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Cuando la santificación es imposible

Una gran proporción de todas las enfermedades que afligen a la familia humana es resultado de sus propios hábitos erróneos, debido a su deliberada ignorancia, a su descuido de la luz que Dios ha dado con respecto a las leyes de su ser. No es posible que glorifiquemos a Dios mientras vivamos violando las leyes de la vida. El corazón no puede de ninguna manera mantener su consagración a Dios mientras se complace el apetito carnal. Un cuerpo enfermo y un intelecto desordenado, debido a la continua complacencia de la lujuria perniciosa, hace que la santificación del cuerpo y del espíritu sean imposibles. El apóstol entendía la importancia de una condición saludable del cuerpo para lograr el éxito en el perfeccionamiento del carácter cristiano. El dice: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27. Menciona el fruto del Espíritu, en el cual está incluida la temperancia. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Gálatas 5:24.—The Health Reformer, marzo de 1878. CRA 50.4

La ignorancia voluntaria aumenta el pecado

Es un deber saber cómo preservar el cuerpo en la mejor condición posible de salud, y es un deber sagrado vivir de acuerdo con la luz que Dios misericordiosamente ha dado. Si cerramos nuestros ojos a la luz por temor a ver nuestros errores que no estamos dispuestos a abandonar, nuestros pecados no resultan disminuidos, sino aumentados. Si uno se aparta de la luz en un caso, será descuidado en otro. Es tan pecaminoso violar las leyes de nuestro ser como violar uno de los Diez Mandamientos, porque no podemos hacer ni una cosa ni la otra sin quebrantar la ley de Dios.

No podemos amar al Señor con todo el corazón, la mente, el alma y las fuerzas mientras amemos nuestros apetitos y nuestros gustos mucho más de lo que amamos al Señor. Estamos disminuyendo diariamente nuestra fuerza para glorificar a Dios, cuando él exige toda nuestra fuerza, toda nuestra mente. Por medio de nuestros malos hábitos estamos disminuyendo el dominio que tenemos de la vida, y sin embargo estamos profesando ser seguidores de Cristo, preparándonos para el toque final de la inmortalidad. CRA 51.2

Necesitamos cambiar nuestra manera de vivir, comer…

Hermano mío, hermana mía, tiene Ud. una obra que hacer, que nadie puede hacer por Ud. Despierte de su letargo, y Cristo le dará vida. Cambie su forma de vivir, de comer, de beber, de trabajar. Mientras siga viviendo de la manera que lo ha hecho durante años, no podrá discernir claramente las cosas sagradas de las eternas. Sus sensibilidades resultan embotadas, y su intelecto entenebrecido. No ha estado creciendo en la gracia y en el conocimiento de la verdad como ha sido su privilegio hacerlo. No ha estado aumentando su espiritualidad, sino que ha estado entenebreciéndose más y más.—Testimonies for the Church 2:70, 71 (1868). CRA 51.3

El hombre fue el acto culminante de la creación de Dios, hecho a la imagen de Dios, y destinado a ser una contraparte de Dios… El hombre es muy querido para Dios, porque fue formado a su propia imagen. Este hecho debe impresionarnos con la importancia de enseñar por precepto y por ejemplo el pecado de contaminar, por la indulgencia del apetito o por cualquier otra práctica pecaminosa, el cuerpo que está destinado a representar a Dios ante el mundo.—The Review and Herald, 18 de junio de 1895. CRA 52.1

Efectos mentales de la desobediencia a la ley física

Dios exige que su pueblo progrese constantemente. Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que pueda oponerse a nuestro progreso intelectual y a la santificación del alma. No obstante todo lo que profesamos en lo que concierne a la reforma pro salud, algunos de entre nosotros se alimentan mal.—Joyas de los Testimonios 3:356, 357 (1909). CRA 52.3

No debemos proveer para el sábado una cantidad de alimento más abundante ni variada que para los demás días. Por el contrario, el alimento debe ser más sencillo, y debe comerse menos para que la mente se encuentre despejada y vigorosa para entender las cosas espirituales. A estómago cargado, cerebro pesado. Pueden oírse las más hermosas palabras sin apreciarlas, por estar confusa la mente a causa de una alimentación impropia. Al comer con exceso en el día de reposo, muchos contribuyen más de lo que se figuran a incapacitarse para aprovechar los recursos de edificación espiritual que ofrece ese día.—El Ministerio de Curación, 237 (1905). CRA 52.4

Los alimentos sencillos son mejores

Se me ha mostrado que algunos de nuestros congresos campestres están lejos de ser lo que el Señor dispuso que fueran. La gente viene sin estar preparada para la visitación del Espíritu Santo. Por lo general las hermanas dedican considerable tiempo antes de las reuniones a la preparación de vestidos para el adorno exterior, mientras que olvidan completamente el adorno interno, que es de gran precio a la vista de Dios. También se destina innecesariamente mucho tiempo a cocinar, para preparar ricos pasteles y tortas y otros artículos de consumo que perjudican positivamente a los que participan de ellos. Si nuestras hermanas proveyeran buen pan y algunas otras clases de alimentos sanos, tanto ellas como sus familias estarían mejor preparadas para apreciar las palabras de vida, y serían mucho más susceptibles a la influencia del Espíritu Santo. CRA 53.1

A menudo el estómago es sobrecargado con alimentos que rara vez son tan sencillos como los que se consumen en casa, donde la cantidad de ejercicio que se hace es el doble o el triple. Esto hace que la mente esté tan aletargada que resulta difícil apreciar las cosas eternas, y la reunión termina, y ellos están chasqueados por no haber gozado más del Espíritu de Dios… Que la preparación para comer y vestir sea un asunto secundario, pero que un profundo escudriñamiento del corazón comience en el hogar.—Testimonies for the Church 5:162-164 (1882). CRA 53.2

El efecto sobre la apreciación de la verdad

Necesitáis mentes claras y enérgicas para apreciar el carácter excelso de la verdad, para valorar la expiación y estimar debidamente las cosas eternas. Si seguís una conducta equivocada y erróneos hábitos de comer, y por ello debilitáis las facultades intelectuales, no estimáis la salvación y la vida eterna como para que os inspiren a conformar vuestras vidas con la de Cristo; ni haréis los esfuerzos fervorosos y abnegados para conformaros con la voluntad de Dios que su Palabra requiere, y que necesitáis para que os den la idoneidad moral que merecerá el toque final de la inmortalidad.—Joyas de los Testimonios 1:196 (1868). CRA 54.9

Aun cuando Ud. sea estricto en cuanto a la calidad de sus alimentos, ¿glorifica Ud. a Dios en su cuerpo y en su espíritu, que son del Señor, tomando tanta cantidad de alimentos? Los que colocan tantos alimentos en el estómago, y así cargan demasiado su naturaleza, no podrían apreciar la verdad si oyeran cómo se espacian en ella los que la presentan. No podrían despertar las sensibilidades entenebrecidas del cerebro para darse cuenta del valor de la expiación, y del gran sacrificio que se hizo por el hombre caído. Es imposible para los tales apreciar la grande y preciosa recompensa, que es rica en extremo, y que se halla en reserva para los fieles que triunfan. Nunca debe dejarse que la parte animal de nuestra naturaleza gobierne la parte moral e intelectual.—Testimonies for the Church 2:364 (1870). CRA 54.10

No debemos satisfacer los apetitos

Algunos están satisfaciendo los apetitos carnales, que combaten contra el alma, y que son un obstáculo constante para su progreso espiritual. Siempre tienen una conciencia acusadora, y si se presentan verdades directas, están listos para darse por ofendidos. Sienten la propia condenación, y creen que los temas han sido elegidos adrede para tocar su caso. Se manifiestan agraviados e injuriados, y se retiran de las asambleas de los santos. Abandonan las reuniones con los demás, pues entonces su conciencia no es perturbada. Pronto pierden su interés en las reuniones y su primer amor por la verdad, y, a menos que se reformen completamente, regresarán para hacer causa común con la hueste de los rebeldes, que se halla bajo el estandarte negro de Satanás. Si ellos crucificaran los apetitos carnales que batallan contra el alma, se apartarían del paso de las flechas de la verdad, y éstas pasarían a su lado sin herirlos. Pero mientras complacen los apetitos carnales, y acarician sus ídolos, se constituyen a sí mismos en blancos para ser alcanzados por las flechas de la verdad, y si la verdad se habla a todos, ellos deben ser heridos… CRA 55.1

Cuidado con el uso de estimulantes

El uso de estimulantes artificiales es destructor para la salud y tiene una influencia embotadora sobre el cerebro, haciendo que resulte imposible apreciar las cosas eternas. Los que acarician estos ídolos no pueden valorar correctamente la salvación que Cristo ha traído para ellos por medio de una vida de abnegación, de continuo sufrimiento y vituperio, y deponiendo finalmente su propia vida impecable para salvar de la muerte al hombre que perecía.—Testimonies for the Church 1:548, 549 (1867).CRA 55.2

La mantequilla y la carne estimulan. Estas han perjudicado el estómago y pervertido el gusto. Los nervios sensitivos del cerebro han sido entorpecidos, y el apetito animal fortalecido a expensas de las facultades morales e intelectuales. Estas facultades superiores, que son las que deben gobernar, han estado debilitándose, de manera que las cosas eternas no han sido discernidas. Una parálisis ha entorpecido lo espiritual y devocional. Satanás ha triunfado al ver cuán fácilmente puede llegar por medio del apetito y controlar a los hombres y las mujeres de inteligencia, destinados por el Creador a hacer una obra buena y grande.—Testimonies for the Church 2:486 (1870). CRA 56.1

Consejos Sobre el Régimen Alimenticio. Elena G. White. Sección 2

Foto: Photo by Jakob Owens on Unsplash

Revista Adventista de España