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Por favor, puede aclarar la ley de la esclavitud en Éxodo 21:2-6. ¿No se opuso Dios acaso a la esclavitud?

Un número de leyes en el Antiguo Testamento regulan el tratamiento de los esclavos israelitas y no israelitas. Brindaré una visión general de la esclavitud en Israel y analizaré la legislación a la que usted se refiere.

La esclavitud en el Antiguo Testamento

La esclavitud no fue una institución social establecida por Dios, pero sí una institución común en todo el Antiguo Cercano Oriente, lo que incluía a Israel. Dios no la proscribió, pero sí la reguló con el objetivo de proteger a los esclavos del abuso y la explotación. Dios no nos desarraiga de nuestra cultura, sino que nos toma allí donde estamos y nos hace mejores personas. En efecto, algunas de sus leyes señalan un tiempo en el que ya no habría esclavos (la ley del jubileo). El término hebreo que se traduce como «esclavo» ‘ebed, significa «siervo, obrero, consejero, esclavo», etc.

La mayoría de los esclavos eran prisioneros de guerra que servían a quienes los habían derrotado, acaso de por vida. En Israel, la gente se convertía en esclava como resultado de la pobreza (Lev. 25:35, 39) o por cometer un delito (Éxo. 22:3). En tales casos, no se veían devaluados sino que eran considerados parte del pueblo hebreo (Deut. 15:12).

El abuso físico que resultaba en la pérdida de una parte del cuerpo (por ej., un ojo o un diente) se veía compensado con la liberación del esclavo (Éxo. 21:26, 27). Los esclavos tenían el sábado libre para servir a Dios (Éxo. 20:10). Para los pobres, la esclavitud no era necesariamente tan mala, porque les garantizaba alimento y refugio; por ello, a menudo se ofrecían voluntariamente como esclavos para pagar sus deudas.

Un caso legal

Éxodo 21:2-6 presenta un caso que legisla cómo tratar a una persona que se ha convertido en esclava por causa de sus deudas: «Si compras un siervo hebreo…». Esas personas trabajaban hasta pagar la deuda. Trabajaban durante seis años, y el séptimo salían libres «sin pagar nada» (v. 2, NVI). Se mencionan y regulan dos escenarios posibles: los que tenían familia cuando se convirtieron en esclavos por sus deudas, salen con sus familias. Si no tenían familia y el amo les daba una esposa y tenían hijos, los esclavos se iban sin su esposa e hijos. En ese caso, podían escoger seguir como siervos y llegar a ser parte permanente de la casa de su amo. Esto requería tomar un juramento en presencia del Señor, y que le perforaran la oreja, para indicar que la persona era parte de la casa.

Importancia de la legislación

Dentro del contexto más abarcador de la ley del Antiguo Testamento, esta legislación está interesada en el bienestar de los esclavos.

En primer lugar, el Señor no quería que la esclavitud fuese una condición permanente. Se limitaba a seis años. En efecto, un redentor podía liberar a los esclavos si pagaban sus deudas. Los seis años podían ser acortados si, durante ese período, había un año sabático, cuando se remitían las deudas de los pobres (Deut. 15:1-6), o se celebraba el jubileo, que otorgaba libertad a todos los esclavos hebreos (Lev. 25:10).

En segundo lugar, la familia de los casados que se vendían como esclavos era atendida por el amo. No era un servicio gratuito, sino que era pagado por el trabajo de los familiares.

En tercer lugar, después de seis años, el amo no podía despedirlo «con las manos vacías», sino abastecerlo «con regalos de tus rebaños, de tus cultivos y de tu lagar. Dale según el Señor tu Dios te haya bendecido» (Deut. 15:13, 14, NVI). Así los que habían sido esclavos tenían garantizado un nuevo comienzo.

En cuarto lugar, aunque la persona que llegaba sola no podía llevarse su mujer y sus hijos, tenía el derecho de redimirlos, algo difícil para un pobre. Por ello, existía una segunda opción legal: podía convertirse en miembro de la casa del amo. Bajo este arreglo, ya no tendría que preocuparse por la subsistencia familiar.

Es obvio que nada de esto representa una situación ideal. Sin embargo, en un mundo imperfecto, Dios legisló la esclavitud para hacerla tan humana como fuera posible, mientras anunciaba al mismo tiempo la llegada de un jubileo final en el que la esclavitud, incluida la esclavitud al pecado, llegaría a su fin (Luc. 4:17-19).

Autor: Ángel Manuel Rodríguez, teólogo adventista del séptimo día, fue director del Instituto de Investigación Bíblica antes de su retiro. Sus intereses especiales de investigación incluyen el Antiguo Testamento, el Santuario y la Expiación, y la Teología del Antiguo Testamento.
Imagen: Photo by niu niu on Unsplash

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