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Hace poco leí una noticia sobre “pornografía cristiana”. La justifican como promoción de relaciones intramaritales con matrimonios reales como actores, con fines “pedagógicos”, entre otras supuestas “virtudes positivas”.

En Levítico 18 hay una larga lista de “actos de inmoralidad”, entre ellos “descubrir” la desnudez de los semejantes. A pocas personas se les ocurriría entrar en la intimidad de un matrimonio ajeno. La mayoría de cristianos lo condenaría. Si se mira a través de una ventana, alguno lo consideraría “menos malo”. Y si en vez de una ventana, es una pantalla de TV u ordenador, haría el tema más “frío”. Pero la pregunta es la misma: ¿Aprueba Dios que esté contemplando en la misma habitación este acto íntimo matrimonial? Entonces, ¿qué diferencia hay viéndolo en una pantalla?

Me parece increíble cómo se razona con los argumentos más justificables, tales como la promoción de la familia, fidelidad, sexualidad segura y feliz en el matrimonio, etcétera, para validar algo que la Biblia condena.

Cuando perdemos de vista el principio bíblico, cometemos el error de justificar lo injustificable con otros principios bíblicos, pero que no vienen al caso.

Mateo 15:4-6 “Dios ha dicho: Honra a tu padre y a tu madre; y también: El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte. En cambio, vosotros afirmáis: “Si alguno dice a su padre o a su madre: ‘Lo que tenía reservado para ayudarte lo he convertido en ofrenda para el Templo’, queda liberado de la obligación de prestarles ayuda”. De este modo, con vuestra propia tradición anuláis lo que Dios había dispuesto” (BLP).

A menudo defendemos situaciones con muchos textos bíblicos, y a los dos días, justificamos lo contrario con aún más textos bíblicos distintos.

El término “porneia” implica adulterar algo puro en su origen. La pornografía cristiana va más allá de la sexualidad. También es espiritual, adultera principios con razonamientos que parecen justificables. Exhibe argumentos a conveniencia “por el bien de los demás, aunque no todos lo entiendan”. A menudo, queriendo ayudar a “la causa de Dios”, hacemos más daño que bien.

Entonces, ¿cómo saber que no cometemos “pornografía cristiana” en el sentido espiritual? La respuesta está en otra pregunta: “¿Cuál es el principio REAL que nos mueve a hacer esto, o tomar aquella decisión?”

En la noticia inicial, no se trata de ayudar a matrimonios, sino de “maquillar” el voyeurismo con barniz “cristiano” para seguir contemplando sexo ajeno en la pantalla y acallar la conciencia.

En el sentido espiritual, ¿cuál es tu motivación real al tomar una decisión? ¿Mantener apariencias que justifican algo, o el avance del evangelio y el crecimiento personal?

Revista Adventista de España