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El otro día, leyendo el blog de José Luis de la Fuente Soria, “Memorias de un caminador”, me quedé pensando en el camino que nosotros, como cristianos, tenemos que transitar. Un camino de suaves colinas y escarpadas montañas en el que, a veces, resbalamos y nos hacemos daño, pero nos volvemos a levantar. Por suerte, es un trayecto que no hacemos solos, tenemos la mejor compañía… ¡y guía!: Jesús.

José Luis comenzó su blog, (en catalán y castellano), como un desafío, una aventura. La de un jubilado que desea ir, a pie, desde Barcelona: la tierra que le recibió, hasta Palazuelos (Guadalajara): la tierra en la que nació. Nada más y nada menos que 500km a pie, en los que, seguro, habrá tropiezos y ampollas; pero también encuentros maravillosos con otros caminantes… y vistas hermosas, de esas que alimentan el alma…  Así también nosotros, llenos de heridas, y con los pies a veces calzados, a veces descalzos; vamos alejándonos de esta tierra en la que vivimos, y nos dirigimos a nuestro verdadero hogar.

Palazuelos, el pueblo de José Luis, es el de sus hijas y sus nietos, es “su pueblo” porque es el de su padre. Así también, nuestro hogar celestial debe ser el de nuestros hijos y nietos. La Tierra Nueva nunca será más importante para ellos de lo que lo sea  para nosotros. Hemos de saber inculcarles el amor y el sentido de pertenencia.

Solo. José Luis camina solo, solo con el Señor. Como cada uno de nosotros, en el fondo, aunque nos acompañen familiares y amigos, a trozos. El cristianismo es una relación personal con Jesús.

Este año, el maestro no ha recibido a sus alumnos a las puertas del colegio, porque, tras 41 años, se ha jubilado. Y es que el tiempo no se detiene ante nada. Cierra puertas y abre ventanas. Pero en el corazón de cada niño hecho hombre, educado por él, habrá siempre un pedacito del maestro que les enseño a sumar y a leer. Porque, ciertamente, cada uno de nosotros dejamos una impronta en aquellos con quienes nos topamos. Queramos, o no, impregnamos otras existencias y aportamos un soplo de aire fresco, o todo lo contrario ¡Cuán importante es la actitud que tengamos para con los demás al encontrarnos! Ojalá decidamos ser como Jesús: Todo el que se cruzó en su camino salió curado, bendecido y saciado.

Aún no tiene fecha de llegada, pero a estas alturas, José Luis está más allá del Moncayo. Tampoco nosotros sabemos el día, ni la hora, pero caminamos. La corrupción, la convulsa naturaleza, nos hacen saber que el final está, cada vez, más cercano.

Y así, le llevamos la contraria al poeta Machado, que decía aquello de “caminante, no hay camino. Se hace camino al andar…” 

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

…y diremos “caminante, si hay camino. Jesús es el camino que nos lleva al hogar”.

Buen viaje, José Luis. Buen viaje a ti que me lees. Buen viaje.

 

Autora: Esther Azón. Teóloga y comunicadora. Productora TV, guionista y redactora web en HopeMedia. Editora de la Revista Adventista en España. 

Foto: Amir Hamdi en Unsplash

Lic. Teología & Comunicadora Editora Revista Adventista Productora radio y TV/ Redactora Web en HopeMedia Edit/coordin. Quecurso.com

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