Recientemente, el Pentágono detectaba un globo supuestamente «espía», chino, sobre territorio de Estados Unidos. Un incidente que «ha pinchado», según diversos medios, el discurso del Estado de la Unión del presidente norteamericano, Joe Biden, y cancelado la esperada visita a Pekín del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. Cancelación que ha tensado aún más la relación entre China y Estados Unidos.
No es la primera vez que globos chinos cruzan el espacio aéreo estadounidense durante esta administración o la anterior, y aunque no se consideran una amenaza especialmente grave para la inteligencia o la seguridad nacional, su burlón paseo desde Montana hasta la costa este ha provocado cierto alboroto en Washington, y en el mundo.
La incursión del aparato, abatido este sábado por el Pentágono, ha demostrado la fragilidad de las relaciones con China y ha enardecido a los republicanos más radicales frente al Gobierno demócrata.
Así están las cosas… tensas, por la falta de respeto de unos y la desconfianza, lógica, de los otros.
El incidente, ya se encuentra en los anales de la historia y, por supuesto, en Wikipedia. Y es que la crisis de los globos chinos podría ser un momento decisivo en la nueva Guerra Fría.
Por su parte, Mao Ning, portavoz del Ministeroi de Exteriores chino, pedía prudencia. China reconoce que el globo localizado en EEUU, así como el que sobrevolaba América Latina, es suyo, pero que es para «investigación científica». De paso, Pekín acusa a «algunos medios y políticos» de exagerar el incidente del globo «para atacar a China».
El problema es la desconfianza
El problema de fondo es de relación, por supuesto. Hay desconfianza entre ambos países. Los norteamericanos están convencidos de que es un globo de espionaje. Tal vez, porque no es la primera vez que ocurre.
El primer uso de un globo aerostático para fines militares del que se tiene constancia data de 1794, durante las guerras revolucionarias francesas, y a Estados Unidos llegaron en el siguiente siglo, coincidiendo la Guerra de Secesión. Tal vez, porque los globos pesan menos que los satélites son más pequeños, más baratos, y más fáciles de lanzar.
Este hecho ya está teniendo sus consecuencias. Y es que todo lo que hacemos las tiene. Es una ley universal: acción – reacción.
Cómo nos ve Dios
Más allá de la política, de los temas de Estado, y de las repercusiones que ya está ocasionando este hecho, la noticia me hace pensar en cómo Dios nos ve desde el cielo. Cómo Él está presente, observando lo que hacemos. No nos mira para buscar nuestros puntos débiles, como pueden hacer unos países contra otros, sino con Amor (sí, así, con mayúscula). Nos contempla como Padre, como Salvador, como Creador. Nos mira con una mezcla de cariño y tristeza. Sí, Dios sufre.
A veces pensamos en Dios como un ser que está ahí, y que nos observa impasible para juzgarnos. Pero si fuimos creados a su imagen (Génesis 1: 26), si la Biblia afirma que es Amor (1 Juan 4: 7-9), significa que tiene sentimientos, y no hay nada peor para un Padre que el dolor de un hijo… o de miles.
Pensamos: «¡Cuanto tarda Jesús en volver! ¿Por qué no viene ya?», y creemos que solamente nosotros sufrimos durante esta terrible espera. No es así. Dios llora con nosotros, y vendrá cuando sea el momento. Ni antes ni después. Solamente Dios conoce la hora y el día (Mateo 24: 36). Por eso, debemos aprender a confiar en él. Tal vez no entendamos los motivos, desconocemos los tiempos, pero Él es omnisapiente y si creemos en su Amor y en su Sabiduría (sí, también con mayúscula, porque, como su Amor, es inconmensurable y no se parece a la nuestra), tenemos que aprender a confiar.
Historia de una relación rota
Necesitamos aprender a depender de Dios, pero nos resulta difícil. ¿Por qué? Porque estamos acostumbrados a no confiar ni depender de otros seres humanos… A excepción de nuestros padres.
¿Te has preguntado alguna vez por qué no nos reproducimos por esporas, por ejemplo? Dios nos creó para amar, confiar y depender de Él… y lo plasmó, en pequeñito, en la relación familiar de padres e hijos.
La confianza es también la base de la relación de pareja, y la verdadera amistad… y es necesaria incluso en los buenos negocios… Pero nos cuesta confiar, ¿por qué?, porque nos pueden fallar. Y cuando esa confianza se rompe, duele. Duele mucho.
¿¡Que le vamos a contar al Señor!? Lucifer, Eva, Adán… cada uno de nosotros, le hemos fallado. Y una vez rota la confianza, ¿ya no hay remedio?
Pegamento relacional
Gracias a Dios (nunca mejor dicho), el Creador dispuso un pegamento relacional magnífico para esa relación rota. Una solución definitiva ante la desconfianza: El Amor más puro que existe, el Amor de Dios en acción.
Jesús vino a enseñarnos cómo vivir, y a morir por nosotros. Cristo, al ofrecer su vida en la cruz, restauró el cable de conexión con Dios, roto por la traición del ser humano. Lo pegó con el pegamento de su propia vida y de su Amor por la humanidad. Él decidió sufrir la consecuencia de nuestra acción de desconexión con Dios (acción – reacción, ¿recuerdas?) que era la muerte definitiva (fuera de Dios, que es la Vida, no hay existencia posible). Él murió la primera y la segunda muerte, y lo hizo sin haber pecado. No era justo para él, pero fue efectivo.
Justicia es que la consecuencia de la acción recaiga sobre el sujeto que la ejerce. Injusticia que la tenga que asumir otro. Bien, pues Jesús asumió, voluntariamente (y eso hace que sea justo), la consecuencia de nuestra acción equivocada, para que nosotros podamos escoger, libremente, reconciliarnos con Dios. Eso es AMOR.
Cristo pagó nuestra deuda, ofreció su vida a cambio de la nuestra. Ahora, cada persona puede escoger si quiere reconciliarse con Dios o no. Esa elección, como todas, tendrá una consecuencia. Confianza o desconfianza; Vida o muerte (Deut. 30: 19). Nosotros elegimos. Tú eliges.
Conclusión
El globo chino ha intensificado la desconfianza entre países. Veremos a dónde nos lleva eso. Pero aún más trascendental: la traición del ser humano destrozó la confianza entre el Creador y sus criaturas. Y es que todas las elecciones tienen sus consecuencias (recuerda: acción – reacción).
Cristo nos mostró que la reconciliación es posible, y que el Amor es el puente. La Fe es relación y confianza. Y cuando la Biblia nos dice que sin Fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11: 6), lo dice porque necesitamos aprender a confiar en nuestro Creador, a depender de él como un bebé de su madre, y eso es imposible sin relación. Para confiar hay que relacionarse, y para relacionarse hay que respetar y tener buena voluntad. Porque respetar es la forma más básica de amor que existe.
Pero Dios, dio un paso más. Él no solamente respetó nuestra libertad de elección, a pesar de nuestra traición. Sino que, además, decidió Amarnos hasta la muerte y darnos una segunda oportunidad. Ahora, depende de nosotros aprovecharla.
Autora: Esther Azón, teóloga y comunicadora. Coeditora y redactora de la Revista Adventista en España y QueCurso.es, gestora de las redes sociales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España y asistente de dirección y producción en HopeMedia España.
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