3:10)
- Nos fortalece con poder (Ef. 3:16)
- Nos proporciona dones para perfeccionarnos (Ef. 4:7, 12)
- Nos viste con justicia y santidad (Ef. 4:24)
- Nos da su armadura para resistir en la batalla (Ef. 6:13)
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Mantenerse firmes.
- Las batallas del mundo antiguo se desarrollaban en tres fases: (1) marchar al encuentro del enemigo; (2) mantenerse firmes y defender la posición en una lucha cuerpo a cuerpo; (3) avanzar haciendo retroceder al enemigo.
- El punto decisivo que marcaba la victoria era el segundo. Si conseguían mantenerse firmes en su posición, podían hacer retroceder a su enemigo. Por ello, Pablo nos invita a “estar firmes contra las asechanzas del diablo” para “resistir en el día malo” y, habiendo hecho retroceder al enemigo, seguir manteniéndonos firmes (Ef. 6:10, 13).
- La unidad también juega un papel importante a la hora de obtener la victoria. Somos llamados a mostrar un frente unido ante el poder enemigo (Flp. 1:27)
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El enemigo (Efesios 6:12)
- Principados y potestades.
- Muchas veces caemos en el error de confundirnos de enemigo. Creemos que el enemigo es el jefe que nos amenaza con despedirnos si no trabajamos el sábado, o el hermano que nos ha dicho palabras ofensivas.
- El verdadero enemigo está oculto detrás, imperceptible para nosotros. Las “potestades que dominan este mundo de tinieblas” son “fuerzas espirituales malignas” (6:12 NVI). Nuestro enemigo es Satanás y sus ángeles. No los subestimemos, son más fuertes que nosotros.
- Por ello, Dios nos insta a vestirnos su armadura, luchar con sus fuerzas, y obtener la victoria. Con este pertrecho no podemos fallar. La victoria está asegurada (Ro. 16:20; 1Co. 15:24).
- Principados y potestades.
Para meditar:
«Todos los que quieran ser soldados de la cruz de Cristo, deben cubrirse con la armadura y prepararse para el conflicto. No debieran intimidarse por las amenazas o aterrorizarse por los peligros. Deben ser cautelosos en el peligro, y, sin embargo, firmes y valientes al enfrentar al adversario y presentar batalla por Dios. […] Su recompensa final será compartir con Cristo el trono de gloria inmortal». (Elena G. White, Conflicto y valor, 2 de mayo).
Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática