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Cuando Jesús nos quiso enseñar a orar, nos dijo que no termináramos la oración sin recordar y pronunciar las siguientes palabras: “Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos” (Mt.6:13).

Pase lo que pase, recordemos quién es nuestro Dios. Todo está bajo su control. Nuestro Dios es “el Dios que ve” (Gn.16:13) y, por lo tanto, Dios es el que sabe por lo que estamos pasando. Elena White hace un comentario que me parece muy oportuno en estos tiempos de incertidumbre:

“Dijo Jesús: ‘Oiréis de guerras y de rumores de guerras… se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será el principio de dolores” (Mt.24:6.8). A pesar de ello, los discípulos de Cristo no debían pensar que su esperanza era vana ni que Dios había abandonado al mundo. El poder y la gloria pertenecen a Aquel cuyos grandes propósitos se irán cumpliendo sin impedimento hasta su consumación (Elena White, El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 76).

Actitudes frente a las crisis

No descubro nada nuevo cuando escribo que estamos pasando una crisis sin precedentes. El Covid19 con sus rebrotes y su persistencia en permanecer entre nosotros amenaza con prolongar el cierre de nuestras iglesias con todo lo que eso conlleva.

Una cosa es hablar de los tiempos complicados y otra cosa es vivirlos. Elena White nos advierte que “estamos ahora en el umbral de acontecimientos grandes y solemnes. Nos espera una crisis como jamás ha presenciado el mundo” (Idem).  Frente a lo que nos espera y está por llegar, podemos tener dos actitudes: preocuparnos (temer) o confiar. “La Majestad del cielo tiene a su cargo el destino de las naciones, así como también lo que atañe a la iglesia” (Idem).

Confiad, yo he vencido al mundo” (Jn.16:33). Se nos dice una y otra vez. Se nos anima a confiar. Aprender a caminar, no por vista, sino por fe (2ª Cor.5:7). Esperando y aguardando con paciencia lo que no vemos (Rom.8:25) porque fiel es el que nos ha prometido que “siempre estará con nosotros hasta el final del mundo” (Mt.28:20).

Moisés aprendió a caminar como viendo al Invisible (Heb.11:27) y, más allá de lo poética que pueda resultar esta idea, lo que queda claro es que lo que le permitió soportar las dificultades del camino fue saber que no estaba solo. Sentir cerca al Invisible hace que las pruebas sean más soportables. Saber quién es el Eterno y saber que “el que es el Rey, Jehová de los ejércitos, está sentado entre los querubines, y en medio de la guerra y el tumulto de las naciones guarda aún a sus hijos” (Ibid, pág. 77), es una necesidad cada vez más imperiosa en los tiempos que vivimos.

Ha llegado el verano y no sé si podrás tener las vacaciones que esperabas o si podrás tener vacaciones. Si estás leyendo este artículo, ora por mí. Si te parece, escríbeme un pequeño correo para que yo pueda orar por ti también ([email protected]). Pase lo que pase, que el Dios que ve, te sustente con poder y ponga en ti paz. Feliz verano.

Autor: Óscar López, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Photo by v2osk on Unsplash

Revista Adventista de España